Vistos los dos primeros capítulos, la verdad es que la serie está muy bien, tiene un regusto muy cercano al cine de William Friedkin de los 70, donde la línea que separa al bueno del villano es muy confusa, si es que realmente existe dicha línea. Todo ello con una temática que resulta muy cercana al mundo cotidiano del espectador español, a veces me pregunto si el interés sería el mismo en caso de tratarse por ejemplo de una serie sueca sobre la misma temática.
Los actores muy bien, y el nivel técnico es el que cabe esperar de Rodrigo Sorogoyen, quien está siguiendo una línea ascendente en términos de puesta en escena aunque a veces caiga en el abuso de los grandes angulares. Sin embargo, aún tengo cierta sensación de artificialidad en términos globales, como si hubiese algo impostado en la narración. Quizá se deba a la intención de Sorogoyen de resultar prudente y equidistante (término que actualmente tiene una injusta mala prensa por otros motivos), al mismo tiempo que trata las cosas de una manera muy directa y poco sutil, resultando en un choque entre tono e intenciones que el director aún no sabe dominar.
Pero bueno, en todo caso, estamos ante un nuevo punto a favor de la ficción televisiva patria, ojalá que el nivel siga así por mucho tiempo.
Un saludete.