Sería muy fácil caer en el exabrupto con la película. Es lo que es, incluso un poco menos de lo que quiere ser y toda la expectativa y publicidad que le ha rodeado no ayuda cuando el resultado está muy lejos de las alabanzas que ha recibido.
Pero puedo entender el interés de León por su madre: su brutalidad como madre coraje poco ortodoxa, su microcosmos picaresco, sus gentes sencillas que con tan poco se contentan y, en cierto, una idealización de España a partir del tópico (ladrones, vividores, rodeados de penurias, pero felices al fin y al cabo).
El problema es que, lo que sin duda podría haber dado para una película curiosa, con incluso su guiño a "Los santos inocentes" o "El desencanto" está completamente condenado por la absoluta falta de ganas o la falta de aptitudes de León. Hablo de planificar con dos Canon 7D, desenfocadas la mayor parte del tiempo, con encuadres propios de alguien que cree que la regla de los tres cuartos es un cartabón. Si ya esa planificación inexistente, puramente resolutiva y simplista, y su muy ramplona fotografía resultan bastante molestas, no hablemos del guión: sucesión de sketches muy flojos y muy vistos, débilmente unidos por un hilo conductor previsible hasta el hartazgo y la excusa del falso documental (con poco o ningún interés o habilidad en dotarlo de verosimilitud) para tener a los personajes verbalizando acciones, explicando cosas... que nunca van a ningún lado.
Pongamos por ejemplo, el personaje de Basilio. Nos lo presentan durante un segmento de la película. Luego no vuelve a decir una frase en todo lo restante de la película, ni tiene ningún papel relevante, ni un atisbo de subtrama. Nada. No aporta absolutamente nada más allá de reincidir que Carmina siempre está contra la autoridad (algo que ya hemos visto en DOS secuencias anteriores y a lo que se vuelve insistir al final) pero ahí está, una escena totalmente inútil y aburrida.
Luego están los actores. A veces su naturalidad, fruto de la improvisación, funciona. No es la leche, pero funciona. Entonces León les pide que hagan al más complejo, más "de actor", como... llorar sin motivo (lo hacen dos personajes, al principio y al final) o mostrarse más agresivos, o más sutiles, o más caricaturescos. Y ahí se ve el cartón y todo el andamiaje se viene abajo, porque se sustenta sobre la naturalidad de esos personajes. Carmina da el pego en un par de momentos (tampoco como para aplaudirla, pero sabe llevar el peso del personaje) pero luego suena a tanta impostura que desconectas por completo.
Es, en esencia, la obra de alguien que o bien no ha querido a detenerse a hacer bien las cosas o bien no las sabe hacer, lo cual es lo mismo: ley del mínimo esfuerzo, chascarrillo fácil y a tirar millas. Sus declaraciones cargadas de populismo para ganarse a una parte de los internautas han sido hábiles, pero cuando el producto no compensa ni tan siquiera los 2 míseros euros que promete y luego te enteras de que parte del equipo ha trabajado gratis, tampoco cuela.
Podríamos concluir con que es un intento desganado que ha salido mejor de lo esperado. Se ha puesto más energía en su promoción que en su realización, que es nula. No espero con ninguna ansia la próxima aventura tras las cámaras de León.
Pero quien realmente ha hecho un papel penoso es gente como Luis Martínez, Carlos Boyero, Sergi Sánchez, Jordi Battle, Andrea Bermejo... deshaciéndose en halagos con la película, tratando de venderla como rompedora, pionera, visionaria y mil adjetivos mal que, visto lo visto, son todo lo opuesto a una película anacrónica, fea, basta e insuficiente en todos los aspectos.
Me asombra que, incluso los partidarios de este tipo de comedia, no consideren que la película es escasa de humor, de argumento y de emoción de alguna clase.
En fin, que si este es el futuro del cine español, se parece mucho a lo que llevamos haciendo los últimos 40 años. Eso sí, desenfocado todo el rato.