Respuesta: MEEK'S CUTOFF / El atajo de Meek
No estoy de acuerdo en lo de la falta de estilo. Es cierto que precisamente por la austeridad y (bendita) sencillez de sus formas, Reichardt puede pasar por una indie americana cualquiera, pero el retrato de sus personajes es de una pureza maravillosa. Curiosamente, cuando en numerosas ocasiones se curra composiciones para su también primitivo 1.33:1, incluso me saca de la película, como si lo que normalmente considero buen hacer aquí no debiera tener cabida.
En este caso concreto de Meek's Cutoff el cambio a lo épico (dentro de lo que era su filmografía) le viene bien y mal. Bien porque se sirve más que nunca de esa bella y seca naturaleza para atrapar y agotar a sus personajes, a modo de atractiva trampa o de promesa de edén que los pone a prueba. Mal porque los personajes son menos cosa que anteriormente (aún así consigue darles la entidad suficiente para emocionar en un registro muy bajo), y lo más parecido a un personaje convencional una de dos: o está caracterizado de forma que no lo trago, o incluso al sosainas de Bruce Greenwood le viene grande.
En pocas películas puedo pensar ahora donde la conjunción de imagen y sonido (qué grande esa rueda

), registrados en su forma más auténtica, más pura, más limpia, me consiguen transportar a ese paisaje incluso viendo la película en una mierda de monitor

. Admito que esto puede ser subjetivo porque yo me he criado en campos de Castilla muy similares a los que recorren estos desgraciados, y siempre he querido ver en cine ciertas luces y efectos de las mismas sobre la vegetación mediterránea. Y aquí hay unas cuantas muestras de eso que yo quería ver. Sin embargo, todo el mundo viene diciendo que las noches son oscurísimas, y son oscuras, pero yo diría que a veces incluso hay demasiada luz, aunque es suave y de buen gusto, y ofrece un efecto magnífico dentro de las tiendas.
Todo esto sería puro documental de no ser porque, a pesar de ese guión de cuatro líneas, la película ha conseguido sobrecogerme en el retrato de esa gente que vagaba sin rumbo, sin hogar, sin vida. Cierto que seguramente se tratase de un viaje temporal, pero incluso ha hecho que aprecie la vida tal como se entiende hoy, cuando normalmente no paro de decir que la vida de hoy en día es una mierda. Con la misma facilidad me han golpeado pensamientos sobre la discriminación hacia la mujer y hacia el extranjero (en ambos sentidos). Y no me han llamado la atención por encontrarme de repente entre reflexiones profundas (pues no lo eran), sino por la economía con la que consigue Reichardt construir lo necesario para que llegue el momento y te sacuda. Levemente, como todo en esta película, pero de forma que deja recuerdo.