Presupuestos disparados, muertes inesperadas, desastres en el rodaje, peleas con los productores... el mundo del cine está lleno de grandes películas que por una u otra razón nunca llegaron a ver la luz. Gente como Orson Welles, Darren Aronofsky o Terry Gilliam sabe mucho de esto: el primero batalló con adaptaciones de Shakespeare, Don Quijote (estrenada incompleta en algunos países) o El corazón de las tinieblas; el segundo estuvo a punto de dirigir Batman 5 o Watchmen y no pudo usar los enormes escenarios construidos para La fuente de la vida por la retirada de presupuesto (al final remodelaron muchas secuencias para poder rodar el film); y Gilliam, bueno... todos sabemos qué pasa con Gilliam. Pero hay casos mucho más complejos que tristemente no veremos en pantalla... aunque algunos nunca se sabe.
Un clásico en este tema: CRUSADE. A mediados de los 90, Paul Verhoeven y Arnold Schwarzenegger intentaron levantar una superproducción sobre las Cruzadas, basada en un guión de Walon Green que prometía un espectáculo absolutamente violento y salvaje. El actor Michael Ironside, un habitual de Verhoeven, asegura que le rodaron vestido de cruzado en un desierto durante una escena de carga.
El problema surgió la productora Carolco, encargada de poner los 150 millones de presupuesto que pedía Verhoeven, decidió financiar antes una película de aventuras que prometía buenos beneficios. El título: La isla de las cabezas cortadas. Un desastre económico mayúsculo que llevó Carolco a la bancarrota y cerró el grifo para Crusade, agravado cuando en 1995 Verhoeven rodó Showgirls y la confianza de los estudios en él empezó a decaer. A principios de siglo hubo ciertos intentos de levantar el proyecto, pero fueron desestimados al comenzar Arnold su carrera política.
Una que personalmente lamento mucho que no llegase a rodarse: La adaptación de David Lean del NOSTROMO de Joseph Conrad. Lean ya tenía experiencia en perder proyectos: entre La hija de Ryan y Pasaje a la India (14 años nada menos) quiso realizar un ambicioso díptico sobre el motín de la Bounty pero tuvo en contra a dos peces gordos como Dino de Laurentiis y Sam Spiegel; también flirteó con El imperio del sol pero acabó botándola a su amigo Steven Spielberg. A finales de los 80 Lean comenzó a preparar Nostromo con la intención de rodar en localizaciones españolas, en Granada, Almería y acantilados del cabo de Gata. También fichó a Marlon Brando como estrella principal y se negociaban apariciones de gente como Peter O'Toole, Paul Scofield, Anthony Quinn, Fernando Rey o Dennis Quaid.
Lean invirtió de su propio bolsillo porque las aseguradoras no se fiaban debido a la edad y al estado de salud del director; no se equivocaban: en 1991 le fue diagnosticado un cáncer de gaganta, justo antes de comenzar el rodaje del film. Intentaron buscar sustitutos para ocupar la silla de director, entre ellos Arthur Penn y Guy Hamilton, pero nadie llegó a ocupar el puesto de forma permanente. David Lean murió tres meses después.
Otro más: el polémico DUNE que Alejandro Jodorowsky intentó rodar a mediados de los 70. Para el reparto fichó a gente como David Carradine, Charlotte Rampling, Gloria Swanson, Mick Jagger, Orson Welles o Dalí, con Pink Floyd a cargo de la banda sonora. Jodorowsky planeaba cambios importantes respecto al argumento original de Frank Herbert, que incluían un Duque Leto castrado durante una corrida de toros (¿¿??), al barón Harkonnen viviendo en un palacio a su imagen y semejanza, al emperador Shaddam viviendo en un planeta hecho de oro y sentado en un trono-váter, entre otras cosas.
El propio Jodorowsky cuenta aquí los delirantes fichajes de Welles y Dalí:
El principal problema para llevar la película a puerto fue la financiación; Jodorowsky pretendía realizar una saga de 10 horas muy barroca, épica y excesiva, y para ello puso a artistas como Moebius, Chris Foss o H.R. Giger a cargo de los diseños completos de la película, desde el storyborad a los planetas, personajes y vestuario. También fichó un equipo de especialistas en efectos especiales, comandados por Dan O’Banon, para que empezasen a construir maquetas y demás. La megalomanía y la excentricidad de Jodorowsky provocó que el estudio empezase a perder millones antes de que se rodase una sola toma, y la productora decidió cancelar el proyecto (lo que provocó una crisis nerviosa en el realizador). Lynch se convirtió en su sustituto a principios de los 80 y Peter Berg prepara una nueva versión, aunque sin duda... la de Jodorowsky, cuyos diseños para la saga rondan por la red, hubiese sido una bizarrada digna de verse.
El Napoleón de Kubrick, la peli sobre violaciones y necrofilia de Hitchcock, el Planeta de los Simios de Oliver Stone, el Alien 3 original... por supuesto Megalópolis de Coppola... a ver qué encuentro de todas ellas.

Un clásico en este tema: CRUSADE. A mediados de los 90, Paul Verhoeven y Arnold Schwarzenegger intentaron levantar una superproducción sobre las Cruzadas, basada en un guión de Walon Green que prometía un espectáculo absolutamente violento y salvaje. El actor Michael Ironside, un habitual de Verhoeven, asegura que le rodaron vestido de cruzado en un desierto durante una escena de carga.
El problema surgió la productora Carolco, encargada de poner los 150 millones de presupuesto que pedía Verhoeven, decidió financiar antes una película de aventuras que prometía buenos beneficios. El título: La isla de las cabezas cortadas. Un desastre económico mayúsculo que llevó Carolco a la bancarrota y cerró el grifo para Crusade, agravado cuando en 1995 Verhoeven rodó Showgirls y la confianza de los estudios en él empezó a decaer. A principios de siglo hubo ciertos intentos de levantar el proyecto, pero fueron desestimados al comenzar Arnold su carrera política.

Una que personalmente lamento mucho que no llegase a rodarse: La adaptación de David Lean del NOSTROMO de Joseph Conrad. Lean ya tenía experiencia en perder proyectos: entre La hija de Ryan y Pasaje a la India (14 años nada menos) quiso realizar un ambicioso díptico sobre el motín de la Bounty pero tuvo en contra a dos peces gordos como Dino de Laurentiis y Sam Spiegel; también flirteó con El imperio del sol pero acabó botándola a su amigo Steven Spielberg. A finales de los 80 Lean comenzó a preparar Nostromo con la intención de rodar en localizaciones españolas, en Granada, Almería y acantilados del cabo de Gata. También fichó a Marlon Brando como estrella principal y se negociaban apariciones de gente como Peter O'Toole, Paul Scofield, Anthony Quinn, Fernando Rey o Dennis Quaid.
Lean invirtió de su propio bolsillo porque las aseguradoras no se fiaban debido a la edad y al estado de salud del director; no se equivocaban: en 1991 le fue diagnosticado un cáncer de gaganta, justo antes de comenzar el rodaje del film. Intentaron buscar sustitutos para ocupar la silla de director, entre ellos Arthur Penn y Guy Hamilton, pero nadie llegó a ocupar el puesto de forma permanente. David Lean murió tres meses después.

Otro más: el polémico DUNE que Alejandro Jodorowsky intentó rodar a mediados de los 70. Para el reparto fichó a gente como David Carradine, Charlotte Rampling, Gloria Swanson, Mick Jagger, Orson Welles o Dalí, con Pink Floyd a cargo de la banda sonora. Jodorowsky planeaba cambios importantes respecto al argumento original de Frank Herbert, que incluían un Duque Leto castrado durante una corrida de toros (¿¿??), al barón Harkonnen viviendo en un palacio a su imagen y semejanza, al emperador Shaddam viviendo en un planeta hecho de oro y sentado en un trono-váter, entre otras cosas.
El propio Jodorowsky cuenta aquí los delirantes fichajes de Welles y Dalí:
Cuando preparaba el reparto de mi película Dune, basada en la novela de Frank Herbert (proyecto que no se pudo realizar), Salvador Dalí me sometió a una angustiosa prueba. Yo quería que el pintor interpretara al demente Emperador de la Galaxia. Le gustó la idea y, para "conocer el talento de ese jovenzuelo que cree poder dirigir a Dalí", me invitó a una cena en un lujoso restaurante de París. Me vi sentado frente a él entre un séquito de doce personas. A quemarropa, me preguntó: "Cuando Picasso y yo éramos jóvenes e íbamos a la playa, siempre al pisar la arena encontrábamos un reloj, ¿usted ha encontrado alguna vez en la playa un reloj?"
Los aduladores del artista me miraron con sonrisas crueles. Yo tenía apenas unos segundos para responder. Si decía que había encontrado un reloj, pasaría por ser un pretencioso. Si decía que no había encontrado ninguno, pasaría por un mediocre. No pensé la respuesta, me llegó sola: "¡No he encontrado ningún reloj pero he perdido muchos!" Dalí tosió, dejó de prestarme atención y se puso a hablar con la corte que lo acompañaba. Pero al final de la cena me dijo: "Muy bien, firmaré el contrato". Luego agregó: "Quiero ser el actor mejor pagado del mundo: 100.000 dólares la hora".
Modifiqué el guión: inventé que el Emperador tenía un robot idéntico a él, con piel de cera y que lo representaba, y contraté a Dalí por una hora: sólo aparecería sentado en un laboratorio manipulando botones para dirigir su robot. Para el papel de Barón Harkonnen en Dune, un gigantesco gordo malvado, pensé en Orson Welles. Sabía que estaba en Francia, pero, amargado por no encontrar productores, el hombre no quería oír hablar de cine. ¿Dónde encontrarlo? Nadie supo decírmelo. Yo había oído decir que al maestro le encantaba comer y beber. Le pedí a un ayudante que telefoneara a todos los restaurantes gastronómicos de París preguntándoles si Orson Welles era su cliente. Después de innumerables llamadas, un pequeño restaurante, Chez le Loup, nos confirmó que una vez por semana, no un día concreto, el actor cenaba ahí. Decidí comer en ese lugar todos los días. Comencé el lunes.
El local era de una elegancia discreta, con un menú refinado y una carta de vinos excelente. Lo atendía el propio dueño. Todas las paredes, menos una, estaban decoradas con reproducciones de cuadros de Auguste Renoir. En el muro de excepción, dentro de una vitrina, había una silla rota. Le pregunté al dueño el porqué de esa extraña decoración. Me dijo: "Son restos que nos llenan de orgullo: una noche, Orson Welles comió tanto que la silla que lo sostenía se rompió". Volví el martes, el miércoles, el jueves… Enorme, envuelto en una gran capa negra, llegó el actor. Lo observé con la misma fascinación con que un niño contempla en el zoológico a los grandes animales. Su hambre y su sed eran fabulosos. Lo vi devorar nueve diferentes platos y beber seis botellas de vino. A los postres, le envié una botella de cognac que el propietario me aseguró era el preferido de su voluminoso cliente. Orson Welles, al recibirla, con gran amabilidad me invitó a su mesa. Lo escuché monologar una media hora sobre sí mismo antes de que me atreviera a proponerle el papel. No me interesa actuar. Odio el cine actual. No es un arte, es una industria asquerosa, un inmenso espejismo hijo de la prostitución". Tragué saliva, su decepción era gigantesca. ¿Cómo entusiasmarlo para que trabajara conmigo?
Me puse tenso, creí que había olvidado todas las palabras pero, de pronto, me oí decirle: "Señor Welles, durante el mes que durará la filmación de su papel, prometo contratar al cocinero jefe de este restaurante, quien cada noche le preparará todos los platos que usted pida, acompañados de los vinos y otros alcoholes de la calidad y cantidad que a usted se le antoje". Con una gran sonrisa aceptó firmar el contrato.
El principal problema para llevar la película a puerto fue la financiación; Jodorowsky pretendía realizar una saga de 10 horas muy barroca, épica y excesiva, y para ello puso a artistas como Moebius, Chris Foss o H.R. Giger a cargo de los diseños completos de la película, desde el storyborad a los planetas, personajes y vestuario. También fichó un equipo de especialistas en efectos especiales, comandados por Dan O’Banon, para que empezasen a construir maquetas y demás. La megalomanía y la excentricidad de Jodorowsky provocó que el estudio empezase a perder millones antes de que se rodase una sola toma, y la productora decidió cancelar el proyecto (lo que provocó una crisis nerviosa en el realizador). Lynch se convirtió en su sustituto a principios de los 80 y Peter Berg prepara una nueva versión, aunque sin duda... la de Jodorowsky, cuyos diseños para la saga rondan por la red, hubiese sido una bizarrada digna de verse.
El Napoleón de Kubrick, la peli sobre violaciones y necrofilia de Hitchcock, el Planeta de los Simios de Oliver Stone, el Alien 3 original... por supuesto Megalópolis de Coppola... a ver qué encuentro de todas ellas.
