MASACRE (VEN Y MIRA) (IDI I SMOTRI, 1985), de Elem Klimov, fotografiada por Aleksei Rodionov.
Brutal retrato en primera persona de la invasión nazi en Bielorrusia en 1943, en la que el director narra el descenso de un joven partisano al infierno de la guerra, la miseria y el horror de la segunda guerra mundial. A tal efecto, casi toda la película está rodada con una cámara muy móvil y casi siempre en Steadicam o alguna variación soviética del invento de Garrett Brown, por lo que las imágenes son muy dinámicas y muy fluidas. Klimov además rueda a través de numerosísimos planos subjetivos o semisubjetivos del protagonista, incluyendo los mencionados travellings, de tal forma que no es ya el protagonista el que presencia, vive y sufre los hechos, sino que llega un momento en que es el propio espectador el que siente que se encuentra en su lugar, viendo lo que él ve, sintiendo lo que él siente y sufriendo casi tanto como él (¿el "ven y mira" del título?).
El trabajo del director de fotografía Aleksei Rodionov asimismo es tan simple como maravilloso, porque en lugar de intentar dejar su sello iluminando a los actores, haciendo que determinados planos o secuencias tengan una mayor vistosidad o una estética más cuidada, prácticamente no ilumina nunca (excepto algún primer plano con una luz rebotada prácticamente imperceptible, o durante el baile de la chica bajo la lluvia). Con ello lo que consigue es no romper la magia de la puesta en escena, ya que las imágenes tienen un aspecto extraordinariamente natural y realista, sin el menor atisbo de artificiosidad; artificiosidad en la que hubiera incurrido en caso de haber actuado como hubiera hecho casi cualquier otro operador. Así pues, en lugar de iluminar, lo que hay es un cuidadísimo trabajo de elección de los momentos del día en que está rodada cada escena, escogiendo amaneceres y atardeceres en bastantes de las escenas importantes, así como un buen manejo de la latitud de exposición de la emulsión fotográfica (son frecuentes los momentos en que los personajes están subexpuestos contra fondos correctamente expuestos, en pos de mantener el aspecto realista). Además, la película se ve muy beneficiada por el tipo de emulsión empleada (posiblemente alguna emulsión soviética tipo Gevacolor, parecida a la película Agfa occidental, con bastante granulosidad, reducido contraste y poca saturación de color) que hace que el film tenga una apariencia desgastada que encaja a la perfección con el aspecto de época sin disminuir su impacto. Ni siquiera algún defectillo técnico -como algún reflejo extraño en el objetivo con la forma de la visera de la cámara- resta puntos a este trabajo.
Por todo ello, se trata de una experiencia casi única en cine, una película que más que contemplarse se vive, se sufre y desde un punto de vista cinéfilo, se disfruta.