Hace poco vinieron esos de Pantoja, a la hora no acordada, tarde y con limitaciones de "esto no lo quitamos" (el anterior espejo del baño).
Estuve dialogando con el hombre y no había forma, que no, que eso es espejo de obra y no retiramos ese tipo de cosas. No daba crédito. Mientras, el otro chaval iba montando todo.
¿Qué no retiras lo anterior, cuándo en IKEA me dijeron que sí y les especifiqué que el espejo estaba pegado a la pared?. Pues nada, llamo a IKEA, les digo que te niegas, y a ver que dicen. El hombre llamó a su jefe, no conseguía ponerse en contacto con él y seguía erre que erre.
"Pues tú veras amigo, si no haces todo lo me dijeron en IKEA que harías, ya estás tardando en recoger todo y llevártelo, porque es todo o nada". El hombre trataba de explicarme esto y aquello, y que sí, que me importa un bledo, que yo he acordado una cosa y si a tí te han subcontratado y no haces ese tipo de servicios, no es mi problema. Estuvieron más de una hora de teléfono y no obtenían respuesta. El hombre seguía en sus trece y no cedí, "recoge todo y vuelve a ponerme todo como estaba, que no quiero ya nada, exigiré que me devuelvan el dinero"
El tiempo iba pasando y pasando. Y el fulano diciéndome que "mira lo tarde que es y blablabla". No es mi problema si habéis llegado mucho más tarde de la hora acordada y además te niegas a hacer el trabajo acordado. Al final, acabaron a las 23:45 de la noche un viernes, pero acabaron, vaya si acabaron. Seguro que se acordó de mí ese fin de semana, hasta de mis antepasados, pero si este tipo de gente se sube a la parra y se pone gallito, les recuerdo que no somos amigos.
A día de hoy llevo mal eso de que me tomen el pelo. Lo peor de todo, es que aunque al final las cosas salieron bien, te deja un mal sabor de boca tremendo, estrés, cabreo, frustración... un día de estos me da un ataque y me quedo pajarito.