- Me encantó el documental. Mi familia, yo mismo, hemos sentido debilidad por Eugenio desde siempre. Cuando viajo al extranjero, tengo como ritual fijo el cargar mi mp3 con sus chistes. He caminado por aeropuertos de allende los mares, riéndome mientras hago tiempo para embarcar con sus míticas historias. No importa los años que tengan. Nunca pasan de moda porque son atemporales. Eugenio apenas se ceñía a la realidad política del momento. Por eso, con contadas excepciones, ninguno de sus chistes e historietas ha quedado anticuado. Te ríes igual hoy, que ayer o dentro de cien años.
Estuve a punto, a puntísimo de verle actuar en directo, pero por unas razones u otras, se me escapó y cuando pude hacerlo... ya fue demasiado tarde. He disfrutado a su imitador Reugenio varias veces y aunque no es lo mismo, conjura muy bien parte del espíritu del genial humorista. El documental es una pieza imprescindible para entender su vida y desarrollo personal. Después de verlo, entendemos por qué su regreso, tras varios años alejado de los escenarios, a finales de los 90, principios de la década de 2000 fue como fue... por qué aquel Eugenio que volvía, podría vestir como Eugenio, hablar como Eugenio, contar los mismos chistes de Eugenio... pero ya... ya no era Eugenio.
Hay un momento del documental que a mí me rompió el corazón. Cuando se habla de ese regresó que decía, de un Eugenio cansado, con problemas de salud, mirada ausente, la voz menos vivaz y cuya memoria ya no era la de antaño, nos muestran una actuación en televisión de ese momento. La cámara va haciendo zoom hacia el rostro de Eugenio. La voz cada vez es más pastosa, la respiración se va entrecortando más y más, la cara se perla de sudor y asistimos al esfuerzo casi desesperado de un hombre por explicar el chiste, sufriendo literalmente lo indecible para sacarlo adelante. El público en aquel momento no se daba cuenta y pensaba que las pausas cada vez más prolongadas eran parte del espectáculo y reían sin parar contentos porque Eugenio había vuelto. No sabían la lucha que el humorista estaba sosteniendo consigo mismo y que esas pausas las utilizaba como ardid cuando no podía recordar el desarrollo de un chiste y tenía que improvisar el desarrollo de la actuación.
El documental se ha editado en DVD con un par de extras bastante interesantes (descartes de las entrevistas y un testimonio que quedó fuera del montaje original)
Y como no puede ser de otro modo, acabo de manera optimista con uno de mis chistes favoritos de Eugenio y que me parece una verdadera pirueta del lenguaje



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- "El saben aquel que diu que se encuentran dos amigos y uno li diu a l'altre: - Nano, nano... he intentado cobrar el cheque que me diste y en mi banco me han dicho que no tenía fondos, y l'altre va y li diu: ¿Sí? Ya me han comentado que ese banco tiene problemas de liquidez".