Acercamos, en estos tiempos, la cara a la tele para ver más de cerca las cosas que pasan. Por incredulidad, asombro, fascinación o lo que sea, fijamos la vista en la pantalla y nos quedamos inmóviles ante la catarata de sucesos que pasan cada día. Quedamos atrapados por la vida que corre ante nosotros. Lo más saludable sería dar dos pasos hacia atrás y apartar la mirada un tiempo y dejar que las cosas pasen, mirar a los lados y prestar atención a tu propia vida y no a la vida en general. No nos queda tiempo. La irritación que siento cuando miro a la pantalla es insana, me enferma por dentro y no quiero pasar lo que me queda de vida, infectado de desasosiego y rabia.
Me bajo de este carro.