SPOILERS
Propuesta festivalera, candidata a ganarse el aplauso de los hipsters de turno... pero también de los Boyeros de la vida; es decir, una modernez sin pasarse de la raya. Melodrama, intriga, y finalmente, una tragedia griega del copón, un envoltorio estético de primer orden para un texto (surgido de una obra de teatro aclamada), culebronesco a rabiar y cogido por los pelos (sin ir más lejos, el encuentro entre la madre y el hijo/padre/verdugo en la piscina, que desencadena el relato). Una jugada arriesgada por parte de un cineasta con confianza en sí mismo y en la historia que ha elegido contar. La referencia a las matemáticas está metida con toda la intención, y creo que es una pista importante para saber de qué habla la película, más allá del doble viaje de búsqueda (en el pasado, la búsqueda de un hijo, en el presente, la búsqueda de una madre que fue siempre una extraña).
La realidad no tiene por qué ser lógica. La madre de los gemelos lo sabe porque lo ha vivido ella misma, optando por darle un sentido en forma de reconciliación inverosímil, una vez muerta. La apariencia del guión es la de un perfecto encaje de bolillos, y a la vez, un perfecto disparate. El conflicto bélico no deja de ser un trasfondo, que podría ser el de cualquier guerra. No es un cine “realista”, me parece a mí, sino que la sobriedad narrativa y estética, el cuidado del encuadre, así como un montaje con mucha importancia y unas decisiones musicales que podrían tildarse de videocliperas (esos Radiohead por ahí) desmienten la posible denuncia social, o al menos no es la prioridad. El mundo aparece dividido en bandos irreconciliables; cristianos y musulmanes, vástagos y progenitores, víctimas y verdugos, amor y odio... pero Abu Tarek es la viva contradicción de todo ello.
Al menos así lo veo yo, todo está bien pensado y el tal Villeneuve está dotado para la visual. Necesito un nuevo visionado para confirmar si es un peliculón o sólo nos vende fuegos artificiales.