pues si, la Mendes pinta tremenda en el film
ahora Miller ya sabrá lo que es que te adaptan de mala manera

ahora Miller ya sabrá lo que es que te adaptan de mala manera

Bof…
Mirad, si acaso, cabe elogiar la capacidad del guionista y dibujante de cómics Frank Miller para engañar a todos los implicados en el film. Conchavado con Samuel L. Jackson, entre los dos se han llevado un soberano pellizco para entregar, a cambio, ésto. Y “ésto” es complicado, la verdad. The Spirit es jodida de describir. Se puede decir sobre el papel que es una especie de película de superhéroes y cine negro y que técnicamente supone una evolución del estilo impuesto por Sin City. Pero eso no explica que hace Samuel L. Jackson disfrazado de nazi derritiendo gatitos. Porque eso sucede en una escena de la película y os garantizo que es de lo menos chocante que nos vamos a encontrar.
Existe una historia: se supone que The Spirit es un ex policía con poderes de regeneración extrañamente explicados que ejerce ahora como vigilante justiciero de una gran ciudad amenazada por el Octopus, un super villano criminal que planea hacerse con una reliquia que le proporcionará la vida eterna. Está rodeado de varios secuaces con escaso cociente intelectual, que son en realidad el mismo actor y en cuyas camisetas negras encontramos nombres como “Ethos”, “Pathos” y “Huevos Rancheros”, lo que no suena muy coherente con la personalidad de este villano, que tiene un pánico atroz a los hijos de la gallina, cosa que nos explica a través de un confuso monólogo de unos 63 minutos de duración. Y no será el primero. Por otro lado, en otra escena Eva Mendes se fotocopia el culo, imagen que termina sirviendo de prueba policial. No sé. Al peo.
Desde un tiempo a esta parte el aficionado al cómic sabe que a Frank Miller se le ha ido la pelota de una forma absolutamente brutal. Se puede decir que ha caído víctima de su propio personaje, lo que en parte justifica que su admiración por los poderosos diálogos de la novela negra se haya convertido en fanatismo impenitente. Pero con todo, supone un desliz justificable en alguna medida, si al final hubiera acabado presentando una película como Dios manda. No es el caso. La trama es tremendamente simplona pero de alguna forma se ve enrevesada por interminables diálogos que suelen acabar en divagaciones sin sentido a la espera de que la historia avance sóla. Cada personaje es una exageración que va evolucionando hacia el disparate y finalmente hacia la vulgar parodia. Y en ningún momento del film da la sensación de que la película se esté tomando a cachondeo lo que nos cuenta. Samuel L. Jackson es el único que parece entender el entorno desquiciante en el que está trabajando y es fácilmente lo mejor de la película. Todos los demás cumplen dentro de la medida de sus posibilidades, porque no es que sean papeles rematadamente difíciles: las chicas sólo tienen que aparecer atractivas y seductoras, y los tíos misteriosos y cabreados. O algo así.
Del resto se ocupa el guión de Miller, que de vez en cuando, en un par de segundos, suele respetar ligeramente el tono dicharachero del cómic de Eisner. En el resto del metraje, lo deprava –alusiones explícitas a la pedofilia incluidas–. Se puede destacar que el ambiente del film, marcado por contrastes entre blancos y negros, colores sin saturación, noche permanente, nunca llega a entrometerse en el camino de la historia. Visualmente, no es un film aburrido, pero no tiene mucho que contar y lo que cuenta suele acabar en desastre. Y que el héroe protagonista, Gabriel Macht, le pone ganas y se esfuerza en los monólogos –hasta que un tío en la sala de cine comenzó a gritar “cállate de una puta vez”– y que nosotros los espectadores masculinos nos vamos a hartar de chicha (en especial con Eva Mendes y Paz Vega). Y que de vez en cuando, Miller se molesta en definir ciertas relaciones entre los personajes. Pero no suele ser la regla habitual y, por lo general, forma parte de una escena laaaarga, laaaaaarga y que suele encadenarse con otro monologo laaaargo, laaaargo.
Total, The Spirit es fácilmente tachable de “puta mierda”, pero siendo un poco más benévolos, la verdad es que tiene sus cosillas interesantes. Es un soberano disparate, que algunos disfrutaréis de algún modo si le pilláis el puntillo. Pero básicamente es una peli que te demuestra que un experto en cómics no es automáticamente un experto en cine. Y si el experto en cuestión está zumbado, el resultado suele ser ésto: una historia normalita y corriente estrangulada por los desvaríos de su creador. A mí, la verdad es que me ha dejado la leche de deprimido y soy incapaz de reirme a gusto de la película. Y de eso, la Navidad no ha tenido culpa.