No se comprende muy bien qué estudios de marketing barajan las majors (es de suponer que en ellos se basan para tomar decisiones como las que declara monsieur Wolff), cuando no hay más que ver la cantidad de editoras dedicadas a lanzar clásicos (con Impulso a la cabeza).. El caso es que el descenso de edición de clásicos por parte de Sony, Warner, Fox..., y la cesión de malos masters a otras empresas para perpetrar ediciones "no idóneas" y "no rentables", es lamentablemente evidente.
Aparentemente, para estas compañías los consumidores se han dividido en dos grandes grupos: los que compran los taquillazos de estreno (y me refiero a los Terminator, Transformers, Harry Potter, etc, de turno) y los freaks que supuestamente se pasan la vida descargándose películas "antiguas" en no importa qué condiciones, sin criterios de calidad sino de "almacenamiento".
De repente parece que la amplia franja de aficionados interesados en adquirir títulos de catálogo (¡años 30 a años 90!: un amplio catálogo) se ha extinguido. Precisamente los coleccionistas que han mantenido un sustrato fijo de ventas ya no existen para Warner o Fox, o han dejado de merecer material en lo que antes se consideraba "condiciones idóneas" para el formato.
Al fin y al cabo el DVD se impuso en todas partes (España incluída) porque aportaba una serie de ventajas muy ostensibles respecto al vhs, y esas ventajas se han mantenido durante unos años en los que las majors tenían claro, como admite monsieur Wolff, que el nuevo formato debía aportar unos mínimos de calidad y prestaciones, al margen de las exigencias del consumo general; ha sido más tarde cuando algunas editoras han decidido que esos mínimos son "excesivos" y que les resulta más rentable plantear al consumidor la disyuntiva "o compra usted esta porquería de copia al precio de una buena edición o se queda sin la película", que es un planteamiento bastante diferente al de la introducción del formato.
Pero, si las afirmaciones de monsieur Wolff tuvieran base, el dvd estaría prácticamente en trance de grave degradación previa a su extinción. Y, extrañamente, sería sustituido por descargas controladas en la web de cada productora a precios no muy económicos y con materiales no remasterizados (los que se venían dedicando a vhs o a alquiler para pases televisivos). Es decir, habríamos vuelto a los tiempos en que grababamos de la tv copias de baja calidad, sólo que ahora a través de internet y pagando (no poco) por cada descarga. Espeluznante regresión parece.
Semejante panorama se contradice abiertamente con la realidad de la proliferación de editoras dedicadas a comercializar clásicos en dvd. Y pone en entredicho la viabilidad de formatos como el Blu Ray: si no hay mercado para películas en un formato firmemente implantado, ¿cómo va a haberlo para un formato basado en la calidad de imagen y más caro? ¿quiénes van a mantener las ventas: sólo los interesados en comprarse en HD los taquillazos del momento? ¿sólo una parte de los que acuden a las salas de exhibición -ese sector de público que, según nos dicen, cada vez es menor- , hayan quedado muy satisfechos con la película y decidan comprarla en ese formato para volver a verla en casa? ¿así sí salen las cuentas?
¿O quizá se están abaratando costes, eliminando prestaciones básicas y degradando la calidad inicial de las ediciones en dvd -argumentando que ahora a nadie interesa lo que en origen era precisamente la razón de ser del sistema-, para compensar las pérdidas que está generando un nuevo formato que comercialmente no está funcionando como se preveía (se habla de una franja de entre un 3% a un 10% de ventas de películas en BD) y en el que no acaban de confiar ni las propias editoras?
Da la impresión de que algunos están dando falsas razones para degradar sus productos y aumentar su rentabilidad a toda costa. Es un cálculo con el que pueden estar equivocándose. Y mucho.