La tragedia de Estoril
El
29 de marzo de 1956, día de Jueves Santo, quedó marcado a fuego para siempre en la memoria del entonces Juan Carlos de Borbón y del resto de su familia. Ese día,
el Infante Alfonso, hijo menor de los Condes de Barcelona, había disputado un torneo de golf del que salió victorioso. Más tarde la familia fue a rezar antes de regresar a Villa Giralda, residencia de los Barcelona en
Estoril, localidad portuguesa donde
permanecieron exiliados durante más de tres décadas.
En la vivienda se encontraba también
Don Juan Carlos, que había regresado para pasar la Pascua desde la Academia Militar de Zaragoza y había traído una
Long Automatic Star de calibre 22 que causó sensación entre los varones de los Barcelona, sobre todo en el Infante Alfonsito, tanto que no dudaron en jugar con ella.
Ante la insistencia,
la Condesa de Barcelona entregó el arma a sus vástagos sin saber lo que iba a ocurrir poco después. Y es que en una de las habitaciones de Villa Giralda ocurrió un hecho que provocó la mayor desgracia a la que nuestro Rey ha tenido que enfrentarse en su vida cuando
disparó accidentalmente contra Alfonsito, que cayó fulminado. A pesar de todo, las versiones sobre cómo ocurrió son diversas y confusas, pues
nunca se investigó, aunque sí quedó demostrado que fue un terrible accidente.