Me pareció espantosa.
Ya la venden como la nueva Substancia, pero su mezcla de body horror y sátira social sobre “problemas femeninos” es un refrito inconsistente. Subvertir cuentos de hadas tradicionales cansa mucho, y aquí no aporta nada nuevo. La violencia está mejor ejecutada que en la de Fargeat, eso sí, y la escena de la prota reventándose los granos es más genuinamente asquerosa que todo The Substance.
La ironía es que, independientemente de las intenciones de la directora, el mensajito se traiciona a sí mismo y la película termina demostrando que, si naces hermosa (como Cenicienta), mereces felicidad y casarte con un príncipe. Pero si naces fea, o más bien normal con algunos defectos físicos, y recurres a cirugías plásticas o dietas para mejorar, todo irá de mal en peor hasta un colapso físico total. Reafirma el biologicismo y el esencialismo: sí, la belleza física trae amor y felicidad, ¡pero SOLO si es de nacimiento! Al menos es honesta.