Pero de buen rollo, Jaume, me estás decepcionando. Eres un tío de ciencia, amigo. Tío, ¿por qué el gen de medusa me va a provocar cáncer de rabadilla y no va a hacer que me salgan plumas y me eche a volar? A lo mejor llevas razón, y el alimentarnos de esa mierda en un futuro, cree algunas enfermedades genéticas... Pero también como carne y no me salen pezuñas. Tampoco he visto comprobado lo de quedarme ciego si me hago pajas, todo puede ser a este ritmo, pero vamos a ver...
No soy fan de Monsanto ni de toda esa panda de mafiosos, pero... esa tesis es irracional y yo espero mucho más de tí, brother.
Bueno, seaker, tampoco nos pasemos, que existen razones de sobra para tener recelo de los transgénicos... pero como las hay para tener miedo de casi cualquier tecnología. La tecnofobia es tan antigua como la propia humanidad, basta con recordar mitos griegos como los de Prometeo o el de Ícaro y Dédalo, entre otros, que tan bien ilustran lo peligroso que es jugar a ser Dioses y el miedo a las consecuencias imprevistas de nuestras invenciones.
Estoy seguro que cuando los primeros humanos descubrieron el fuego, no tardaron en aparecer voces disidentes que se negaban a calentar los alimentos, porque el fuego alteraba la composición química de los alimentos y el crudivorismo era más "natural". Obviamente no usarían estos mismos argumentos, pero seguro que algún tipo de recelo tenían. Y seguro que en la misma época aparecieron los primeros ecologistas, que alertaban de los terribles peligros que el fuego podía suponer para el medio ambiente (seguro que de aquella ya había pirómanos que disfrutaban prendiendo fuego a los bosques). Y los primeros pacifistas, que se seguramente se escandalizaron al ver como la posesión del fuego hacía que las guerras entre tribus cada vez fuesen más demoledoras, y cómo la nueva herramienta podía provocar la autodestrucción de la humanidad. Y no podemos decir que las críticas al fuego estuviesen infundadas. Sin embargo, qué habría sido de la humanidad sin el fuego.
Cada descubrimiento tecnológico, cada avance científico, tiene una cara y una cruz. Un cuchillo puede ser un útil instrumento para cortar cosas o un arma mortífera. Los medios de transporte permiten salvar todo tipo de distancias de manera cómoda a costa de incrementar el nivel de CO2 en la atmósfera. La energía nuclear puede proveer enormes cantidades de energía a los humanos o ser un instrumento de destrucción masiva. Internet puede ser una fabulosa herramienta de comunicación, divulgación de información y construcción de conocimiento, o un lugar en el que tienen libre cabida la pederastia, el
snuff y cualquiera puede aprender a montar una bomba casera, además de fomentar la alienación. La ingeniería genética se puede utilizar para curar enfermedades o para impulsar la eugenesia. Y un largo etcétera.
Es lógico tener recelo de la tecnología. Toda tecnología tiene un poder destructivo, y son muchas las consecuencias imprevistas que el uso de la misma ha tenido sobre el ser humano y sobre el medio ambiente. Por lo tanto, siempre es bueno ser previsor y saber adelantarse a las posibles consecuencias negativas que podría acarrear el desarrollo de una nueva técnica.
Pero no es menos cierto que la tecnología ha traido muchísimas cosas buenas, y que la actual vida humana no se podría concebir sin ella. Y aunque no me considero especialmente
tecnófilo (yo todavía uso un móvil estilo Gordon Gekko, para que veáis lo mucho que me preocupa "estar a la última" con los nuevas tecnologías

), pienso que las tecnologías no son malas
per se, sino que no son más que herramientas, que se pueden llegar a utilizar muy mal o muy bien.
Y también pienso que no tiene mucho sentido pasarse el día agobiado por unos presuntos peligros futuros que a lo mejor nunca llegan. ¿Que los móviles igual provocan cáncer? Oye, pues a lo mejor sí. Pero hasta el momento, no poseemos ni una sóla evidencia científica teórica o empírica que lo demuestre. No podemos estar 100% seguros de las consecuencias que puede tener el uso de móviles para la salud humana. Pero, ¿cuál es la alternativa? ¿Pasarse 100 años haciendo pruebas sobre muestras controladas antes de permitir el acceso a la tecnología al conjunto de la población?
Lo cierto, es que a día de hoy, no sabemos el impacto que van a tener sobre la salud humana muchos inventos modernos. ¿Alguien sabe las consecuencias que puede tener para la vista el pasarse 8 horas diarias trabajando delante una pantalla retroiluminada a todo trapo? ¿O los efectos que va a tener en la audición el pasarse 2-3 horas diarias escuchando música a todo trapo en el MP3? Igual las generaciones digitales llegan a la senectud con un deterioro sensorial y cognitivo muy superior al de las generaciones precedentes. El cada vez mayor desarrollo de la informática doméstica ha aumentado enormemente el número de gente que pacede síndrome del túnel carpiano: ¿deberíamos dejar de usar, pues, ordenadores? ¿O tal vez sea mejor utilizar nuestra inteligencia para ir resolviendo los nuevos problemas que aparecen sobre la marcha?
No cabe que el progreso suscita muchas dudas. Y que es normal y sano tener dudas. Pero una cosa es ser escéptico y otra es vivir con miedo a todo.