Respuesta: Películas que vais viendo en casita
Este finde, 3 peliculones. 2 de Minelli y uno de Brooks.
(
Lust for Life, Vincente Minelli / George Cukor (no acreditado), 1956)
Biopic de la vida, obra y milagros del artista universal Vincent Van Gogh. Por si os interesa descubrir detalles sobre la peli en cuestión os recomiendo el enlace a
Wikipedia, muy interesante.
La película es un disfrute visual en toda regla. Sobre todo por la fotografía empleada, que recoge todos los tonos y hace muchas escenas auténticos cuadros (aparte de presentarte la gran mayoría de las obras del artista). Minelli siempre me ha parecido un director que disfruta regodeándose en la historia, haciendo que el metraje sea partícipe de ello. Aparte de ser un buen narrador consiguiendo que cuando parece que la película no puede ofrecer mucho más aporta un detalle nuevo para que sigamos disfrutándola.
Pero si hay algo que sobre sale por encima de todo es la interpretación de Douglas. Douglas es Van Gogh en estado puro. El vivo retrato del artista. Su actuación es pura energía, es convicción al 100%. No hay nada en él que sea maestría de la credivilidad. Si encima a ello le añadimos un secundario de lujo como Quinn interpretando al artista Paul Gaggin tenemos un tandem perfecto pues son dos fieras de la interpretación, dos maestros del cine. Quinn es la antítesis de Douglas y se complementan a la perfección.
La película muestra como el artista se domina a sí mismo, como no hay nada que pueda controlar la locura del genio. Impagable los momentos donde los artistas se replican mutuamente lo que para ellos es el arte y lo que es realmente valioso desde el punto de vista del artista. Encima tenemos momentos emotivos como son todos los que implican a los hermanos Van Gogh. Impagable toda la primera parte donde Van Gogh desea servir a los más necesitados involucrándose con ellos hasta el final. Y sin olvidarme, desde luego, el momento cumbre: la escena de la oreja, subjetiva pero donde se marca todo el sufrimiento, el dolor y la desesperación.
Quizás le encuentro un único pero y ese es la BSO. No porque sea buena, ni mucho menos sino porque el tono que tiene es quizás demasiado épico (pegaría más en un título peplum o algo del estilo Conan). Por lo demás indicar que es un título más que recomendable, donde se disfruta cada momento, donde vivimos las vivencias, los sufrimientos, frustraciones y dolores de uno de los mayores artistas universales del mundo.
(
Home from the Hill, Vincente Minelli, 1960)

Culebrón del quince (podría parecer incluso un "Lo que el viento se llevó" de la época). Madre mía. Esto es una joya del séptimo arte. Con dos horas y media de metraje tenemos una de las historias más emotivas y conmoverodas con la que yo me haya enfrentado. Lástima que el título lleve a error o pueda parecer que estamos ante una comedia desenfadada cuando todo lo contrario.
Actores convincentes (cada uno interpretando su rol a la perfección), añadiéndole el maniqueismo necesario para hacer más épico el drama, una fotografía magnífica, realzando cada uno de los elementos, una BSO magnífica, de las que quedan en el recuerdo y una puesta en escena memorable crean un título merecedor de todos los aplausos posibles.
Minelli quiere crear personajes memorables y desde luego que lo consigue: empezando por Mitchum, un hombre rudo, engreído, encantado de conocerse y que se ha hecho a sí mismo. Como bien dice en un momento a su hijo: "un hombre que no necesita dinero porque todo el mundo estará dispuesto a dejárselo. Un hombre que no necesita reloj pues el tiempo le espera a él". Para el recuerdo como es un hombre que domina a quien quiera como a sus perros (chasqueando sus dedos y éstos acudiendo al unísono). Y luego tenemos el polo opuesto: George Peppard, quizás el hombre más bueno del mundo, aparte de encantado de serlo. Y si con ello no tenemos suficiente tenemos a Heleanor Parker como la mujer de Mitchum, quien permanece a su lado única y exclusivamente por el hijo que tienen en común y que será el desencadenante de todas y cada una de las situaciones que iremos viendo poco a poco.
Momentos impagables como son la caza del jabalí, el enfrentamiento verbal entre padre e hijo por el personaje de Peppard o el, quizás, mejor momento de todos: cuando el padre de la novia del hijo de Mitchum hace acto de presencia ante éste para indicarle que no le importa que sus hijos sigan viéndose. Minelli disfruta creando epicidad hasta en lo más cotidiano, hasta en los momentos más sencillos y quizás esta película sea de los mejores que haya parido.
RECOMENDABLE AL 100%.
Gracias a estos dos títulos Minelli ha pasado a ser uno de mis directores favoritos (si no lo era ya).
(
Sweet bird of youth, Richard Brooks, 1962)
Sin saber porqué, mientras veía esta película un título aparecía en mi mente cada X minutos: La gata sobre el tejado de zinc. Casualidades de la vida... ¡es del mismo director! y se nota, vaya si se nota. Aparte de contar con el protagonista y con Madeleine Sherwood como secundaria de lujo tenemos a Brooks y Teenneesse Williams al guión y las formas de dirigir y la puesta en escena son muy, pero que muy similares.
En cambio, así como con La gata sobre el tejado de zinc mantuvo mi interés desde el primer instante esta es de las que van ganando cuanto más metraje pasa. Empieza de una forma muy sencillita, sin mucho que contar pero poco a poco nos va metiendo en la historia hasta que nos atrapa sin soltarnos. El amor, la redención y las malas intenciones por supuestas buenas acciones son la norma. Aparte de contar con diálogos ácidos, llenos de ironía, pullas como dardos envenenados y actuaciones repletas de nervio y dotes interpretativas llenas del mejor talento.
Newman, como ese don nadie que mantiene una relación sentimental con esa actriz asustada de sí misma y que no puede soportar el peso de la fama (una increíble Geraldine Page, magnífica y digna de los mayores aplausos). Newman no dudará en recurrir a lo que sea para conseguir un contrato como actor para poder reunirse con la novia de su juventud (una fina y encantadora Shirley Knight) pero le será imposible ya que el padre de esta, un impresionante Ed Begley, intentará por todos los medios que están a su alcance impedírselo. Begley, actor de la vieja escuela, que impone con su sola presencia, se marca uno de los personajes más interesantes por su falsedad, hipocresía y como no dudará en emplear su política a su antojo.
Una historia emotiva, con uno de los momentos más dolorosos (física y emocionalmente hablando) de los que yo recuerde, con una puesta en escena sencilla, donde lo que interesa e importa son las actuaciones, las decisiones de los protagonistas y como todo, aún por muy difícil que se presente, puede lograr tener un happy end.