Pixa
Sir.
A ver que os parece...
Las sienes le palpitaban cada vez mas intensamente. Se tomó un par de aspirinas y un trago de agua. Después, Toño dejó la botella en la mesilla de su habitación , junto al cuadernillo de crucigramas amarillento y a los dos dados, uno con el dos y el otro con el color blanco. Se levantó, apagó la luz y salió a la terraza.
El aire fresco le venía bien para reflexionar, para concentrarse. Arriba, en la terraza del ático donde vivía el solo, pues Sofía, su novia, lo había dejado días atrás, Toño podía pasarse horas enteras sin darse cuenta, sumido en la mas profunda concentración, ajeno a todo, con una única cosa en la mente, viendo a la gente pasar por la calle, seis plantas mas abajo.
Bajo la luz de las farolas, vio pasar a una pareja de enamorados cogidos de la mano, el, vestido con un traje oscuro, iba jugueteando con ella, que llevaba un traje de satén de color perla, pues debían venir de una fiesta. Se iban dando algún que otro golpe de cadera mientras caminaban. Cada diez metros se paraban para besarse. El la recogía el pelo, la acariciaba la cara , entrecerraba los ojos, y mediante un beso se enviaban un telegrama anticipándose lo que luego después vendría en el dormitorio.
Toño siguió observando, y esta vez su atención recayó sobre una anciana que había salido a pasear con su American Stanford. La anciana llevaba una falda y una camisa negras, a juego con sus zapatillas, un luto riguroso. El perro ladró un par de veces a un gato que pasó como un relámpago cruzándose con ellos, cosa que irritó algo a Toño, pero no tardaron en alejarse.
Al rato apareció una chica rubia haciendo footing, con unas mayas ajustadas de color blanco, a juego con el mini top que llevaba, que realzaba su figura. A través del visor, se veían unos turgentes senos, bastante firmes, por lo que dedujo que hacía ejercicio asiduamente. Un cuerpo precioso. Respiró hondo y su dedo acarició el gatillo hasta que un sonido seco perforó la noche.
La bala del 22 entró limpiamente entre las dos costillas y perforó el corazón con precisión de cirujano. La chica avanzó unos metros hasta que su cuerpo sin vida cayó al suelo. Los servicios de emergencia no pudieron mas que certificar su muerte.
Mientras los efectivos del Samur aguardaban a que llegara la policía, una chica con una camisa blanca que iba hablando por su celular, se paró junto a ellos y les preguntó algo. Toño no fue capaz de leer sus labios, pero le dio igual. El mismo sonido seco y el mismo impacto, con los mismos resultados.
La pareja de médicos del Samur se subió en la ambulancia y huyó despavoridos. Toño había vuelto a dar en el blanco. Con una tranquilidad casi insultante, guardó su rifle del 22 en su funda y entró en su casa. Lo dejó bajo la cama, cogió sus dados y los volvió a tirar. Salió el color negro y un seis...
Si os gusta, tengo mas escondidos.
Las sienes le palpitaban cada vez mas intensamente. Se tomó un par de aspirinas y un trago de agua. Después, Toño dejó la botella en la mesilla de su habitación , junto al cuadernillo de crucigramas amarillento y a los dos dados, uno con el dos y el otro con el color blanco. Se levantó, apagó la luz y salió a la terraza.
El aire fresco le venía bien para reflexionar, para concentrarse. Arriba, en la terraza del ático donde vivía el solo, pues Sofía, su novia, lo había dejado días atrás, Toño podía pasarse horas enteras sin darse cuenta, sumido en la mas profunda concentración, ajeno a todo, con una única cosa en la mente, viendo a la gente pasar por la calle, seis plantas mas abajo.
Bajo la luz de las farolas, vio pasar a una pareja de enamorados cogidos de la mano, el, vestido con un traje oscuro, iba jugueteando con ella, que llevaba un traje de satén de color perla, pues debían venir de una fiesta. Se iban dando algún que otro golpe de cadera mientras caminaban. Cada diez metros se paraban para besarse. El la recogía el pelo, la acariciaba la cara , entrecerraba los ojos, y mediante un beso se enviaban un telegrama anticipándose lo que luego después vendría en el dormitorio.
Toño siguió observando, y esta vez su atención recayó sobre una anciana que había salido a pasear con su American Stanford. La anciana llevaba una falda y una camisa negras, a juego con sus zapatillas, un luto riguroso. El perro ladró un par de veces a un gato que pasó como un relámpago cruzándose con ellos, cosa que irritó algo a Toño, pero no tardaron en alejarse.
Al rato apareció una chica rubia haciendo footing, con unas mayas ajustadas de color blanco, a juego con el mini top que llevaba, que realzaba su figura. A través del visor, se veían unos turgentes senos, bastante firmes, por lo que dedujo que hacía ejercicio asiduamente. Un cuerpo precioso. Respiró hondo y su dedo acarició el gatillo hasta que un sonido seco perforó la noche.
La bala del 22 entró limpiamente entre las dos costillas y perforó el corazón con precisión de cirujano. La chica avanzó unos metros hasta que su cuerpo sin vida cayó al suelo. Los servicios de emergencia no pudieron mas que certificar su muerte.
Mientras los efectivos del Samur aguardaban a que llegara la policía, una chica con una camisa blanca que iba hablando por su celular, se paró junto a ellos y les preguntó algo. Toño no fue capaz de leer sus labios, pero le dio igual. El mismo sonido seco y el mismo impacto, con los mismos resultados.
La pareja de médicos del Samur se subió en la ambulancia y huyó despavoridos. Toño había vuelto a dar en el blanco. Con una tranquilidad casi insultante, guardó su rifle del 22 en su funda y entró en su casa. Lo dejó bajo la cama, cogió sus dados y los volvió a tirar. Salió el color negro y un seis...
Si os gusta, tengo mas escondidos.
