(Aviso, crítica culoblanda)
Me ha parecido maravillosa y emocionante, casi de llorar. Me he visto a mí mismo en esta puta película. No cuenta nada nunca visto, los conflictos son de lo más estereotipado y algunos secundarios entran directamente en la categoría de cliché andante (como el profesor enrollado cuyo libro de cabecera es “El guardián entre el centeno”). Ya, y qué más da. Las alegrías y las penas de la adolescencia, los amigos, la música, los libros. La soledad y el amor, esos momentos imborrables, el descubrimiento de un mundo nuevo. Todo eso está ahí y el tal Stephen Chbosky sabe de lo que habla.
Una pena que termine por cargar las tintas del melodrama más de la cuenta y sin que fuera necesario, sobre todo en lo referente al protagonista y sus traumas. Por suerte, esto no llega a estropear la película, que no deja de ser en ningún momento un retrato creíble y realista de la juventud. Lo es incluso en su nostálgica e incierta ambientación, no se sabe si los 80 o 90, de una manera un poco suspendida en el tiempo. Maravillosos los detalles que contiene (The Rocky Horror, “Heroes” de Bowie), esa banda sonora de ensueño, los bailes, las fiestas, lo del túnel…
Con sus más y sus menos, una historia muy bien contada, con unos jóvenes actores en estado de gracia. Y una de las mejores películas del año pasado. No tengo más que añadir.