- Mensajes
- 46.942
- Reacciones
- 7.899
Alcover Oti, el grande, lanza un valiente párrafo que da que pensar. ¿Y si el tanto tirar del cine clásico para condenar al cine moderno se hace un poco a boleo?¿Y si el problema de los críticos de este calibre está en la falta de entendederas con la nueva ola?¿Y si lo que ocurre es que ese cine clásico, en parte, está más mitificado y encasillado que otra cosa, teniendo mil peros?¿y si ese cine clásico del que tira ese crítico está poco reflexionado y asimilado por él? O ni siquiera entendido, directamente...
Da para debate, ¿no?
Aquí el párrafo que me ha llevado a las preguntas:
Da para debate, ¿no?
Aquí el párrafo que me ha llevado a las preguntas:
Cada vez entiendo más la preferencia de los (malos) “escritores cinematográficos” por el cine “clásico” antes que por esas boutades posmodernas que tanto daño hacen al cine…se supone. Hay múltiples razones, pero una de ellas se dispara cuando uno revisiona La séptima víctima, un film dirigido por Mark Robson bajo el auspicio de Val Lewton. Y es que el crítico, en el fondo, es una persona celosa del mundo, celosa de aquellos que descubren lo que él cree haber descubierto antes. De ahí la proliferación de súcubos alrededor de según que realizadores, como si nadie más que ellos tuviera derecho a reflexionar sobre los mismos. El cine “clásico”, en este sentido y obligado por el contexto y las circunstancias a erigirse como epítome del eufemismo visual, brinda una oportunidad de oro para apropiarse de signos, metáforas y metonimias con los que desmarcarse del resto de usuarios. Así, el cine “clásico” puede ser un terreno yermo sobre el que siempre se puede elaborar un discurso fácil, sin necesidad de esforzarse demasiado, a diferencia de la explicitud del cine (pos)moderno, donde el subrayado impide el goce infantil del primer descubrimiento. Ante lo que todos podemos ver, la elucubración debe trabajarse a niveles más profundos y exigentes, ya que donde antes no sabíamos si se trataba de una mujer pantera o de algún brote psicótico, ahora somos testigos de la transformación física, por lo que el discurso debe adaptarse a lo que requieren las nuevas imágenes. El cine “clásico” mal entendido sigue siendo, por tanto, refugio de los mediocres, amparados en la mitificación, las verdades colectivas, y los discursos a prueba de balas…perdón, de puesta en escena.