Respuesta: El bastardo lo ha vuelto a hacer
El quicio de la mancebía
De locuras responsables
Un joven rumano asesina en España a su novia embarazada , también rumana, después de enterarse, por ella, de que le va a dejar y que la criatura que lleva en su vientre es de otro.
Después de asesinarla el perturbado
mostró el cadáver a su padre a través de Internet.
La noticia, terrorífica, precisa de perspicacia para averiguar que ha sido un extranjero. Para saber que se trata de un extranjero hay que leer el contenido. Para saber que la mayoría de las atrocidades cometidas en España, también estas, lo son por extranjeros, hay que saber. Porque decirlo suena a racismo y discriminación. Para saber que muchas tiene origen en conflictos culturales fruto de la inmigración, hay que escucharlo con el oído pequeño.
Y para reflexionar sobre este asunto y sus posibles sinrazones hay que ser muy prudente. Muy prudente. Se trata de violencia de género.
Salvador Sostres, conocido y polémico escritor y periodista,
en un artículo en El Mundo [leer infra], trata de acercarse al cómo puede enloquece una persona hasta entonces normal y qué contrasentido pudo llevarle a ello. Porque si fuera un loco de toda la vida, no habría caso. Por ello, el periodista basa su enloquecimiento en el daño que pudo producirle a ese criminal un maltrato psicológico como el producido por la víctima.
La reacción de muchos lectores, fundamentalmente a través del
Twiter, no se ha hecho esperar. Hasta el punto de que
Pedro Jota Ramírez decide pedir disculpas y retirar la columna de la edición digital.
Discrepo absolutamente de tal censurante reacción. También el fenómeno twiter comienza a ser preocupante como herramienta desbocada de anónima expresión, cuando se utiliza, precisamente, en contra de esa misma libertad cuando la usan otros con nombre y apellidos. Al ingenuo de
Bisbal le pasó
algo parecido hace nada.
Por otra parte, hay gente empeñada en que -como con el
11M- no entremos en el fondo del por qué se incrementa espectacularmente este tipo de asesinatos. Y así, lo único que van a conseguir es que, desgraciadamente, la sociedad no consiga parar tal sangría.
Finalmente, si el asesino no cayó en un
trastorno mental transitorio -que, en tesis de Sostre, tendría un origen explicable aunque no generalizable- es que, como he comentado anteriormente, está loco de remate. En cuyo caso su destino no debe de ser la penitenciaría sino el psiquiátrico. Y, por tanto, sobrarían las populares y habituales manifestaciones de hartazgo, que a nada conducen si hablamos de enajenados.
Sostres, en definitiva, no ha mantenido otro criterio que el que seguramente sostendrá su abogado defensor y el que confirmará la sentencia, como atenuante o eximente: enfermedad mental transitoria o enajenación mental. Y que eso le puede pasar a cualquiera que hasta el momento tuviera un comportamiento normal..
Mención aparte merece el ataque foribundo contra Sostres por parte de los medios progres y de la izquierda ecofeminista. También las declaraciones de la fiscalía.
El País asegura, nada menos, que el escritor justifica la violencia doméstica. La fiscal de la Sala del Tribunal Supremo,
Soledad Cazorla, se ha mostrado "indignada y desconcertada" después de haber leído tres veces el artículo, porque cree que el contenido del texto "nos devuelve a la época de las cavernas", ya que rezuma una desigualdad hacia la mujer "impensable en pleno siglo XXI".
La Secretaría de la Mujer de
CC OO de Madrid interpondrá una querella por apología del delito contra Salvador Sostres y "los responsables" de la publicación, por considerar que este artículo "contribuye" y "constituye un alegato y una apología clara de la violencia de género", "toma partido por los maltratadores" y "no tiene nada que ver con la libertad de expresión".
El
Instituto de la Mujer ha considerado de "máxima gravedad" el artículo de Sostres y ha asegurado que en el mismo se hace "apología de la violencia de género". La directora de este organismo,
Laura Seara, ha manifestado en nombre del
Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad su "más enérgica protesta" por este hecho y ha expresado su preocupación por los efectos nocivos que pueda tener en la lucha contra la violencia de género. Además, ha reclamado a El Mundo que tome "medidas contundentes" contra su colaborador.
El
delegado del Gobierno contra la violencia de género,
Miguel Lorente, ha considerado "inaceptable" que se trate de justificar cualquier crimen enmarcado en la violencia machista. Llorente ha explicado que "interpretar y valorar la decisión de una mujer, la libertad de una mujer, para mantener o no una relación de pareja como una violencia frente al hombre es justificar la posición de los hombres violentos".
El problema de fondo, para todos ellos, es que Sostres entiende el "dolor" y "desesperación" del asesino.
Pero la sustancia de la indignación, en esta sociedad enferma, estriba en que hay mucha gente que ve como delito entender el dolor y la desesperación de un asesino, aunque, explícitamente, no se comparta. Con lo cual no sólo los escritores, sino también los pensadores, filósofos, médicos, abogados y hasta el más común de los mortales comienza a tener vetado el derecho a comprender, es decir, la libertad de pensamiento. Y, mucho más, el derecho a expresar que lo comprende.
Aun cuando yo discrepe absolutamente del periodista al indicar éste que 'un chico normal de 21 años que está enamorado de su novia embarazada es normal que pierda el corazón y la cabeza, el sentido y el mundo de vista, si un día llega a casa y su chica le dice que le va a dejar y que, además, el bebé que espera no es suyo'. No es normal. Puede ocurrir, ha ocurrido, pero no es normal.
Si bien resutla chocante la convivencia social con otros tipos de 'normalidad'. Nunca hubo mayores problemas para que
Jesus Quintero entrevistara asépticamente en las cárceles, para la televisión, a asesinos en serie. Tampoco para que asesinos en serie menores sean reinsertados socialmente en un santiamén y
acaben de aeromozos y en la tele. O, finalmente, que
asesinos en serie terroristas gocen de las máximas facilidades para su excarcelación.
Por no hablar de esas heroínas machacadas por el maltrato machista que
han solucionado el problema asesinando a sus maridos en 'legítima defensa', fuertemente comprendidas por quienes ahora atacan al periodista. Y
declaradas inocentes o
indultadas por la autoridad competente.
Todo ello eso sí es normal, por lo visto, para aquellos indignados por la cuestionable pero legítima reflexión de Sostres.