Pues sí, allí estuve (estuvimos, fui con un amigo), sólo el último día, el domingo (para ver "The good, the bad and the ugly"), pero mereció mucho la pena, vaya que sí...
Dices bien, Magnolia, cuando dices que fue de llorar de emoción, porque yo no pude reprimir la humedad en mis ojos cuando comenzaron a sonar los acordes del grandísimo Morricone mientras Eli Wallach corría entre las tumbas buscando desesperadamente el oro; ni tampoco evité emocionarme cuando él, Lee Van Cleef y Clint Eastwood se comenzaron a separar para batirse en el duelo final, Morricone mediante dando de nuevo la debida ración de mítica... Algo que no se puede describir con palabras por mucho que lo intente.
La proyección de este último día fue en El cortijo del Fraile, donde está la ahorra derruida iglesia en la que se recupera "El rubio" en la película, tras el martirio al que le somete Tuco. En la escena en la que salen de allí en la diligencia justo pasan por donde estábamos nosotros viendo la película, y la gente se deshizo en aplausos, de hecho de vez en cuando estos volvían, realzando así la fuerza de la escena, haciendo piña, recordando que lo que allí se vivía era una experiencia cuasi mística compartida.
Presentó la película el propio organizador del Alamo Roadshow Tour, traduciéndole Nacho Vigalondo (con el que tuvimos la oportunidad de charlar y entrevistar a lo largo de media hora mi compañero y yo en la fiesta posterior en el hotel, para nuestra página web; ya pasaré link). También hablamos con el creador de una de las páginas webs más importantes sobre el "spaguetti western", de cuyo nombre no me acuerdo porque no dispongo ahora mismo de su tarjeta. Por si fuera poco, un chico de la zona estaba realizando un documental con motivo del evento, por lo que no sólo entrevistamos sino que también fuimos entrevistados; día completo, vaya.
Al día siguiente estuvimos en la playa de Mónsul, donde se rodó la escena del paseo de Harrison Ford y Sean Connery en Indiana Jones y la última cruzada. Además de estar ahí por eso, con lo que ello supone para dos fans de la saga original como éramos nosotros, nos encontramos un paraje precioso -con sus señoritas tomando el sol en topless y todo
-, lo cual supuso un doble premio.
En fin, que por mucho que os siga contando nunca os imaginaréis lo que uno puede llegar a sentir paseando por donde estuvo el gran Sergio Leone y toda su plebe rodando maravillas de este calibre. Había que estar para vivirlo, y yo, por suerte, y aunque supusiera un gran cansancio y algún trastorno laboral, puedo decir que viví esa MÍTICA.
Un saludo.
