Respuesta: ¿La crisis nos llevará al bolchevismo? (Spin-Out del hilo de Zapatero)
Si me permitís una digresión un tanto filosófica, me parece que en el fondo de todo debate sobre la organización social subyace la pregunta sobre la naturaleza humana -si es que aceptamos la premisa de que el ser humano tiene una naturaleza que le es propia-.
Ante esta cuestión, el pensamiento occidental ha adoptado dos posturas fundamentales, que podríamos llamar hobbesiana y roussoniana.
Para Hobbes, "el hombre es un lobo para el hombre". En el "estado de naturaleza", el ser humano es un ser cruel, que guerreará con los demás por el alimento, el poder, el sexo o el territorio. Para acabar con este estado de anarquía, se constituye la sociedad, que consiste básicamente en una renuncia. El hombre, usando de su libertad, renuncia a tomarse la justicia por su mano y deposita esa responsabilidad en manos del Estado. Es decir, que lo hace por pura supervivencia, para no autodestruirse. Desde esta interpretación, el Estado sería la forma que han inventado los hombres para poner freno a su propia naturaleza. Es curioso que, a pesar de que esta construcción teórica se inventó para justificar el absolutismo, lleva en su seno el germen de los futuros desarrollos liberales, pues, en último término, la soberanía corresponde al individuo (y no a la sociedad ni al Estado): es él el que libremente cede una parte de su libertad al Estado; pero es del individuo de quien emana la soberanía.
Caso distinto será el de Rousseau, que recoge el mito del "buen salvaje" para presentar al hombre como una criatura buena por naturaleza, dispuesta a la cooperación. Desde esta perspectiva, será la sociedad, con sus injusticias, la que corrompa al hombre. Según creo (corregidme si me equivoco), ésta será la idea que sobre la naturaleza humana heredaría después el socialismo y -especialmente- el anarquismo, que consideraba (y considera) que la vocación fundamental del hombre, liberado de la opresión del Estado- es pacífica, cooperativa y altruísta. En definitiva, son quiliaístas, esto es, tienen una visión optimista de la naturaleza humana, creyendo que el hombre puede renovarse y alcanzar una perfección cada vez mayor aquí en la tierra (lo que -opinión muy personal- no deja de ser una transposición de valores religiosos a un contexto ateo).
Entre aquélla y ésta concepción de la naturaleza humana, entre aquélla y ésta concepción del Estado, se han construido los dos grandes sistemas políticos de nuestros tiempos. El liberalismo, heredero de Hobbes (y tantos otros, permitidme que simplifique) limitará el Estado a mantener la legalidad y el "orden", dando a sus individuos la mayor parcela de libertad posible. Por el contrario, el fin último del Estado socialista será llevar a sus ciudadanos a esa sociedad poshistórica, renovada y sin injusticias, que sería el comunismo (no lo olvidemos, fase última de la teoría social de Marx -tras la dictadura del proletariado- y que nunca ha llegado a hacerse realidad en ningún sitio).
¿Para qué todo este rollo? Porque estoy convencido de que, según nuestro convencimiento íntimo de lo que es o deja de ser el hombre, estaremos más inclinados a reconocer las bondades de uno u otro sistema. Evidentemente, la realidad es mucho más compleja y he dejado sin nombrar cosas tan importantes como la socialdemocracia (que Marx despreciaba pero que tan bien ha funcionado como término medio entre una sociedad capitalista y la conquista de los derechos sociales); pero creo que es materia de reflexión interesante.
Otro tanto -y esto ya es tema de otro debate- ocurre con el capitalismo. ¿Es el capitalismo tan sólo un sistema económico o es también ideológico? Y si es lo segundo, ¿por qué? ¿Es que hay una tendencia natural en ser humano a no llenarse nunca, a querer cada vez más, permaneciendo siempre insatisfecho? Si pensamos así, el capitalismo no es nada impuesto desde fuera: no es más que la proyección económica de nuestros anhelos más profundos. Para mí (y esto vuelve a ser rigurosa opinión personal e intransferible), el capitalismo ha triunfado porque ha sabido pulsar los resortes más íntimos del hombre. El ser humano es -permitidme la trascendencia- un ser con ansia de infinito. No hay nada que pueda llenarlo realmente, y el sistema sabe aprovecharse de ello creando continuamente nuevas necesidades. Por eso no creo que el capitalismo sea nada impuesto por los poseedores de los "medios de producción", por hablar en términos marxistas, sino que es algo consustancial al hombre: no digo que sea justo, ni moral, ni equitativo; sólo que se adapta a él como la horma de su zapato.