Mensch Maschine
Santur
Pues nada, dado que Paramount + no parece tener una fecha concreta de desembarco en España, me he 'agenciado' por ahí esta miniserie de 10 episodios para finalmente hincarle el diente.
Producto creado y coescrito por Michael Tolkin, y concebido a modo de autofelación por parte de Albert S. Ruddy (productor del film original, aquí productor ejecutivo y protagonista, interpretado por Miles Teller), el cual debe de sufrir una terrible pelusa por haber quedado excluido de la leyenda que rodea a Coppola, Robert Evans y otros participantes del film original (o que protagonizaron aquella época en general). Con tal enfoque, naturalmente no estamos ante una serie verosímil, sino más bien ante una ficción inspirada en anécdotas (bien conocidas, por otro lado) y personajes reales, donde todo se manipula o se inventa si hace falta con tal de dar emoción e intensidad al relato.
A pesar del protagonismo cuasi mesiánico de Ruddy, Evans y Coppola como personajes tienen un peso fundamental en la trama, y la serie los trata con mucho cariño y respeto. Incluso Charlie Bludhorn tiene un papel importante, y bueno, en general se agradece ese retrato del esfuerzo en equipo y fes casi inquebrantables para sacar adelante el clásico que hoy conocemos.
Ahora bien, luego hay elementos mucho más discutibles como la relativa importancia y extensión de la subtrama mafiosa con Joe Colombo a la cabeza, así como su desarrollo y encaje en la trama. Llega un momento en el que uno cree estar viendo una serie paralela, pero bueno, ahí está el supermán Ruddy para empastarlo todo, o al menos intentarlo. También se nota forzada la prominencia del personaje de Juno Temple (la cual, por cierto, está terriblemente demacrada), intentando otorgar a la serie el sello de aprobado del feminismo post MeToo, y alejar cierta etiqueta de 'sólo para tíos' de las dos primeras entregas de la trilogía.
Al final, creo que 10 capítulos se hacen excesivos para contar todo esto, y además el uso continuado del cliffhanger al final de cada uno de ellos se antoja absurdo para un producto que, en verdad, sólo puede atraer realmente a fans y mitómanos de la trilogía o del Nuevo Hollywood en general. Y a estos no hace falta engancharlos con recursos de este tipo.
Pero bueno, en definitiva, y pese a sus peros, la serie tiene su gracia y es disfrutable como homenaje a unos personajes y época irrepetibles para el cine.
Un saludete.
Producto creado y coescrito por Michael Tolkin, y concebido a modo de autofelación por parte de Albert S. Ruddy (productor del film original, aquí productor ejecutivo y protagonista, interpretado por Miles Teller), el cual debe de sufrir una terrible pelusa por haber quedado excluido de la leyenda que rodea a Coppola, Robert Evans y otros participantes del film original (o que protagonizaron aquella época en general). Con tal enfoque, naturalmente no estamos ante una serie verosímil, sino más bien ante una ficción inspirada en anécdotas (bien conocidas, por otro lado) y personajes reales, donde todo se manipula o se inventa si hace falta con tal de dar emoción e intensidad al relato.
A pesar del protagonismo cuasi mesiánico de Ruddy, Evans y Coppola como personajes tienen un peso fundamental en la trama, y la serie los trata con mucho cariño y respeto. Incluso Charlie Bludhorn tiene un papel importante, y bueno, en general se agradece ese retrato del esfuerzo en equipo y fes casi inquebrantables para sacar adelante el clásico que hoy conocemos.
Ahora bien, luego hay elementos mucho más discutibles como la relativa importancia y extensión de la subtrama mafiosa con Joe Colombo a la cabeza, así como su desarrollo y encaje en la trama. Llega un momento en el que uno cree estar viendo una serie paralela, pero bueno, ahí está el supermán Ruddy para empastarlo todo, o al menos intentarlo. También se nota forzada la prominencia del personaje de Juno Temple (la cual, por cierto, está terriblemente demacrada), intentando otorgar a la serie el sello de aprobado del feminismo post MeToo, y alejar cierta etiqueta de 'sólo para tíos' de las dos primeras entregas de la trilogía.
Al final, creo que 10 capítulos se hacen excesivos para contar todo esto, y además el uso continuado del cliffhanger al final de cada uno de ellos se antoja absurdo para un producto que, en verdad, sólo puede atraer realmente a fans y mitómanos de la trilogía o del Nuevo Hollywood en general. Y a estos no hace falta engancharlos con recursos de este tipo.
Pero bueno, en definitiva, y pese a sus peros, la serie tiene su gracia y es disfrutable como homenaje a unos personajes y época irrepetibles para el cine.
Un saludete.
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