Mouchette
Historia de una joven de pueblo que es maltratada y despreciada por todos los que la rodean.
Otra muestra del cine minimalista de Robert Bresson. Puesta en escena de austeridad total, actores inexpresivos, música inexistente… es decir, todos los rasgos que le caracterizan y le convierten en el cineasta tan particular que es. Como Pickpocket y Un condenado, gira en torno la relación entre un personaje y su entorno, un “yo” frente al mundo, en éste caso una adolescente enfrentada a una realidad absolutamente hostil y condenada a la soledad, sin otra defensa ni asidero más que un estado de rebeldía permanente hacia todo lo que la rodea. Nada sobra en ésta película gélida y carente de artificialidad o emociones, donde éstas tienen que salir, en todo caso, del propio espectador. Los diálogos escasean y destaca lo simbólico (la caza y el cepo), el misterio a partir de lo banal, tiñéndose de ambigüedad (¿violación? ¿suicidio?). Además de un retrato descarnado del mundo rural que es muy válido como drama social, he visto una película acerca del fatalismo de la vida humana: la felicidad es efímera y arbitraria (la inesperada invitación a los coches de choque y el posterior desengaño a hostias) y no hay posibilidad de redención (el desenlace inevitable, mortaja y réquiem -o “magnificat”-). Y es que bajo la sobriedad y atonalismo habituales late un hondo pesimismo, y la sensación de que no existe esperanza alguna.
El cine de éste tío tiene algo de frustrante, y a la vez algo que hipnotiza. Aunque la sinopsis parece digna de un bodrio sensacionalista en la línea de Precious, todo lo contrario, estamos ante una lección de cine en estado puro.