Pixa
Sir.
El irritante sonido del despertador rompió el silencio de la noche. Laura se desperezó, masculló algo ininteligible, estiró el brazo para abrazar el vacío que había a su lado y cayó en la cuenta de que ya no estaba, no acababa de acostumbrarse a su ausencia, y todas las mañanas seguía con el ritual mecánico de tocarle antes de levantarse.
Esa mañana Laura volvía a su trabajo como secretaria del director de la cadena de peluquerías Look&Stile, tras una baja obligada por su jefe desde la muerte de Edu.
Las lágrimas comenzaron de nuevo a aflorar en sus ojos, pero esta vez no las dejó salir. Encendió la lamparita de su mesilla de noche y la débil luz iluminó la pequeña y acogedora estancia.
Se levantó y fue directa a la cocina para poner en marcha el tostador e ir preparándose el desayuno. Mientras lo hacía, encendió la radio, pues la soledad la agobiaba, y comenzó a sonar Falling into you de Celin Dion, una canción que llevaba muchos años sin escuchar en la radio. Curiosamente esta fue la canción con la que Edu y ella se conocieron en la discoteca donde se unieron sus cuerpos por primera vez, canción que, desde ese día, pasó a ser su canción. Por suerte para ella, la canción estaba acabando, y tras varios chistes del locutor y la información meteorológica, que pronosticaba un día soleado y con altas temperaturas para la época del año en la que se encontraban, comenzó a sonar Maria caipirinha de Carlinhos Brown mientras se servía el café co leche, cosa que animó un poco a Laura. Mientras sonaban los anuncios publicitarios de rigor, y empezaba última canción de Enrique Iglesias, acabó de desayunar, por lo que antes que el tormento continuara, desenchufó la radio y se dirigió con ella al baño para tomar la ducha matutina.
Encendió la luz del baño, colocó el aparato de radio sobre el mármol del lavabo y la enchufó. Por sute, la canción había acabado, y empezaban los primeros acordes de Muñeca de trapo, de La oreja de Van Gogh. Se quitó el pijama y se observó en el espejo. Era increíble el peso que había perdido en tan poco tiempo. No pudo aguantar mucho tiempo la mirada y entró en la ducha. Reguló la temperatura a su gusto y dejó que el agua la envolviera. La gustaba la sensación que la producía al aislarla de todo, pero esta vez notó algo extraño, pues pese a que el agua estaba templada, sintió frío. Algo no iba bien.
Sacó la cabeza del chorro del agua y tardó un par de segundos en darse cuenta de lo que pasaba. De la radio volvía a sonar Falling into You, pero esta vez a todo volumen, y se habían apagado las luces del baño. Salió de la ducha empapada y encendió de nuevo la luz. Miró la radio y cambió la emisora, pues no quería que la nostalgia la invadiera, y además estaba a punto de comenzar un programa de economía que escuchaba todas las mañanas.
Volvió a entrar en la ducha, esta vez sin cerrar la mampara, para así poder escuchar mejor el programa. De nuevo, mientras se aclaraba el pelo, la misma sensación que antes. Cerró el grifo y otra vez, en la oscuridad del baño, volvía a sonar la misma melodía que antes, pero esta vez, como un disco rallado.
Sonaba una y otra vez, una, dos, tres, hasta cuatro veces... un crepitar de la radio y otra vez la misma estrofa.
-¿E...Edu?- Alcanzó a decir. Un chisporroteo en la radio seguido de un segundo de silencio pareció helarle la sangre.
-Edu... ¿e...estás aq..aquí?- Las luces fluctuaron varias veces, llamando la atención de Laura sobre el espejo que había bajo los focos, un espejo que estaba ahora cubierto de vaho. Se quedó paralizada por el miedo, ya que en la parte inferior del espejo, muy tenuemente, se podían apreciar las letras
Retrocedió un par de pasos. –Edu, ¿eres tu?.- De nuevo una oscilación en las luces, y al volver a la normalidad, se leía en el espejo:
Con un grito ahogado se llevó las manos al pecho. Estaba chorreando y se había quedado helada.
-Yo...yo también a ti... no sabes cuanto. Ojala estuviéramos juntos.- Dijo entre lágrimas.
Un nueva oscilación de la luz, y esta vez, abarcando todo el espejo, apareció
-S...si.- Dijo sorprendida, sin dar crédito a lo que tenía ante sus ojos.
Un nuevo crepitar de luces, acompañado esta vez por un golpe seco, producido por el impacto de la radio con el mojado suelo del baño.
La electricidad actuó rápido, como un rayo, para, en una fracción de segundo ir desde el cable roto, utilizado los iones del agua que empapaba el suelo como conductor, hasta llegar a los pies descalzos de Laura, y para, una vez en su cuerpo, alcanzar su corazón y producir una parada cardiaca instantánea.
Mientras el cuerpo de Laura convulsionaba y su pelo comenzaba a desprender un humo blanquecino, durante su último aliento pudo ver una silueta saliendo del espejo. Se trataba de una especie de demonio vestido de bufón, con dos cabezas de expresión macabra, cortas patas y cinco brazos acabados en garras, haciendo ostentaciones burlescas en un caminar lento y pesado. No era Edu ni mucho menos, pero ya era demasiado tarde para intentar comprender algo.
Esa mañana Laura volvía a su trabajo como secretaria del director de la cadena de peluquerías Look&Stile, tras una baja obligada por su jefe desde la muerte de Edu.
Las lágrimas comenzaron de nuevo a aflorar en sus ojos, pero esta vez no las dejó salir. Encendió la lamparita de su mesilla de noche y la débil luz iluminó la pequeña y acogedora estancia.
Se levantó y fue directa a la cocina para poner en marcha el tostador e ir preparándose el desayuno. Mientras lo hacía, encendió la radio, pues la soledad la agobiaba, y comenzó a sonar Falling into you de Celin Dion, una canción que llevaba muchos años sin escuchar en la radio. Curiosamente esta fue la canción con la que Edu y ella se conocieron en la discoteca donde se unieron sus cuerpos por primera vez, canción que, desde ese día, pasó a ser su canción. Por suerte para ella, la canción estaba acabando, y tras varios chistes del locutor y la información meteorológica, que pronosticaba un día soleado y con altas temperaturas para la época del año en la que se encontraban, comenzó a sonar Maria caipirinha de Carlinhos Brown mientras se servía el café co leche, cosa que animó un poco a Laura. Mientras sonaban los anuncios publicitarios de rigor, y empezaba última canción de Enrique Iglesias, acabó de desayunar, por lo que antes que el tormento continuara, desenchufó la radio y se dirigió con ella al baño para tomar la ducha matutina.
Encendió la luz del baño, colocó el aparato de radio sobre el mármol del lavabo y la enchufó. Por sute, la canción había acabado, y empezaban los primeros acordes de Muñeca de trapo, de La oreja de Van Gogh. Se quitó el pijama y se observó en el espejo. Era increíble el peso que había perdido en tan poco tiempo. No pudo aguantar mucho tiempo la mirada y entró en la ducha. Reguló la temperatura a su gusto y dejó que el agua la envolviera. La gustaba la sensación que la producía al aislarla de todo, pero esta vez notó algo extraño, pues pese a que el agua estaba templada, sintió frío. Algo no iba bien.
Sacó la cabeza del chorro del agua y tardó un par de segundos en darse cuenta de lo que pasaba. De la radio volvía a sonar Falling into You, pero esta vez a todo volumen, y se habían apagado las luces del baño. Salió de la ducha empapada y encendió de nuevo la luz. Miró la radio y cambió la emisora, pues no quería que la nostalgia la invadiera, y además estaba a punto de comenzar un programa de economía que escuchaba todas las mañanas.
Volvió a entrar en la ducha, esta vez sin cerrar la mampara, para así poder escuchar mejor el programa. De nuevo, mientras se aclaraba el pelo, la misma sensación que antes. Cerró el grifo y otra vez, en la oscuridad del baño, volvía a sonar la misma melodía que antes, pero esta vez, como un disco rallado.
I'm falling into you
This dream could come true
And it feels so good falling into you
This dream could come true
And it feels so good falling into you
Sonaba una y otra vez, una, dos, tres, hasta cuatro veces... un crepitar de la radio y otra vez la misma estrofa.
-¿E...Edu?- Alcanzó a decir. Un chisporroteo en la radio seguido de un segundo de silencio pareció helarle la sangre.
-Edu... ¿e...estás aq..aquí?- Las luces fluctuaron varias veces, llamando la atención de Laura sobre el espejo que había bajo los focos, un espejo que estaba ahora cubierto de vaho. Se quedó paralizada por el miedo, ya que en la parte inferior del espejo, muy tenuemente, se podían apreciar las letras
H O L A
Retrocedió un par de pasos. –Edu, ¿eres tu?.- De nuevo una oscilación en las luces, y al volver a la normalidad, se leía en el espejo:
T E E X T R A Ñ O
Con un grito ahogado se llevó las manos al pecho. Estaba chorreando y se había quedado helada.
-Yo...yo también a ti... no sabes cuanto. Ojala estuviéramos juntos.- Dijo entre lágrimas.
Un nueva oscilación de la luz, y esta vez, abarcando todo el espejo, apareció
¿ S E G U R O ?
-S...si.- Dijo sorprendida, sin dar crédito a lo que tenía ante sus ojos.
Un nuevo crepitar de luces, acompañado esta vez por un golpe seco, producido por el impacto de la radio con el mojado suelo del baño.
La electricidad actuó rápido, como un rayo, para, en una fracción de segundo ir desde el cable roto, utilizado los iones del agua que empapaba el suelo como conductor, hasta llegar a los pies descalzos de Laura, y para, una vez en su cuerpo, alcanzar su corazón y producir una parada cardiaca instantánea.
Mientras el cuerpo de Laura convulsionaba y su pelo comenzaba a desprender un humo blanquecino, durante su último aliento pudo ver una silueta saliendo del espejo. Se trataba de una especie de demonio vestido de bufón, con dos cabezas de expresión macabra, cortas patas y cinco brazos acabados en garras, haciendo ostentaciones burlescas en un caminar lento y pesado. No era Edu ni mucho menos, pero ya era demasiado tarde para intentar comprender algo.