PECKINPAH | Página 18 | NosoloHD

PECKINPAH

Alfredo García es maravillosa. Realmente experimentas el viaje febril y desolador de Bennie en carne propia. Pocas películas de los 70 me provocan esto: terminarlas y sentirse como si despertaras de una pesadilla extraña, Apocalypse Now, Wake in Fright, Shura y pocas más. Su narrativa, tan fragmentada y a veces inconexa, funciona cuando sabemos que la película está narrada desde la perspectiva subjetiva de un alcohólico empedernido.

Es encantador que, en una película tan violenta, haya momentos graciosos (como hablar con una cabeza) y otros impregnados de una genuina ternura (la relación con la prosti). Se le perdonan muchos de los rasgos estilísticos propios de la época.
 
Hasta los más rígidos practicantes de la politique des auteurs han conseguido espantarle sus posibles espectadores, lo mismo tachándola de rutinaria e impersonal que arguyendo, una vez más, que su autor se repite. Atribuyéndole intenciones nada probables, han llegado a decir que se autoparodia, olvidando que «el barroco es aquel estilo que deliberadamente agota (o quiere agotar) sus posibilidades y que linda con su propia caricatura», como dijo Borges en el prólogo a la edición de 1954 de su Historia Universal de la Infamia, libro en el que tendría cabida, como tantas de Fuller, esta película de Peckinpah; y es que esos argumentos tienden a contribuir al rechazo de una obra demasiado heterodoxa, incómoda e inoportuna, que tiene la osadía de no ser «artística», ni «seria», ni «consciente» y de ni siquiera —el colmo de la desvergüenza— estar «bien hecha», pese a que Peckinpah ha demostrado con creces y repetidamente su savoir faire. Tamaña desfachatez, sea perversión o afán de provocar, había de ser castigada: fracaso comercial, peroratas moralizantes a derecha e izquierda, escándalo… Pero desde aquí escucho todavía las carcajadas sardónicas de Samuel David, tan poco interesado porque le crean un aplicado funcionario como porque le confundan con el exquisito Stanley (IBM) Kubrick, el taxidermista A. V. McLaglen, el trascendental Frank Perry, el sutil Mike Nichols y otros coquetos burócratas de Hollywood o Pinewood
 
Yo me quedo con Grupo Salvaje, La huida, Perros de paja y Alfredo García.

Ayer vi Alfredo García y creo que no es una película, es un exorcismo. Es su Dolor y gloria.

Warren Oates coge las gafas de sol del director y se embarca a su propio corazón de las tinieblas, perdiendo poco a poco todo, la dignidad, el amor, la esperanza, la moral y finalmente la vida.

El director se casó y divorció 2 veces de su mujer mejicana Begoña Palacios (1965-1971 y 1972-1984).
 
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