La sustancia: Una ¿Genialidad, escoria inmunda? De Coralie FARGEAT
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Hinomura Krycek
Bayofilo
Hinomura Krycek
Bayofilo
Mutante ! Mutante!
Cassiddy
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Yo también, veo cuatro dedos.
Al final, lo que me parece más interesante de la película es justo lo que no les ha gustado ni a Migblah ni al de Jotdown. Porque, más allá de los clichés y de su manido mensaje social, veo cierta sinceridad en su forma: una especie de grito de desesperación, de agotamiento extremo (casi como si de un de certificado de defunción del postmodernismo se tratase). Cuando el primero dice (con animadversión) que el verdadero monstruo es la directora, tiene toda la razón; de lo que no estoy tan seguro es de que ella no sea la primera en ser consciente de ello.
La auténtica sustancia de la película sería, pues, no tanto el examen de la actriz protagonista y lo que la circunda, sino de la propia Fargeat que, tratando de encontrar también "la mejor versión de sí misma", se convierte en un monstruo de Frankenstein hecho a base de retazos mal pegados y digeridos de lo que (ella) supone que es el summum de la belleza fílmica. Al igual que en la transformacion final de la cosa carpenteriana (en la que confluyen todos los asimilados previamente: los chuchos, Norris, Blair, Nauls, Garry...) la directora se convierte también aquí en un ser deforme que apenas puede sostenerse en pie (para tratar de llegar a algún sitio... sólido, al menos).
Por ahí andan a medio cocer Kubrick, Cronenberg, De Palma, Tarantino, Lynch, Hitchcock, el propio Carpenter... junto a la versión matriz de sí misma (Revenge). En esta supuesta apoteosis del postmodernismo (donde, es verdad, no hay ni un solo plano propio) la directora parece primero abrazar la premisa (con convicción) para después rebelarse contra ella (desesperada al chocarse una y otra vez contra los muros del callejón sin salida en el que se encuentra) y finalmente rendirse ante la evidencia de su propia (e inane) monstruosidad. Así, la película empieza muy seria y autoconsciente, con unas formas muy grandilocuentes; después se dedica a dar vueltas y vueltas hasta agotar la fórmula; toma conciencia de su propio sinsentido y finalmente se rinde a la pura astracanada de serie z (como confesándose incapaz de ir más allá).
El rollo postmoderno se agota también en esa mirada mínima, en esa abstracción ridícula como vía para tratar de alcanzar algo supuestamente trascendente que, por supuesto, nunca llega. Una protagonista completamente sola y aislada, hasta el punto de que todo el tema del mejunje se lo envían por "amazon", sin interacción humana, teniendo que arrastrarse como un gusano por callejones estrechos e inmundos para conseguir su ración de soma. Y, por supuesto, te lo tienes que guisar todo tú, claro (y sin manual de instrucciones). En esto llega a extremos ridículos (el momento albañilería).
En fin, que ni "genialidad" ni "escoria inmunda". Lo mejor, el inicio y cierre con lo de la estrella; la persecución por los pasillos al estilo Phantom of the Paradise (ahí me reí); y la tarantinada de las gambas (que sablea a la de los nachos de Stuntman Mike en Death Proof).
La auténtica sustancia de la película sería, pues, no tanto el examen de la actriz protagonista y lo que la circunda, sino de la propia Fargeat que, tratando de encontrar también "la mejor versión de sí misma", se convierte en un monstruo de Frankenstein hecho a base de retazos mal pegados y digeridos de lo que (ella) supone que es el summum de la belleza fílmica. Al igual que en la transformacion final de la cosa carpenteriana (en la que confluyen todos los asimilados previamente: los chuchos, Norris, Blair, Nauls, Garry...) la directora se convierte también aquí en un ser deforme que apenas puede sostenerse en pie (para tratar de llegar a algún sitio... sólido, al menos).
Por ahí andan a medio cocer Kubrick, Cronenberg, De Palma, Tarantino, Lynch, Hitchcock, el propio Carpenter... junto a la versión matriz de sí misma (Revenge). En esta supuesta apoteosis del postmodernismo (donde, es verdad, no hay ni un solo plano propio) la directora parece primero abrazar la premisa (con convicción) para después rebelarse contra ella (desesperada al chocarse una y otra vez contra los muros del callejón sin salida en el que se encuentra) y finalmente rendirse ante la evidencia de su propia (e inane) monstruosidad. Así, la película empieza muy seria y autoconsciente, con unas formas muy grandilocuentes; después se dedica a dar vueltas y vueltas hasta agotar la fórmula; toma conciencia de su propio sinsentido y finalmente se rinde a la pura astracanada de serie z (como confesándose incapaz de ir más allá).
El rollo postmoderno se agota también en esa mirada mínima, en esa abstracción ridícula como vía para tratar de alcanzar algo supuestamente trascendente que, por supuesto, nunca llega. Una protagonista completamente sola y aislada, hasta el punto de que todo el tema del mejunje se lo envían por "amazon", sin interacción humana, teniendo que arrastrarse como un gusano por callejones estrechos e inmundos para conseguir su ración de soma. Y, por supuesto, te lo tienes que guisar todo tú, claro (y sin manual de instrucciones). En esto llega a extremos ridículos (el momento albañilería).
En fin, que ni "genialidad" ni "escoria inmunda". Lo mejor, el inicio y cierre con lo de la estrella; la persecución por los pasillos al estilo Phantom of the Paradise (ahí me reí); y la tarantinada de las gambas (que sablea a la de los nachos de Stuntman Mike en Death Proof).
Hinomura Krycek
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DIY
Cassiddy
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A ver, me la he dejado a la mitad, hoy la retomaré, pero de momento veo referencias a Kubrick y El resplandor, también a 2001 y a Los mundos de Coraline.
Pero me encanta el hecho de que haya tanto plano al CULO de la tipa, porque me imagino a las feminazi de turno diciendo que "se nota que el director es un puto baboso" y su cara cuando vea que esto lo ha dirigido una de las suyas (por cierto, el patriarcado representado de la forma mas asquerosa posible, of course).
En fin, no se si esto mejorará, de momento es un Cuentos Asombrosos.
Pero me encanta el hecho de que haya tanto plano al CULO de la tipa, porque me imagino a las feminazi de turno diciendo que "se nota que el director es un puto baboso" y su cara cuando vea que esto lo ha dirigido una de las suyas (por cierto, el patriarcado representado de la forma mas asquerosa posible, of course).
En fin, no se si esto mejorará, de momento es un Cuentos Asombrosos.
Yo al respecto de esto tengo una reflexion para @Magnolia ahora mismo ser director heteresexual debe ser un putadon bastante gordo, si quieres mostrar tías desinhibidas y/o planos de indole sexual femenina estas jodido porque como bien dice Cassidy como te pongan en el punto de mira feminazi estas jodido.... solo tías y directores gays tienen bula papal para poner en pantalla según que cosas, ¿cómo lo ves?
Hinomura Krycek
Bayofilo
Pues que se haga gay, y ya estaría.
Guadagnino hace lo mismo enseñando culos, pollas, y torsos de tíos y no pasa nada.
Cassiddy
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Son las mismas que si ven la foto de una tia marcando culo la critican por cosificarse, pero si una mujer con obesidad mórbida sube una desnuda le comentan "Se puede ser mas diosa???".
En fin, que hay que hacer como si no existieran.
El problema es que si haces pelis y las llevas a los festivales como consigas publicidad negativa o te pongan una etiqueta concreta, por eso preguntaba a Magno como lo ven, los que estan "dentro"... supongo que se autocensuran a la hora de guión o de rodaje para evitar "suspicacias"
Cassiddy
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Es curioso, porque noto que lo que funciona en un festival puede ser defenestrado por otro, pero el wokismo parece que los ha llevado a un consenso común. Seguro que hay varias historias que critican toda esta mierda que nos ha tocado vivir, pero a saber quién aceptaría protagonizarlas sin que dinamiten su carrera con ese puto término (cancelado) y sobre todo quién se atrevería a producirlas.
Con los culos le pasa lo mismo que a Tarantino con los pies (siempre ha sido su mayor referente); en Revenge ya sucedía lo mismo que aquí (tanto traseros femeninos como masculinos).
MiguelGc
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A mí me ha gustado bastante, me parece una fábula con cierto subtexto, no tanto el wokismo que se comenta, con esas caricaturas de Weinsteins varios, es demasiado burdo y parece hecho para que salten gatillos...
Lo que me ha sugerido màs bien es una mezcla de autocrítica generacional, una estrella que se ha hecho rica durante décadas con su espectáculo/cuerpo y no digiere la rotación natural, el derecho de gente más joven a ocupar su lugar, generación langosta nos llaman, y por otro lado veo una Demi Moore estupendísima y relativamente natural de aspecto para su edad , con su mejor interpretación sin duda y echando ácido sobre tantos actores/actrices considerados hasta ahora de mayor nivel que se han jodido la cara a base de operaciones de cirugía con resultado desastroso.
Retrata esa dicotomía entre el aspecto juvenil que creen estar consiguiendo con las cirugías y el aspecto grotesco que poco a poco terminan teniendo, con ese público y esos productores que no reaccionan, una pequeña venganza de una actriz "de segunda" contra el establishment.
Y la dirección también estupenda, muy dopamínica en ritmo y estética visual.
Lo que me ha sugerido màs bien es una mezcla de autocrítica generacional, una estrella que se ha hecho rica durante décadas con su espectáculo/cuerpo y no digiere la rotación natural, el derecho de gente más joven a ocupar su lugar, generación langosta nos llaman, y por otro lado veo una Demi Moore estupendísima y relativamente natural de aspecto para su edad , con su mejor interpretación sin duda y echando ácido sobre tantos actores/actrices considerados hasta ahora de mayor nivel que se han jodido la cara a base de operaciones de cirugía con resultado desastroso.
Retrata esa dicotomía entre el aspecto juvenil que creen estar consiguiendo con las cirugías y el aspecto grotesco que poco a poco terminan teniendo, con ese público y esos productores que no reaccionan, una pequeña venganza de una actriz "de segunda" contra el establishment.
Y la dirección también estupenda, muy dopamínica en ritmo y estética visual.
Hinomura Krycek
Bayofilo
Demi se ha operado lo suyo... pero lo ha hecho relativamente bien.
Hinomura Krycek
Bayofilo
Es una COMEDIA.
La reciente y aclamada comedia negra de Coralie Fargeat, “The Substance”, protagonizada por Demi Moore, está siendo presentada para ser considerada a los premios Globos de Oro.
Más específicamente, se está presentando para su consideración como musical/comedia.
La reciente y aclamada comedia negra de Coralie Fargeat, “The Substance”, protagonizada por Demi Moore, está siendo presentada para ser considerada a los premios Globos de Oro.
Más específicamente, se está presentando para su consideración como musical/comedia.
si, si te partes... se oyen las risas desde el segundo anfiteatro...
Harkness_666
Son cuatro
La película tiene la sutileza de un rinoceronte en una tienda de porcelanas. Expone su ideas (cosificación de las mujeres, ídolos con fecha de caducidad a ser vorazmente consumidos, el ciclo de la fama, etc.) de manera que hasta el más tonto lo pille. Lejos de respetar un distanciamiento clínico, la directora golpea con colores chillones, secundarios grotescos que parecen huidos de la Troma, uso efectista de imagen y de sonido conforme a nuestra hipertrofia audiovisual, algún que otro recurso a lo onírico que da una pereza considerable. Incluso detalles, mini-flashbacks, de los que parecen pensados para el espectador con déficit de atención (“you were amazing”… que sí, que lo hemos pillado). Tiene también otros, como el de la estrella en el paseo de la fama, efectivos y resultones en su sencillez.
Cuento moral sobre el doble en tres partes, la primera presenta el funcionamiento de esa “sustancia” que se asemeja a cierta empresa de paquetería omnipresente en nuestros días y sus lógicas despersonalizadas, a un camello de lujo o al mismísimo diablo, que te tienta porque sabe que caerás. Se ven muy claros los referentes: Cronenberg en sus procesos de degeneración y transformaciones del cuerpo y la mente, Lynch con sus sueños deformados, sus rincones oscuros de L. A. y directamente “El hombre elefante”.
El grueso no deja de ser la historia de una persona adicta, en su caso a la juventud, pero que podría ser el móvil, las redes, las drogas o el porno (se acerca bastante en la imitación de cierto imaginario estético, de hecho). Transmite asco con sus imágenes repugnantes, pero sobre todo da pena e inspira compasión hacia quien es consciente de lo que le pasa, pero no lo puede controlar. El tercer acto es un desfase zetoso que evoluciona en cambio al humor negro, el morbo y el circo freak, entre la estupefacción y el aplauso de la platea. Por fin se produce el encuentro ente los dos auténticos cuerpos, uno artificial, el otro colectivo, compartiendo el mismo grito horrorizado; el horror de contemplar al monstruo que han creado, el horror del propio monstruo al verse rechazado. Lo que parece por completo irreal y de pesadilla es, en su carnalidad sangrienta y deforme, y aquí está la ironía, lo único real y auténtico que les une.
Cuerpo individual, pero escindido física y psíquicamente, ante un cuerpo formado por hombres que parecen todos el mismo tío asqueroso (lo es incluso el amigo de la infancia, el único más o menos positivo). Y un tercero y mucho más dudoso; nosotros como espectadores. Adicción como esquizofrenia y además bidireccional, retroalimentada; también la de ese público que demanda cada vez más y más. Culpa de ese público, pero también de quien es la primera en no valorarse, en rebajarse y comprar ese discurso interesado y tramposo de la belleza, y aquí el feminismo de la autora parece bastante “equitativo”.
Vampirismo de los demás, pero también del propio vampiro hacia sí mismo; de uno que sí se refleja y se multiplica en los espejos, en la pantalla, en la publicidad, y aquí hay cierto discurso sobre el hechizo inevitable de las imágenes y de la ficción que sólo es ficción, pero que acaba condicionando la realidad. Hay algo también de confrontación y brecha generacional enorme entre boomers y zoomers, que se salda con una violencia y un odio extremos. Otra vez, la contradicción de batallar contra la sexualización sexualizando y contra la frivolidad frivolizando; todo es producto, incluida tú, Coralie… Apenas nos escandalizamos con tetas, gore y bizarradas, pero la presencia de una negra lesbiana en la última entrega de la franquicia mediocre de turno nos subleva y revoluciona; he aquí al auténtico monstruo posmoderno.
Cuento moral sobre el doble en tres partes, la primera presenta el funcionamiento de esa “sustancia” que se asemeja a cierta empresa de paquetería omnipresente en nuestros días y sus lógicas despersonalizadas, a un camello de lujo o al mismísimo diablo, que te tienta porque sabe que caerás. Se ven muy claros los referentes: Cronenberg en sus procesos de degeneración y transformaciones del cuerpo y la mente, Lynch con sus sueños deformados, sus rincones oscuros de L. A. y directamente “El hombre elefante”.
El grueso no deja de ser la historia de una persona adicta, en su caso a la juventud, pero que podría ser el móvil, las redes, las drogas o el porno (se acerca bastante en la imitación de cierto imaginario estético, de hecho). Transmite asco con sus imágenes repugnantes, pero sobre todo da pena e inspira compasión hacia quien es consciente de lo que le pasa, pero no lo puede controlar. El tercer acto es un desfase zetoso que evoluciona en cambio al humor negro, el morbo y el circo freak, entre la estupefacción y el aplauso de la platea. Por fin se produce el encuentro ente los dos auténticos cuerpos, uno artificial, el otro colectivo, compartiendo el mismo grito horrorizado; el horror de contemplar al monstruo que han creado, el horror del propio monstruo al verse rechazado. Lo que parece por completo irreal y de pesadilla es, en su carnalidad sangrienta y deforme, y aquí está la ironía, lo único real y auténtico que les une.
Cuerpo individual, pero escindido física y psíquicamente, ante un cuerpo formado por hombres que parecen todos el mismo tío asqueroso (lo es incluso el amigo de la infancia, el único más o menos positivo). Y un tercero y mucho más dudoso; nosotros como espectadores. Adicción como esquizofrenia y además bidireccional, retroalimentada; también la de ese público que demanda cada vez más y más. Culpa de ese público, pero también de quien es la primera en no valorarse, en rebajarse y comprar ese discurso interesado y tramposo de la belleza, y aquí el feminismo de la autora parece bastante “equitativo”.
Vampirismo de los demás, pero también del propio vampiro hacia sí mismo; de uno que sí se refleja y se multiplica en los espejos, en la pantalla, en la publicidad, y aquí hay cierto discurso sobre el hechizo inevitable de las imágenes y de la ficción que sólo es ficción, pero que acaba condicionando la realidad. Hay algo también de confrontación y brecha generacional enorme entre boomers y zoomers, que se salda con una violencia y un odio extremos. Otra vez, la contradicción de batallar contra la sexualización sexualizando y contra la frivolidad frivolizando; todo es producto, incluida tú, Coralie… Apenas nos escandalizamos con tetas, gore y bizarradas, pero la presencia de una negra lesbiana en la última entrega de la franquicia mediocre de turno nos subleva y revoluciona; he aquí al auténtico monstruo posmoderno.
Una comedia NEGRA, entonces y +18.
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El monstruo posmoderno es el público que se subleva ante la hipocresía moralizante de la industria del entretenimiento, cuando debería escandalizarse por las tetas y el gore?