Pues acabo de volver. Alguno (y alguna) me va a matar, pero lo siento... no me lo puedo callar.
Partamos de la base de que ya había ido bastantes veces a Alicante. Pero básicamente a la capital. Y si, la parte del puerto es top, y tal. No está mal. Mucho ruso (y rusas

), pasta, y no se come mal. Hasta ahí, bien. Los hoteles, un atraco a mano armada últimamente, eso si.
Esta vez me he movido un poco (tampoco muy lejos) por los alrededores, y... la ostia. Sobrevalorada es poco. El trayecto hasta Elche, directamente es Mordor. No he visto nada tan ESPANTOSO en mi vida, salvo Algeciras... y no sabría que decirte. Si tiras para el norte (Muchamiel y tal)... algo mejor, pero nada del otro mundo, ¿eh? Mucha masía tapiada, chaletazos al lado de vertederos... No mola demasiado. La verdad, que estén pidiendo millones de euros (literalmente) por cualquier cosa allí, me parece demencial.
Y sobre la comida... me cago en mi puta vida. Al final, como a mi mujer le priva el arroz, nos fuimos al Cachito. Reservé porque, vista la fama, pensaba que estaría a petar, y cuando llegamos y dijimos que teníamos reserva, las cuatro mesas que había ocupadas nos miraron como si fuésemos gilipollas, con una media sonrisa.
Mi mujer, preocupadísima por si el vestido que llevaba no era adecuado a la categoría del establecimiento, y nos encontramos poco menos que una tasca de camioneros. Cuatro fotos enmarcadas de gente que no conoce ni dios como si fuesen el Papa. Que por cierto, también está... por no sé que cojones de una bendición que le pidieron (y yo pensando que lo habían paellizado allí). Y un trofeo enorme de cartón piedra chusco que yo pensaba que era un trozo de falla. El diploma, debajo. Que había ganado nosequé del mundial de paellas del 2021. Debieron pillar al jurado borracho, porque si no, no me lo explico. Porque paso a la comida.
Nada más sentarnos, nos plantan un plato que mi mujer confunde con aceitunas... y son habas. Uno, que es osado por naturaleza, le mete mano a la primera. Fue la última. Ácidas, ásperas... Un horror.
Nos ofrecen pan con tomate y alioli y oye... palante. Y nos sacan una especie de hogaza requemada, un tomate triturado de bote, y un alioli que... mejor me callo. No vaya a ser que mi abuelo se revuelva en la tumba.
Visto lo visto, decidimos centrarnos en el arroz. Que cojones, es la especialidad, todo lo demás no cuenta. Digo yo.

A esto que pasa una paella "del señoret" con marisco y tal... y deja un rastro olorífero detrás, que gracias a dios mi media naranja estaba en el baño, que si no, nos largamos. Vuelve, empieza a elegir, la convenzo sibilinamente que la paella de marisco o pescado mejor no, que no me apetece, el conejo a ella no le gusta... así que pedimos una paella de verduras. Que puede salir mal.
Pues salió mal. De entrada, la plantan... y es negra. Que si, que es la alcachofa y tal, pero coño... que he visto ojetes de orco más claritos. Pero bueno, lo importante es como sepa. Digo yo. Mi santa coge la primera cucharada... y con la cara que pone, ya me lo ha dicho todo. En serio, un horror. Cosa más mala, por dios.

No digo incomible, pero...

Viendo como la pobre hace de tripas corazón para no disgustarme y revuelve con lentitud ese pastiche con el tenedor, me armo de valor, cierro los ojos, y empiezo a devorar, que uno es educado y le da vergüenza mentir cuando me hacen la típica pregunta de "¿Es que no le ha gustado?". De hecho, al final me preguntaron si estaba buena y mentí como un bellaco. Y engullendo le ahorro a ella el trago de tener que hacerlo (comer).
Así que acabamos, veo que no ha comido nada, y pido un postre para que al menos, pueda meterse al cuerpo algunas calorías. Tarta de almendras alicantinas. Coño, es imposible que eso esté malo. Pues no, no era imposible. Una especie de bizcocho borracho con licor de almendras... amargas, y un merengue por encima más duro que la suela de un zapato. Eso si que nos lo dejamos íntegro por que es que era imposible.
Y para rematar, voy a lavarme las manos... y veo que tengo los dientes negros como un tizón. Salgo, la miro, se lo enseño... y sale corriendo al baño porque está igual. Y nosotros sin cepillos, y con una visita a una clienta en treinta minutos. Tuvimos que parar en una gasolinera a comprar algo para lavarnos los dientes, que el hotel estaba lejos.
Resumen de ChatGPT: Me cago en mi puta vida...