Al parecer este año no ha sido tan malo en esto del cine después de todo. He visto grandísimas películas que no vi el año pasado y creo que un amante del cine como yo se puede dar por satisfecho. Y es que en la lista de grandes películas de momento añado una más, Revolutionary Road.
No es que Sam Mendes haya sido un director que me haya fascinado a lo largo de su carrera. Reconocía sus méritos, pero aun así no lograba meterme del todo en sus películas ni terminaba encantado al verlas como me ocurre con otros directores. Hace poco vi Jarhead y me ocurrió exactamente lo mismo.
Pero vi en el cine hace poco el trailer de esta película, y al contrario que a muchos por las opiniones que he ido leyendo, lo que sacaba a relucir el trailer me gusta y me convenció para ver una película que en principio no entraba en mis planes. Y lo que me he encontrado me ha dejado muy buen sabor de boca aunque la película deje un regusto amargo.
En Revolutionary Road nos encontramos de nuevo con un Sam Mendes analizando el sueño americano, la vida y el paso del tiempo y las oportunidades. Unas oportunidades que sean cuando sean hay que agarrarlas pese a que nuestra sociedad sea en si como una droga y siempre acabe reteniendonos frente a los sueños, aunque sean los sueños adolescentes que mantiene un joven matrimonio frustrado y con responsabilidades. Poco a poco Mendes monta y desmonta el rompecabezas, de nuevo vuelve a golpear y hace que empecemos dudar de lo que se espera de nosotros contra la palabra vida, en el sentido más amplio de la misma.
Para su propósito Mendes se ha armado con una pareja protagonista en un momento de gloria. En primer lugar tenemos a la mujer del realizador, Kate Winslet, que de nuevo realiza un trabajo inconmensurable, brutal y magnífico para el que cualquier elogio se queda corto. Winslet carga a su personaje de esperanza, sufrimiento y dobles intenciones sin que jamás quede forzado, como si naciera de ella misma. Pero no solo en Kate Winslet recae el peso de la película y es que tenemos a Leonardo Di Caprio en el mejor papel que yo le he visto realizar (y lleva algunos años realizando trabajos ciertamente interesantes que lo han alejado de su rol de portada de revistas adolescentes). Aquí vemos reflejada la hipocresía, la cobardía y la inmadurez en su sentido más amplio, un personaje que no se ganará nuestras simpatías pero que se complemente perfectamente con Winslet en las risas y en las lagrimas, en el amor y en la ira, en las esperanzas y en el aburrimiento... Un papel brillante que merece todo el reconocimiento.
Pocas cosas tengo que decir malas de esa película. El único pero que le pondría es que ya estoy cansado de escuchar la misma música en esta clase de dramas. Dos o tres toques de piano pausados que hace que parezca que ya has escuchado esa banda sonora antes en cualquier drama de Ron Howard.
