Revisada esta tarde
El club de los cinco, se reafirma mi positiva opinión sobre ella. Unos minutos finales de puro absurdo (el baile con música a todo volumen... ¿y el profesor que los vigila que, de vacaciones?) que pueden tomarse como fallo garrafal del guión, o gran acierto del mismo. Quitando esos momentos en los que la trama se vuelve poco creíble (como las correrías por los pasillos, prácticamente al lado de Vernon, en un instituto vacío y sin que este oiga nada) me sigue pareciendo un drama estudiantil maravilloso. Los momentos de comedia están ahí, si, pero sería un grave error etiquetar El club de los cinco como "una comedia más".
Siempre me han hecho gracia las afirmaciones de que "los cinco protagonistas son puro arquetipo del adolescente americano" cuando en toda la sociedad civilizada, en cualquier instituto hoy, veinte años después se puede encontrar lo mismo, las mismas divisiones entre "popularidad" y "no popularidad", los empollones frikis, los delincuentes juveniles, los atletas... pero es que me parece que estos personajes tienen muy poco de tópico. Lo tienen al principio, cuando los ves aparecer, pero poco a poco se va demostrando que no son lo que la gente cree que son: la "chica perfecta" interpretada por Molly Ringwald tiene unos arrebatos de egocentrismo totalmente infantiles, el delincuente al que todos dan la espalda por temor tiene en realidad buen corazón, el atleta al que todos ponen como ejemplo tiene un lado muy oscuro (una de las mejores escenas, sin duda, la confesión de Estevez del motivo por el cual está castigado, vista
a través de los ojos de sus compañeros). También me encanta el bedel, esa especie de "parada" intermedia entre la adolescencia y la madurez total (atención, no sé si alguien más se habrá fijado, a su aparición al principio de la película en un antiguo cuadro de honor como "hombre del año") y desde luego, el director del colegio, un tipo amargado que recela de las nuevas generaciones por considerarlas excesivamente arrogantes y poco respetuosas. Hoy, podemos ver en el foro, en la calle, en la tele, el mismo discurso: toda generación inferior a la de uno mismo es peor. ¿No será que somos los
viejunos muy quejicas? La conversación entre el bedel y el director es sencillamente soberbia en ese sentido.
Todos los logros conseguidos con los personajes se van un poco a la mierda, al final, un poco como les sucedía a los protagonistas de "The faculty" de Rodriguez, si habían conseguido quitarse de encima la etiqueta de estereotipo, casi se la vuelven a poner: todos quedan emparejaditos (salvo el empollón, los frikis no follaban ni en los ochenta

) y
absorbidos por la masa (el cambio de Ally Sheddy es lo puto peor, con lo interesante que era su personaje con ese look negruzco y esos pelos casposos...). Y un plano final de antología, que junto con ese discurso (muy ambiguo) que dejan escrito al profesor, redime en parte esos fallos.