El maratón de Castellón me convenció a nivel organizativo. El único pero que le pongo es que al ir hacia el puerto pillas dos rectas bastante largas y en ellas hay poca gente animando. El circuito repite calles pero es imposible liarse con el recorrido y lo bueno de repetir es que siempre hay gente animando. El viento nos jugó una mala pasada pero es lo que hay, contra eso no se puede hacer nada.
Avituallamientos cada 2.5 km a partir del km10 con todo en botella, fruta y geles durante carrera, al llegar a meta medalla, toalla de tela (un detallazo para echársela por encima), bebida, comida (había pizza del telepizza), y en la zona de masajes cubos grandes con agua congelada para meterse dentro. Volveré si no el año que viene (me gustaría hacer Valencia), el 2016 casi seguro.
A nivel personal yo sabía que no estaba a nivel físico para hacer un maratón así que iba mentalizado de que sería una carrera que acabaría por cabeza. Salí a ritmo de 5:05 e iba muy cómodo. No tuve problemas de ampollas y eso ayuda mucho. A partir del 27 empecé a notar la falta de entrenos y bajé el ritmo a 5:15 que seguía siendo un ritmo muy bueno.
En el 34 comienza mi verdadero maratón. Llego rodando bien a ritmo sostenido, de hecho me veía haciendo mejor marca y sin haber casi entrenado, y se me sube un gemelo. Estiro y continúo. A los 500m se me vuelve a subir. 500m más tarde es el otro gemelo el que me suelta un latigazo. Así hasta el 38. Ahí comienzan a subírseme indistintamente cada 250m, pero no pienso ir caminando hasta meta. A Castellón no he venido a caminar, he venido a correr un maratón y es lo que pienso hacer.
Sufriendo como nunca me planto a 500m de meta y no pienso parar hasta cruzarla aunque las piernas me van soltando latigazos. Subo el ritmo a 5:15 y comienzo a entrar de metatarso. Me da igual si me rompo del todo. Si entro en meta que sea con clase. Paso meta y se me sube el isquio de la pierna derecha. Me quedo más tieso que si me hubieran metido un palo por el culo. Un voluntario me coge, me sienta en una silla y me ayuda a estirar mientras otros me echan la toalla por encima y me dan agua. Chapó por ellos. Consigo ponerme en pie y me dan esa medalla que sólo los que somos maratonianos sabemos apreciar en su justa medida.
Ando como alma en pena y de repente encuentro a una amiga. Al ver mi cara me pregunta que tal ha ido y sólo atino a decir: "Me he roto". Me abraza y rompo a llorar como nunca lo había hecho. Nunca había necesitado tanto un abrazo como ese. Gracias Verónica, de verdad. Sexta maratón en la cuenta, tercera del año.
Maratón, tú y yo tenemos una cuenta pendiente. Volveremos a vernos las caras en marzo de 2015 en Barcelona, y te aviso de antemano, esta vez habré entrenado.