Europa, el sueño federal

Respuesta: Europa, el sueño federal

La Europa que nunca fue

Domingo, 3 de Junio de 2012

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Juan y María buscaban pareja y se inscribieron en un sitio de estos de internet. Cada quien llenó el formulario indicando el tipo de comida, libros, cine, deportes, actividades de tiempo libre que le gustaba, si fumaba o bebía, la religión que profesaba, si era del Madrid o del Barça y así un rato. La máquina les presentó y se fueron a cenar y efectivamente a los dos les gustaba la misma comida, libros y cine, hacían los mismos deportes, no fumaban, bebían de vez en cuando y eran del Madrid o del Barça, da lo mismo. Ya que eran tan compatibles continuaron saliendo y divirtiéndose por lo que decidieron irse a vivir juntos. En ese momento comenzó el desastre ya que ninguno de los dos era capaz de intimar con nadie ni de expresar sentimientos, se dieron cuenta que no tenían amigos, que tenían serios problemas emocionales que probablemente se remontasen a sus infancias, que dependían neuróticamente el uno del otro ya que su terror más grande era la soledad; cada uno esperaba ser cuidado pero no cuidar a nadie. En fin dos niños-adultos que nunca maduraron emocionalmente y seguían buscando a su papá o mamá que les cuidase, sin percatarse que ellos a su vez tenían que hacer de papá o mamá de su pareja de vez en cuando. Entonces comenzaron a pensar que el problema era que no salían a divertirse lo suficiente, siempre metidos en el piso, que si la rutina, que si más sexo, que si cenas románticas. Nada de eso sirvió de nada y cada uno tuvo que regresar a lo que más le aterraba en este mundo: la soledad, preguntándose el cómo era posible que esto hubiese fracasado si tenían planificado hasta el último detalle.


Un poco de esto sucede con la construcción Europea donde se ha planificado hasta el último detalles no importantes. En Europa al día de hoy existe legislación comunitaria sobre el contenido máximo de Fenol residual que la madera para fabricar sillitas da de comer a los bebés debe tener, existe una complejísima y cambiante legislación sobre el tamaño que deben tener los huevos, su peso, cuantas gallinas por jaula, que deben comer, como se deben sentir y a cuantas gallinas por gallo toca. Seguramente en alguna aburrida y mojada calle de Bruselas también exista la oficina de los lobistas que representan a los gallos para tratar de lograr el que a cada quien le toquen muchas gallinas. Pero a su vez no existe absolutamente nada legislado al respecto de los asuntos que de verdad son importantes para los ciudadanos tales como pensiones, educación, leyes laborales, impuestos y asistencia social.

Por ejemplo si usted trabaja diez años en España, cinco en Italia, otros diez en Alemania, cinco en Austria y cinco en Grecia tendrá que realizar trámites ante los cinco países y en cada uno de ellos será penalizado ya que no ha trabajado los años reglamentarios en cada país que le cualifiquen para recibir una pensión cuando en realidad usted ha trabajado más que nadie y donde ha hecho falta moviéndose constantemente hacia donde la actividad económica lo ha requerido. Su vida laboral se ve fragmentada entre todos los países donde ha trabajado y su posibilidad de recibir alguna pensión va disminuyendo a medida que va trabajando en más y más países.

Supongamos ahora que usted trabaja en Italia y se marcha a Inglaterra bien sea de vacaciones o por trabajo y tienen que atenderle en un hospital. Prepárese para el papeleo del siglo, el adelantar dinero suyo a los ingleses para luego intentárselo cobrar a la seguridad social italiana y prepárese para la sorpresa del siglo cuando su carnet de la seguridad social italiana valga como el papel mojado en la inglesa. Y que podemos esperar si el carnet de la seguridad social de Murcia en realidad no vale en Cáceres, le atienden porque los políticos han dado la orden de que le atiendan de forma de evitar el n-esimo escándalo. Acto seguido vaya a renovar el carnet de conducir español en Alemania: no se puede, debe ir usted a España a renovarlo.

Ahora usted acaba en Italia, marcha a Alemania y tiene que cambiar a sus hijos de colegio. Prepárese una vez más como no los envíe a un carísimo colegio internacional que si mantiene un pensum y sistemas de notas uniforme. En Francia las notas van de cero a veinte siendo cero el peor y veinte el mejor, en España de cero a diez, en Finlandia es aprobado o no aprobado, en Alemania la cosa va del uno al seis, pero “uno” es máxima nota y “seis” reprobado, en Bulgaria va del uno al cinco, en Irlanda va de la “A” (excelente) hasta la “F” (reprobado), en Italia las notas son del uno al diez pero se aprueba con un seis y también existe el “método antiguo” con la escala “Ottimo”, “Distinto”, “Buono”, “Sufficiente”, ”Insufficiente”. En Holanda la escala es del cero al diez pero el problema está en los decimales ya que una nota de 5.4 es un no aprobado mientras que otra de 5.5 si lo es si la nota se redondea sin decimales, unos utilizan un décimal y otros no utilizan decimales. En Noruega la escala es del uno al seis pero se aprueba con dos. En Polonia se utiliza una escala de seis niveles “niedostateczny”, “dopuszczający”, “dostateczny”, “dobry”, “ardzo dobry”, “celujący”, pero en la universidad es diferente y la escala utilizada es: “niedostateczny”,”dostateczny”,”dostateczny plus”,”dobry”,”dobry plus”,”bardzo dobry”,”celujący”,”zaliczony”,”niezaliczony”. En Portugal la escala es 1-5, pero a partir del bachillerato es 0-20. Y así en cada país hasta enloquecer traduciendo notas mediante caros y lentos traductores oficiales para tratar de convencer al director de la escuela que el grado II en Rumanía se corresponde con el II de Alemania y que “Satisfăcător” quiere decir que ha aprobado y se corresponde con un “Vier” alemán.

Ni siquiera existe una lengua común en Europa que permita a todo aquel que lo desee el trabajar en otro país y realizar sus trámites ante los diferentes estados. Para estas cosas normalmente existe el inglés, pero claro es una afrenta al orgullo nacional de unos o a la incapacidad de aprender idiomas de otros. ¿ Cómo es posible que el inglés a estas alturas no sea idioma cooficial en todas las administraciones y empresas europeas ?.

Todo esto se traduce en una sola cosa: no existe un mercado homogéneo de trabajo y este es un requisito imprescindible para que una región con moneda única funcione. El libre flujo de trabajadores no solo se consigue eliminando fronteras físicas, también hay que eliminar las otras barreras y sin libre movilidad de trabajadores no hay moneda única que valga ya que siempre aparecerán tensiones entre lugares prósperos y no prósperos que no podrán ser resueltas exclusivamente mediante políticas fiscales y monetarias.

¿ Por qué la unión europea tiene legislación armonizada sobre el contenido máximo de Formol que deben tener…(bueno ya sabéis de que va que es muy largo) y no sobre pensiones, idiomas oficiales, escuelas, hospitales, policía y bomberos ?. Porque el objetivo nunca fue el que la población se moviese de un sitio a otro, el objetivo era el que las empresas lo hiciesen.

La unión europea es y fue la creación de los lobbies industriales y financieros de Europa con estrictos objetivos comerciales y con muy pocos objetivos políticos aunque se escenificasen ampulosos sainetes como el del pacto de Lisboa, el cual como literatura fantástica está muy bien pero como pacto político no. Ya lo comenta Niguel Farage (y de qué manera) constantemente en el parlamento europeo sobre la falta de democracia europea, sobre las constantes maniobras para que tales o cuales iniciativas no se vean sometidas a referéndum, sobre el existe un presidente Europeo que nadie conoce, nadie ha elegido y no se sabe de dónde viene; sobre el que existen ministros europeos que nadie sabe quiénes son ni quien los eligió pero en realidad todos si sabemos quienes los han elegido: los poderosos lobbies industriales de Bruselas y por esto nadie le contesta.

La Europa de los negocios pero no de los ciudadanos, ni siquiera tienen el derecho a buscarse la vida de forma relativamente fácil en otro país. Lo que si se ha liberalizado es la capacidad de cada oligarquía nacional de tratar de quedarse con el negocio del vecino mientras la población sigue prácticamente presa en cada país ya que no existe un mercado de trabajo homogéneo. En realidad de eso se trata la construcción Europea: de que los diferentes grupos de presión de cada país puedan entrar a quedarse con los mercados del vecino. Bueno y que cada quien pueda ir de vacaciones por Europa sin estar mostrando el pasaporte y cambiando dinero cada cuarto de hora. Pero a lo largo de estas décadas no se ha facilitado de verdad la movilidad laboral de la población lo cual es un síntoma importante de que ese no era un objetivo importante.

¿ Qué pasa cuando dos regiones económicas muy diferentes “A” y “B” realizan intercambios comerciales intensos ?.

Que uno ”A” será el que vende y el otro “B” el que compra. “A” produce y “B” consume por lo que van acumulando deudas que llegado un momento no se pueden pagar.

¿ Cómo se reduce esa tensión ?

Los trabajadores de “B” marchan “A” y entonces “A” tiende a consumir lo que produce….y “B” también ya que no le queda otro remedio.

Nótese que se produce y consume lo mismo pero por el medio ya no está la exportación de “A” a “B” que es lo que genera la tensión y todo se hace dentro de un área económico-política homogénea, es decir: bajo el mismo estado.

¿ Qué pasa si esa tensión no disminuye ?

Pasa lo mismo que con China y los USA donde China produce y los USA se dedican al handerklander o con los países del Sur y Norte de Europa donde más de los mismo. El caso USA-China es muchísimo peor que el Europa ya que ahí la inmovilidad entre ambos mercados de trabajo es total y de esta diferencia se benefician los que negocian con esto generando tensión en forma de deuda entre países.

En la unión europea no existe un proyecto político, lo único que existen son intereses comerciales de los diferente países a los que se les da un barniz de proyecto político. En realidad cada quien se encuentra dispuesto a echar su cubo de basura en el patio del vecino las veces que haga falta. En aras del comercio han sido capaces de aceptar países que en su vida han conocido la libertad o la democracia como Portugal, Grecia, España e Irlanda, hacer la vista gorda y tratarles como si fuesen antiguas democracias consolidadas. Para ser justos también hay que decir que el proceso europeizante tuvo mucho que ver con que estos países abandonasen las dictaduras que en realidad no las abandonaron, se disfrazaron de demócratas, pero por lo menos dejaron de matar y torturar y eso sin lugar a dudas es una mejora importante. En realidad lo que abandonaron fueron las formas externas dictatoriales.

El que cada quien hecha su basura en el patio del vecino es evidente. En el año 2001 los USA viendo que su última huida hacia adelante (la burbuja de Internet) dejaba de funcionar decidieron en poco menos de un año bajar los intereses desde poco más del 6 % hasta el 1.75 % en la irresponsabilidad más grande nunca vista en banco central alguno. Se trataba de inflar una nueva burbuja como sea y vaya que la inflaron. Ante esta brutal bajada de intereses el recién estrenado Euro comenzaría a apreciarse, esto provocará la caída de las exportaciones europeas y sobre todo alemanas (un 30% de su PIB) por lo que en poco más de dos años bajan los intereses de 4,75% al 2%. Por otra parte en el año 2001 Francia y Alemania sufrían en sus carnes el reventón de Internet, convenía bajar intereses.

Esto provoca una avalancha de créditos desde los bancos que amenaza con crear inflación, encarecer la mano de obra, perjudicar las exportaciones de estos países y crear burbujas no deseadas. ¿ Qué hacer ?, pues que los bancos alemanes y franceses les presten ese dinero a los del sur de Europa. Todo ese exceso de crédito lo volcaron ahí de forma que no afectase a sus economías en vista a lo que se veían forzados a hacer de cara a la locura económica de los norteamericanos. De esta manera los alemanes defendieron su industria mientras paralelamente reformaban su mercado de trabajo que básicamente consistió en echar a los trabajadores del sector servicios de bajo valor agregado al caldero. Ya se veía que en los tiempos venideros los recursos no alcanzarían para todos.

Los ignorantes del sur de Europa picaron el anzuelo y se tragaron todo el crédito alucinado generado en el norte debido a la presión de los USA y su desquiciada política monetaria, claro Europa no tiene el dólar que le permita hacer lo que le dé la gana y en algún sitio había que neutralizar estos desechos tóxicos y nadie mejor que los mas ignorantes del club cuyas élites ni siquiera comprenden el verdadero significado del dinero y sobre todo del dinero fiduciario ya que en su mayoría son abogados educados en colegios religiosos de ambiente gótico y solo son capaces de ver el próximo pelotazo.

El sur de Europa se tragó todo aquello pensando que hacían el negocio del siglo ¡ dinero casi gratis !, cuando en realidad les estaban enganchando por la boca. Este fue el precio de mantener un Euro bajo: el sur de Europa. Luego la cosa se medio arregló y subieron los intereses hasta más del 4% en 2007 destrozando a todos los países del sur cuando fueron a renovar sus créditos.

Ha sido una jugada maestra, ya que los amigos del norte:

Defendieron sus economías industriales

Ahora se encuentran en una situación favorable ya que comparados con los vecinos son atractivos lo que les permite financiarse a muy bajo interés. Al día de hoy el gobierno alemán paga intereses reales negativos por su deuda, es decir: los inversores le pagan al gobierno alemán por tomar prestado su dinero.

Lo mismo sucede con sus empresas que ahora se financian a muy bajo coste.

Su maquinaria industrial ahora enfila las baterías hacia China y los BRICS que al parecer son los que van a crecer en un futuro.

Esto no quiere decir que los gobiernos del sur de Europa sean unos santos, pero este no es un juego de malos malosos contra seres de luz. En realidad cada quién sigue velando por su economía nacional y ninguna oligarquía ni la de aquí ni la de allá quiere perder poder.

La población: que haga lo que pueda.

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El olvidado siglo XX


Pasaron 20 años desde la disolución de la Unión Soviética, que para muchos historiadores marcó el verdadero fin del “siglo XX corto” –un siglo que comenzó en 1914 y estuvo caracterizado por conflictos ideológicos prolongados entre el comunismo, el fascismo y la democracia liberal, hasta que esta última pareció haber surgido plenamente victoriosa–. Pero algo extraño sucedió en el camino hacia el Fin de la Historia: parecemos desesperados por aprender del pasado reciente, pero no estamos en absoluto seguros sobre cuáles son las lecciones.

Claramente, toda la historia es historia contemporánea, y lo que los europeos, en particular, necesitan aprender hoy del siglo XX tiene que ver con el poder de los extremos ideológicos en tiempos oscuros –y la peculiar naturaleza de la democracia europea tal como se la construyó después de la Segunda Guerra Mundial.

En algunos sentidos, las grandes luchas ideológicas del siglo XX hoy parecen tan cercanas y relevantes como los debates escolásticos de la Edad Media –especialmente, pero no exclusivamente, para las generaciones más jóvenes–. ¿Quién entiende hoy remotamente –para no hablar del problema de intentar entender– los grandes dramas políticos de intelectuales como Arthur Koestler y Victor Serge, gente que arriesgó su vida por y luego contra el comunismo?

No obstante, mucho más de lo que la mayoría de nosotros se atrevería a admitir, seguimos enredados en los conceptos y categorías de las guerras ideológicas del siglo XX. Esto ha quedado en evidencia de una manera más obvia que nunca en las respuestas intelectuales al terror islamista: términos como islamofascismo o tercer totalitarismo fueron acuñados no sólo para caracterizar a un nuevo enemigo de Occidente, sino también para evocar la experiencia de las luchas antitotalitarias que precedieron y siguieron a la Segunda Guerra Mundial.

Esos términos buscan extraer legitimidad del pasado y explicar el presente –de un modo que los académicos más serios del islam o el terrorismo nunca encontraron muy útil–. La intención de hacer analogías de este tipo parecía más bien reflejar un deseo de volver a librar las antiguas batallas que la intención de agudizar el criterio político sobre los acontecimientos contemporáneos.

¿Cómo deberíamos pensar entonces sobre el legado ideológico del siglo XX? Por un lado, necesitamos dejar de ver al siglo XX como un paréntesis histórico plagado de experimentos patológicos perpetrados por pensadores y políticos trastornados, como si la democracia liberal hubiese existido antes de esos experimentos y sólo era necesario revivirla después de que estos experimentos hubieran fracasado.

No es un pensamiento agradable –y tal vez hasta sea peligroso–, pero la realidad sigue siendo que mucha gente, no sólo ideólogos, depositó sus esperanzas en los experimentos autoritarios y totalitarios del siglo XX y vio a políticos como Mussolini e incluso Stalin como solucionadores de problemas, mientras que los demócratas liberales fueron descartados como fracasos desconcertantes.

Esto no es para brindar algún tipo de excusa –no es cierto que comprender es perdonar–. Por el contrario, toda comprensión apropiada de las ideologías debe tener en cuenta su poder para seducir y hasta convencer genuinamente a quienes poco les importa su atractivo emocional –ya sea para enorgullecerse o para odiar– pero piensan que, efectivamente, ofrece soluciones políticas racionales. Cabe recordar que Mussolini y Hitler, en última instancia, llegaron al poder de la mano de un rey y un general retirado, respectivamente –en otras palabras, élites tradicionales, no fanáticos que se involucran en luchas callejeras–.

En segundo lugar, tenemos que apreciar la naturaleza especial e innovadora de la democracia creada por las élites europeas occidentales después de 1945. A la luz de la experiencia totalitaria, dejaron de identificar a la democracia con la soberanía parlamentaria –la interpretación clásica de una democracia representativa moderna en todas partes excepto en Estados Unidos–. Nunca más una asamblea parlamentaria debería ceder poder a un Hitler o a un Pétain. Los arquitectos de la democracia europea de posguerra, en cambio, optaron por cuantos pesos y contrapesos fueran posibles y, paradójicamente, por conferirle poder a instituciones no electas a fin de fortalecer la democracia liberal en su totalidad.

El ejemplo más importante son los tribunales constitucionales –un animal diferente del Tribunal Supremo de Estados Unidos, dedicado específicamente a asegurar el respeto por los derechos individuales–. Llegado el caso, hasta los países tradicionalmente sospechosos de un “gobierno en manos de jueces” –Francia es el ejemplo clásico– aceptaron este modelo de democracia restringida. Y prácticamente todos los países de Europa central y del este lo adoptaron después de 1989. Es importante destacar que las instituciones europeas –especialmente el Tribunal Europeo de Justicia y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos– también concuerdan con este entendimiento de la democracia a través de mecanismos prima facie antidemocráticos.

Hoy, muchos europeos están claramente insatisfechos con esta concepción de democracia. Muchos tienen la impresión de que el continente está entrando en lo que el politólogo Colin Crouch ha dado en llamar una era “posdemocrática”. Los ciudadanos cada vez más sostienen que las élites políticas no los representan como corresponde, y que las instituciones elegidas de forma directa –en particular, los parlamentos nacionales– se ven obligadas a ceder ante organismos no electos como los bancos centrales. Las masas apasionadas protestan y el resultado es el surgimiento de partidos populistas en todo el continente.

No servirá de nada simplemente reafirmar el modelo europeo de democracia de posguerra, como si la única alternativa fuera el totalitarismo de algún tipo. Pero deberíamos ser claros respecto de dónde venimos y por qué –y sobre el hecho que no existió ninguna era dorada de democracia liberal europea ya sea antes de la Segunda Guerra Mundial, en los años 1950 o en algún otro momento mítico–.

Los europeos corrientes durante mucho tiempo delegaron el ejercicio de la democracia en manos de las élites –y muchas veces hasta parecieron preferir las élites no elegidas–. Si ahora quieren modificar el contrato social (y asumir que la democracia directa sigue siendo imposible), el cambio debería estar basado en un criterio claro e históricamente fundamentado sobre cuáles son las innovaciones que la democracia europea realmente podría necesitar –y en quién confían verdaderamente los europeos para ejercer el poder–. Esa discusión no ha hecho más que comenzar.

J.-W. Mueller, escritor y profesor en la Universidad de Princeton.
© Project Syndicate 1995-2012

Publicado en La Vanguardia, 22/07/2012
 
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Falta Yorkshire (y más).
 
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Muchas de esas naciones -de hecho, la mayoria- no reclaman la independencia, porque ya ven reconocida su identidad en el estado en el que se enmarcan. porque su identidad nacional está muy diluida, o simplemente no les interesa por no tener viabilidad económica.

Son muy pocas las naciones que reclaman tener un estado propio.
 
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Un ejemplo claro de ese mapa es que el independentismo gallego busca federalismo con Portugal, no independencia de España.
 
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