Abc: “Descartan la exhumación de los restos del Valle de los Caídos”. Sumarios: “Un biólogo, un forense y el subsecretario de Presidencia hicieron una inspección ocular ‘sin tocar un hueso’”, y “El abad de la basílica afirma a Abc que ‘no se pueden identificar por el estado de los enterramientos’”. Y El Mundo se lanza: “El Gobierno enmascara que abrió tumbas en el Valle de los Caídos”. Sumarios: “Accedió a buscar, en presencia de sus familiares, los restos de nueve de los 40.000 enterrados”; “Realizó ‘catas’ en las cajas que supuestamente contienen a los anarquistas fusilados”; “Lo presenta como ‘un estudio forense para poder comprobar el estado de los osarios”. La Razón no lleva el tema en primera, pero al igual que Abc, lo trata con objetiva corrección periodística y no hace editorial. ¿Por qué El Mundo echa los pies por alto y se apunta a la locura de un tema que hasta ahora estaba en manos exclusivas de la extrema derecha más rancia, con nuestro admirado historiador ¿? Pío Moa a la cabeza? Pues según se infiere –el periódico infiere mucho en el editorial- todo va dirigido a dar sentido al último párrafo del editorial: “Por todo ello, el Gobierno tiene que dar una explicación pormenorizada de lo ocurrido y asumir las responsabilidades a que hubiere lugar. Al final, la memoria histórica que ha alumbrado Zapatero sólo ha servido para reabrir viejas heridas y, en el caso concreto del Valle de los Caídos, una búsqueda de huesos a la altura de esa memoria caprichosa, frívola, sectaria y chapucera”. ¿Es suficiente explicación? Pues no, no lo es, pero quizá tengan ustedes que llegar al final de este Ojo para encontrar el motivo de esta, a mi juicio, desvergüenza profesional.
Porque la información del propio periódico, aun contada de aquella manera en la que lo hace, llena de suposiciones y de historias contadas a medias, quita todo valor al despropósito de intentar organizar un escándalo donde nada hay. El propio periódico, tras párrafos y párrafos, tira la piedra y esconde la mano con citas “enmascaradas” al final de la narración. Ejemplo: “Para hacer las prospecciones, el Gobierno no ha pedido permiso ni a la Comunidad de Madrid, ni al Ayuntamiento de San Lorenzo de El Escorial, como confirmaron ambas administraciones a este diario. La Ley de Memoria Histórica fija en su artículo 13 que ‘las administraciones públicas competentes autorizarán las tareas de prospección”. Párrafo siguiente: “Fuentes de la Consejería de Presidencia del Gobierno de Madrid –esto es, la Administración de Esperanza Aguirre- señalaron que la administración competente es el Estado por hallarse los osarios en instalaciones propiedad de Patrimonio Nacional”. Y a continuación: “El Valle de los Caídos parece perdido en un limbo legal en cuanto a su competencia. Ayer, ni el Ejecutivo regional, ni el alcalde de San Lorenzo tenían claro a quién correspondía. El regidor, José Luis Fernández-Quejo, está seguro de que la competencia no es municipal”. O sea, que no se ha pedido permiso porque no había que hacerlo. Y el Valle, el mismo párrafo lo dice, no está en un limbo legal, es competencia de Patrimonio Nacional, esto es, del Estado. ¿A qué tanto alboroto si el propio periódico dice que no hay problema?
¿No creen a este catavenenos? Hacen ustedes muy bien. Yo tampoco lo haría, pero espero que no vayan a desconfiar de la honestidad, a prueba de condenación eterna, del mismísimo Padre Anselmo, abad que es del Valle de los Caídos, “la máxima autoridad eclesiástica de la comunidad de monjes benedictinos que en él habita”, como le presenta El Mundo. Sus declaraciones también las recoge Abc. Dice el señor abad: “Yo fui testigo: se retiraron las losas de mármol o los ladrillos que los tapiaban, y en cada ocasión, desde el exterior se tomaron fotografías y notas manuscritas del interior de los osarios. El forense llevaba mono blanco y muchos, mascarillas, por higiene. Pero ni se buscó ningún resto en concreto, ni se abrieron las cajas ni se tocó un sólo resto humano”. ¿De qué, entonces, estamos dudando, si es, exactamente lo que ha dicho el Gobierno y refrendado, como no podía ser de otra forma, el ministro de Justicia? El Mundo es muy dueño de no creerles, faltaría más, ¿pero tampoco al bueno del Padre Anselmo?