(
The Hunger Games: Catching Fire, Francis Lawrence, 2013)
Tuve conocimiento de esta trilogía literaria hace bien poco. No causó en mí el más mínimo interés en acercarme a su lectura. No por animadversión ni por rechazo, más bien por no tener muchas ganas de adentrarme en su universo particular. Pero mira tú por dónde que la primera entrega causó en mi no la necesidad de querer descubrir cuanto se parecía la obra literaria a la película pero sí dejarme la sensación de que estaba ante un producto la mar de interesante, nada novedoso ni original pero si lo suficientemente atractivo como para basarse en material previo y darle una nueva vuelta de tuerca. Su seriedad y su espectacularidad a partes iguales hicieron que "Los juegos del hambre" fuese un título que agradecí descubrir, sinceramente.
Lógicamente después del uno viene el dos. Gary Ross, un director bastante comedido pero bastante correcto en la puesta en escena, pasa la batuta de dirección a Francis Lawrence. Y en este caso sigue pareciéndome un director que tiene cierta pericia en cuanto a puesta en escena pero donde logra conseguir cierta fascinación por el producto que contiene entre manos acaba perdiendo interés o atractivo en las formas empleadas. Tengo entendido que la traslación a la gran pantalla del segundo volumen es fidedigna y es lo que suele llamarse una fiel referencia. Pero eso es una cosa y otra que consiga transmitir la tensión, la emoción y la garra que el producto requería y me temo que por desgracia, para mi gusto, no lo ha logrado.
Para empezar deja una sensación extraña de que todo lo que me están contando ya estaba en la primera entrega. No hay mucha continuación, no hay mucha evolución argumental. Vuelve a recurrirse al mismo temario y a la misma tónica expuesta. No hay interés en contarme algo que sea atractivo o hipnótico, más aún cuando el material precedente ya lo había dejado todo resuelto para tal menester. Personajes carentes de gracia y sobretodo carentes de interés. Todo es muy autómata, plano en cuanto a exposición. Sin lograr mantener un ritmo coherente. Pues para empezar contamos con un montaje extraño, muy raro. Como si la historia (y el montador) se hubiese dejado algo como punto de conexión con la primera parte. Pero es a partir de ese momento cuando todo es muy largo, muy aburrido, muy lento. Sin chispa ni garra.
La película está diferenciada en dos partes, al igual que la entrega anterior. Por un lado tenemos las diferencias entre un estado social y el otro. La opresión de un pueblo, la banalidad superficial de otro, el maltrato, el miedo a la rebelión, la lucha por la supervivencia, la hipocresía y la mirada a otro lado a un problema, la indiferencia, el falso amor y el amor escondido, etc. Son temas muy interesantes de por sí y que bien expuestos pueden dar algo como mínimo correcto. Pero Lawrence cree que por plasmarlo paso a paso tal como está en el libro significa que en la película va a funcionar de igual forma. Y nada más lejos de la realidad. Todo acontece sin el más mínimo interés, sin nada a lo que aferrarse. Ni la aparición de Philip Seymour Hoffman, uno de los mejores secundarios de la historia cinematográfica, como nueva incorporación resulta del todo convincente aunque su personaje sea uno de los más atractivos por el cariz de los matices implícitos.
Pero la segunda parte, quizás la más interesante visualmente, resulta poco atractiva (cuanto menos agradecida). No se puede negar que hay cierta pericia en las escenas de acción, algunas bastante espectaculares (la niebla y el intento de escapar de ella) pero no hay nada que pueda llegar a sorprenderme lo necesario como para aplaudirlo. Y no por forzarme a no disfrutarlo, todo lo contrario. Mi intención no es otra que disfrutar la película sin necesidad de ponerme estricto. Pero todo resulta borroso, confuso, con una realización a salto de mata, sin mucha originalidad que digamos añadiéndole un montaje difuminado dejándolo todo a una casualidad extraña. Como si todo lo importante o impactante ya hubiese sido contado anteriormente y las ideas fuesen escasas. Y es cierto, me incluyo, que el punto de inflexión, el giro argumental final, la sorpresa menos esperada es lo único que da cierto toque de distinción para convencer de que podría haber habido algo más de fuelle. Aún con ciertas influencias de "El imperio contraataca" para conectar con la tercera entrega.
La fotografía de Jo Willems para conseguir la frialdad de un mundo oprimido y desolado, con un invierno casi perenne está realmente logrado, una demostración de un trabajo bien ejecutado. Incluso el apartado del vestuario es un lujo para la vista aunque no haya tanta novedad (punto positivo para la conversión del vestido de novia en un vestido de rebeldía con la consecuente resolutiva hacia uno de los personajes). Pero son gotas acertadas en un vaso de agua poco agradecido. Un producto que requería un espectáculo mucho mayor, más enfocado a inyectarle ritmo, acción, consecución, intentando amenizar los momentos más calmos o los menos interesantes. Pero carece de diálogos trabajados y mucho menos conseguidos. Y es una pena porque la sensación de haber contemplado un producto realmente fallido no me lo quita nadie. Añadámosle un metraje excesivamente largo para un producto tan escueto. Aún teniendo potencial e intuyendo que de haber sido de otra forma no me hubiese negado a, como mínimo, satisfacer mi necesidad de contemplar una buena secuela. Pero desde luego no lo es.