Siempre me he considerado aficionado a las películas de catástrofes, especialmente a las primeras, las de los años setenta. Películas como Aeropuerto, o sus secuelas 75 y 77, El coloso en llamas, La aventura del Poseidón... tengo la vagísima impresión de haber visto, en mi infancia, alguna escena suelta de El puente de Casandra, pero a todos los efectos, era una película que nunca había visto, y anoche pude ver.
Dirigida por George Pan Cosmatos en 1977 (este hombre es el responsable de Rambo II y algunas otras ochentadas) nos va introduciendo en la historia: dos hombres tienen intención de poner una bomba en el Instituto Internacional de la Salud, pero son descubiertos. Perseguidos, entran en una sala donde se cultivan peligrosos virus víricos, y rompen varias botellas que les salpican, llegando uno de ellos a cer sobre una estantería llena de probetas. Uno de los ladrones consigue huir, el otro, gravemente enfermo, es detenido para estudiar la enfermedad.
Al mando de la situación estarán el Coronel Stephen McKenzie (un brutal Burt Lancaster) y la doctora Elena Stradner. Ambos observan los síntomas del hombre enfermo, que no tarda en morir de forma horrible. McKenzie se ve obligado a confesar a la doctora que el otro hombre escapó, y comienzan a buscarle.
Mientras tanto, el ladrón acude a una estación de tren, y consigue colarse como polizón en el vagón de carga. A bordo va el prestigioso doctor Jonathan Chamberlain (un Richard Harris genial) y por pura casualidad, su dos veces ex esposa Jennifer (Sofía Loren) que va a publicar un libro sobre su ex marido, no muy laudatorio. También se encuentran personajes tan dispares como Nicole Dressler (Ava Gardner) la esposa de un rico traficante de armas, y su último amante, el joven alpinista Robby Navarro (Martin Sheen). También el simpático vejete Herman Kaplan, (Lee Strasberg) vendedor de relojes y encendedores, que viaja continuamente en ese tren por negocios y es amigo del revisor Max.
Poco a poco, mientras se nos presenta a los personajes, vemos también la investigación, y finalmente averiguan que el fugado está en el tren. Contactan con Chamberlain por radio, explicándole la situación, y le dicen que el 60% de los mil viajantes del tren se van a contagiar, y que pronto llegarán un grupo de especialistas para hacerse cargo. Y así es, el tren para y un grupo de hombres armados con trajes anti radiación suben al tren con medicinas, mientras otros fuera sellan las puertas y tapian las ventanas. El señor Kaplan comienza a ponerse nervioso, comparando esta situación con la terrible experiencia que vivió como prisionero judío en un campo de concentración. Más y mas personas comienzan a enfermar en el tren. Encuentran al ladrón, ya moribundo, y los guardias le cierran en una caja. Finalmente, el tren se pone en marcha: el plan, según explica McKenzie, es llegar a un campamento médico en Polonia, donde se les retendrá hasta dar con alguna vacuna. El señor Kaplan, ante la posibilidad de tener que volver al lugar donde su mujer y sus hijas murieron, enloquece.
Pero no es el peor de los problemas, tanto la doctora Stradner, al observar el frío comportamiento del coronel y su insistencia en que el tren debe llegar a Polonia a cualquier precio, y el doctor Chamberlain debido a la información que el señor Kaplan y el revisor le dan, comienzan a sospechar que el plan es matarlos a todos, haciéndoles pasar por el viejo Puente de Casandra, un puente que hace décadas que no se usa, pero que McKenzie asegura que está en buen estado, y declarar que ha sido un trágico e inesperado accidente... incluso cuando la doctora cree haber dado con una cura, y algunos pacientes empiezan a mejorar, el coronel insiste de forma inhumana: el tren habrá de pasar por el puente de Cassandra...
Una de las mejores pelis de catástrofes que he visto. Incluso me parece superior a algunas de las que he mencionado arriba, con unos actores sensacionales (desde un Harris en plena forma a un Burt Lancaster frío y deshumanizado) también me ha llamado la atención un jovencísimo Martin Sheen haciendo (aparentemente) de un imberbe y descerebrado alpinista, último en una larga "colección" de amantes de la señora Dressler...
Pues eso, si os gusta el cine de catástrofes, El puente de Casandra tiene un guión más trabajado que muchas otras de este género, la misma (o mas) espectacularidad, unos actores magistrales y un final brillante... que no revelaré
Dirigida por George Pan Cosmatos en 1977 (este hombre es el responsable de Rambo II y algunas otras ochentadas) nos va introduciendo en la historia: dos hombres tienen intención de poner una bomba en el Instituto Internacional de la Salud, pero son descubiertos. Perseguidos, entran en una sala donde se cultivan peligrosos virus víricos, y rompen varias botellas que les salpican, llegando uno de ellos a cer sobre una estantería llena de probetas. Uno de los ladrones consigue huir, el otro, gravemente enfermo, es detenido para estudiar la enfermedad.
Al mando de la situación estarán el Coronel Stephen McKenzie (un brutal Burt Lancaster) y la doctora Elena Stradner. Ambos observan los síntomas del hombre enfermo, que no tarda en morir de forma horrible. McKenzie se ve obligado a confesar a la doctora que el otro hombre escapó, y comienzan a buscarle.
Mientras tanto, el ladrón acude a una estación de tren, y consigue colarse como polizón en el vagón de carga. A bordo va el prestigioso doctor Jonathan Chamberlain (un Richard Harris genial) y por pura casualidad, su dos veces ex esposa Jennifer (Sofía Loren) que va a publicar un libro sobre su ex marido, no muy laudatorio. También se encuentran personajes tan dispares como Nicole Dressler (Ava Gardner) la esposa de un rico traficante de armas, y su último amante, el joven alpinista Robby Navarro (Martin Sheen). También el simpático vejete Herman Kaplan, (Lee Strasberg) vendedor de relojes y encendedores, que viaja continuamente en ese tren por negocios y es amigo del revisor Max.
Poco a poco, mientras se nos presenta a los personajes, vemos también la investigación, y finalmente averiguan que el fugado está en el tren. Contactan con Chamberlain por radio, explicándole la situación, y le dicen que el 60% de los mil viajantes del tren se van a contagiar, y que pronto llegarán un grupo de especialistas para hacerse cargo. Y así es, el tren para y un grupo de hombres armados con trajes anti radiación suben al tren con medicinas, mientras otros fuera sellan las puertas y tapian las ventanas. El señor Kaplan comienza a ponerse nervioso, comparando esta situación con la terrible experiencia que vivió como prisionero judío en un campo de concentración. Más y mas personas comienzan a enfermar en el tren. Encuentran al ladrón, ya moribundo, y los guardias le cierran en una caja. Finalmente, el tren se pone en marcha: el plan, según explica McKenzie, es llegar a un campamento médico en Polonia, donde se les retendrá hasta dar con alguna vacuna. El señor Kaplan, ante la posibilidad de tener que volver al lugar donde su mujer y sus hijas murieron, enloquece.
Pero no es el peor de los problemas, tanto la doctora Stradner, al observar el frío comportamiento del coronel y su insistencia en que el tren debe llegar a Polonia a cualquier precio, y el doctor Chamberlain debido a la información que el señor Kaplan y el revisor le dan, comienzan a sospechar que el plan es matarlos a todos, haciéndoles pasar por el viejo Puente de Casandra, un puente que hace décadas que no se usa, pero que McKenzie asegura que está en buen estado, y declarar que ha sido un trágico e inesperado accidente... incluso cuando la doctora cree haber dado con una cura, y algunos pacientes empiezan a mejorar, el coronel insiste de forma inhumana: el tren habrá de pasar por el puente de Cassandra...
Una de las mejores pelis de catástrofes que he visto. Incluso me parece superior a algunas de las que he mencionado arriba, con unos actores sensacionales (desde un Harris en plena forma a un Burt Lancaster frío y deshumanizado) también me ha llamado la atención un jovencísimo Martin Sheen haciendo (aparentemente) de un imberbe y descerebrado alpinista, último en una larga "colección" de amantes de la señora Dressler...
Pues eso, si os gusta el cine de catástrofes, El puente de Casandra tiene un guión más trabajado que muchas otras de este género, la misma (o mas) espectacularidad, unos actores magistrales y un final brillante... que no revelaré

