Encuesta en Verso

Respuesta: Encuesta en Verso

GASPAR DE LA NOCHE



Un gótico torreón
y una gótica aguja
en un cielo ilusorio
tal Dijón, a lo lejos.
Sus alegres parrales
no tienen paralelos.
Sus campanarios antes
llegaban hasta diez.
Allí más de una muestra
fue esculpida o pintada;
y más de una portada
despliega su abanico.
Dijón ¡que te impacientas
Y mi laud precario te canta la mostaza
como tu Jacquemart!​
[FONT=Arial, Helvetica, sans-serif]QUIERO a Dijón como el niño a su ama, que lo alimentó; como el poeta a la jovencita que inició su corazón. ¡Infancia y poesía! ¡Qué efímera es una y qué engañosa la otra! La infancia es una mariposa que se afana en quemar sus blancas alas en las llamas de la juventud, y la poesía es como el almendro: sus flores son perfumadas y sus frutos amargos.
Estaba un día, sentado y solitario en el jardín del Arcabuz -llamado así por el arma que antes señalaba allí, tan a menudo, la destreza de los caballeros de Papeguay-. Inmóvil sobre su banco, se me hubiera podido comparar a la estatua del baluarte Bazire. Esta obra maestra del figurista Sévallée y del pintor Guillot, representaba un abate sentado y leyendo. Nada faltaba a su atavío. De lejos, se le tomaba por una persona; de cerca, se veía que era un yeso.
La tos de un paseante disipó el enjambre de mis sueños. Era un pobre diablo cuyo exterior no anunciaba nada más que miserias y sufrimientos. Yo había observado ya, en el mismo jardín, su rapada levita, que se abotonaba hasta el mentón; su fieltro deformado, que ningún cepillo cepilló jamás; sus cabellos largos como un sauce y peinados como malezas; sus manos- descarnadas, como osarios; su fisonomía burlona, garduña y enfermiza, afilada por una barba nazarena; y mis conjeturas lo habían colocado caritativamente entre esos artistas modestos, ejecutantes de violín y pintores de retratos, a los que un hambre insaciable y una sed inextinguible condenan a correr el mundo sobre la huella del Judío Errante.
Estábamos, entre tanto, dos en el banco. Mi vecino hojeaba un libro de cuyas páginas se desprendió, sin que lo advirtiera, una flor seca. La recogí para entregársela. El desconocido, saludándome, la llevó a sus labios marchitos y la colocó otra vez en el libro misterioso.
-¿Esta flor -me atreví a decirle- es, sin duda, el símbolo de algún dulce amor enterrado? ¡Ah! Todos tenemos en el pasado un día de felicidad que nos desencanta el porvenir.
-¿Es usted poeta? -me respondió sonriente.
El hilo de la conversación se había anudado. ¿En qué bobina iba a devanarse ahora?
-Poeta, ¡si es ser poeta haber buscado el arte! -¡Usted ha buscado el arte! ... ¿ Y lo ha encontrado?
-¡Pluguiera al cielo que el arte no fuera una quimera!
-¡Una quimera!. . . ¡Yo también lo he buscado! -exclamó con el entusiasmo del genio y el énfasis del triunfo.
Le pedí que me dijera a qué fabricante de anteojos debía su descubrimiento, ya que el arte había sido para mí lo que una aguja en una pila de heno...
-Yo había resuelto -dijo buscar el arte como en la Edad Media los rosacruces buscaron la piedra filosofar. ¡El arte, esa piedra filosofal del siglo diecinueve!
"Una pregunta obligó primero mi escolástica. Me dije: ¿qué es el arte? El arte es la ciencia del poeta. Definición tan límpida como un diamante de las más puras aguas.
"Pero, ¿cuáles son los elementos del arte? Segunda pregunta ante la que dudé muchos meses antes de responder. Una noche en que a la luz de una lámpara revolvía el polvoriento depósito de un librero de viejo, desenterré un librito en lengua extravagante e ininteligible, cuyo título se blasonaba con un dragón alado que desarrollaba en una banderola estas dos palabras: Gott-Liebe. Algunos sueldos pagaron ese tesoro. Subí hasta mi bohardilla, y allí, cuando deletreaba curiosamente el libro enigmático ante la ventana bañada por un claro de luna, de pronto me pareció que el dedo de Dios rozaba el teclado del órgano universal. Así, las falenas zumbadoras se desprenden del seno de las flores, que desmayan sus labios a los besos de la noche. Subí a la ventana y miré abajo. ¡Oh, sorpresa! ¿Soñaba? Una terraza que no había imaginado, con las suaves emanaciones de sus naranjos; una joven vestida de blanco, que tocaba el arpa; un anciano vestido de negro, que rogaba, de rodillas. El libro se me cayó de la mano.
"Descendí hasta la casa de los inquilinos de la terraza. El anciano era un ministro de la religión reformada, que había cambiado la fría patria de su Turingia por el tibio exilio de nuestra Borgoña. La intérprete del arpa era su única hija, rubia y frágil belleza de diecisiete años deshojada por un mal de languidez; y el libro por mí reclamado era un devocionario alemán para uso de las iglesias del rito luterano con las armas de un príncipe de la casa de Anhalt-Coëthen.
¡Ah, señor! No removamos una ceniza no adormecida todavía. Isabel no es más que una Beatriz de veste azulada. ¡Está muerta, señor, muerta! Y he aquí el devocionario en que ella derramaba su tímida oración, la rosa donde exhaló su alma inocente. ¡Flor desecada en botón, como ella! ¡Libro cerrado como el libro de su destino! ¡Reliquias benditas que ella no desconocerá en la eternidad, por las lágrimas de que estarán empapadas, cuando rota la piedra de mi tumba por la trompeta del arcángel, me lanzaré por encima de todos los mundos hasta la virgen dorada, para sentarme, al fin a su lado bajo las miradas de Dios! ...
-¿Y el arte? -le pregunté.
-Lo que en el arte es sentimiento era mi dolorosa conquista. Había amado, había rezado. Gott-Liebe, ¡Dios y amor! Pero lo que en el arte es idea engañaba todavía mi curiosidad. Creí que encontraría el complemento del arte en la naturaleza. Estudié, pues, la naturaleza.
"Salía por la mañana de mi casa y no volvía hasta la noche. Luego, acodado sobre el parapeto de un bastión en ruinas, me complacía, durante largas horas, respirar el perfume salvaje y penetrante del alelí que motea con sus ramitos de oro el traje de yedra de la feudal y caduca ciudad de Luis Xl ; ver accidentarse el paisaje tranquilo con un golpe de viento, con un rayo de sol o con un aguacero; jugar el papafigo y los pajaritos de las hayas en el plantel salpicado de sombras y de claridades; los zorzales llegados de la montaña, vendimiar la viña bastante alta y frondosa para esconder el ciervo de la fábula; abatirse los cuervos desde todos los rincones del cielo en bandas fatigadas sobre el esqueleto de un caballo abandonado por el desollador en algún bajo verdoso; escuchar a las lavanderas que hacían resonar sus coplas alegres al borde del Suzón y al niño que cantaba una melodía lastimera girando bajo la muralla la rueda del cordelero. A veces abría a mis sueños un sendero de musgo y de rocío, de silencio y de quietud, lejos de la ciudad. ¡Cuántas veces arrebaté sus ruecas de frutos rojos y ácidos a los zarzales mal frecuentados de la fuente de juvencia y de la ermita de Nuestra Señora del Estanque, la fuente de los Espíritus y de las Hadas y la ermita del Diablo. ¡Cuántas veces recogí el buccino petrificado y el coral fósil en las alturas pedregosas de San José, arrolladas por la tempestad! ¡Cuántas veces pesqué cangrejos en los vados desordenados de los Tilles entre los berros que abrigan la Salamandra helada, y entre los nenúfares, de los cuales bostezan las flores insolentes! ¡Cuántas veces espié a la culebra sobre las playas atascadas de Saulons, que no escuchan más que el grito monótono de la polla acuática y el gemido fúnebre del colimbo! ¡Cuántas veces alumbré con una bujía las grutas subterráneas de Asniers, donde la estalactita destila con lentitud la eterna gota de agua de la clepsidra de los siglos! ¡Cuántas veces canté en el cuerno sobre las rocas perpendiculares de Chèvre.Morte, mientras la diligencia trepaba penosamente el camino a trescientos pies por debajo de mi trono de obscuridad! Y en las noches también, en las noches de verano, balsámicas y diáfanas, cuántas veces salté como un licántropo alrededor de un fuego encendido en el valle cubierto de hierba y desierto, hasta que los primeros golpes de hacha del leñador conmovían a las encinas! ¡Ah, señor! ¡Cuántos atractivos tiene la soledad para el poeta! ¡Yo hubiera sido feliz viviendo en los bosques sin hacer más ruido que el pájaro que bebe el agua de la fuente, que la abeja merodeando el espino y que la bellota cuya caída rompe la enramada! ...
-¿Y el arte? -le pregunté.
-¡Paciencia! El arte estaba todavía en los limbos. Había estudiado el espectáculo de la naturaleza; estudié luego los monumentos de los hombres.
"Dijón no siempre ha deshilado sus horas ociosas en los conciertos de sus hijos filarmónicos. Se endosó la loriga -se puso el morrión-, blandió la partesana -desenvainó la espada-, cebó el arcabuz -asestó el cañón sobre sus murallas-, recorrió los campos a tambor batiente y enseñas desgarradas, y, como el trovador canoso de la barba que toca la trompeta antes de rasguear el rabel, habría maravillosas historias para contarle, o antes, sus baluartes hundidos, que encajonan en una tierra mezclada de despojos de raíces verdosas de sus castaños de India y su castillo desmantelado, cuyo puente tiembla bajo el paso de la yegua del gendarme, de vuelta al cuartel. Todo certifica dos Dijones: un Dijón de hoy, un Dijón de antaño.
"Enseguida despejé el Dijón de los siglos xiv y xv, alrededor del cual corría una muralla de dieciocho torres, de ocho puertas y de cuatro poternas o portelas; el Dijón de Felipe el Atrevido, de Juan Sin Miedo, de Felipe el Bueno y de Carlos el Temerario, con sus casas de argamasa y paredes puntiagudas como el gorro de un loco, con fachadas cerradas por cruces de San Andrés; con sus palacios fortificados, de estrechas barbacanas, de dobles postigos y de patios empedrados de alabardas; con sus iglesias, su santa capilla, sus abadías, sus monasterios, que hacían procesiones de campanarios, de guías, de agujas, desplegando por banderas sus vitroles de oro y de azul; paseando sus reliquias milagrosas, arrodillándose en las criptas sombrías de sus mártires o en el altar florido de sus jardines; con su torrente del Suzón, cuyo curso, cargado de pequeños puentes de madera y de molinos de harina, separaba el territorio del clérigo de San Benigno del territorio del abad de San Esteban, como un alguacil del parlamento arrojaba su vara y su "¡basta!" entre dos litigantes hinchados de cólera ; y en fin, con sus arrabales populosos, uno de los cuales, el de San Nicolás, ostentaba al sol sus doce calles, ni más ni menos que una gorda marrana de parto sus doce tetas. Yo había galvanizado un cadáver y ese cadáver se había levantado.
"Dijón se levanta. ¡Se levanta, camina, corre! Treinta campanas repican en un cielo azul de ultramar, como los pintaba el viejo Alberto Durero. La muchedumbre se apretaba en las hosterías de la calle Bouchepot, en las estufas de la puerta de los Canónigos, en el martillo de la calle San Guillermo, en el cambio de la calle de Nuestra Señora, en las fábricas de armas de la calle de las Forjas, en la fuente de la plaza de los Franciscanos, en el horno común de la calle de Beze, en los mercados de la plaza Champeaux, en el patíbulo de la Plaza Morimont; burgueses, nobles, villanos, soldadesca, sacerdotes, monjes, clérigos, mercaderes, escuderos, judíos, usureros, peregrinos, trovadores, oficiales del parlamento y de la cámara de cuentas, oficiales de gabelas, oficiales de la moneda, oficiales de la jurisdicción de bosques, oficiales de la casa del duque; que claman, que silban, que cantan, que se quejan, que suplican, que maldicen -en basternas, en literas, a caballo, en mulas y en la jaca de San Francisco. ¿Y cómo dudar de esta resurrección? He aquí flotar a los vientos el estandarte de seda, mitad verde, mitad amarillo, bordado con los escudos de armas de la ciudad, que son gules con pámpano de oro y follaje de Sinople.
"Pero, ¿qué cabalgata es ésta? Es el duque que va a recrearse en la caza. Ya la duquesa lo ha precedido en el castillo de Rouvres. ¡Qué magnífico equipo y qué numeroso cortejo! Monseñor el duque espolea a un tordillo rucio, que se estremece al aire vivo y picante de la mañana. Detrás de él caracolean y se pavonean los Ricos de Chalons, los Nobles de Viena, los Bravos de Vergy, los soberbios de Neuehátel, los buenos Barones de Beaufremont. ¿Y esos dos personajes que cabalgan a la cola de la fila? El más joven, al que distinguen su casaca de terciopelo sangre de buey y su insignia de bufón cascabelero, se desgañita de risa; el más viejo, vestido con un capisayo de paño negro, bajo el cual guarda un voluminoso salterio, inclina la cabeza con un aire avergonzado: uno es el rey de los pícaros, el otro, el capellán del duque. El loco propone al sabio cuestiones que éste no puede resolver; y mientras el populacho grita ¡Noël!, los palafrenes relinchan y los sabuesos aúllan y los cuernos de caza suenan, ellos, la rienda sobre el cuello de sus monturas lentas, hablan familiarmente de la prudente dama Judith y del esforzado Macabeo.
"Entre tanto, un heraldo toca la bocina sobre la torre de la residencia del duque. Anuncia que en el llano los cazadores lanzan sus halcones. El tiempo es lluvioso; una bruma grisácea le oculta a lo lejos la abadía de Citeaux que baña sus bosques en los lodazales; pero un rayo de sol le muestra más próximos y más distintos el castillo de Talant, cuyas terrazas y plataformas se almenan en la nube; las mansiones del señor de Ventoux y del señor de Fontaine, cuyas veletas horadan los macizos de verdor; el monasterio de Saint-Maur, cuyos palomares se aguzan en medio de un vuelo de palomas; la leprosería de Saint-Apollinaire, que no tiene más que una puerta y carece de ventanas; la capilla de Saint-Jacques de Trimolois, que se diría un peregrino cubierto de conchas; y bajo los muros de Dijón, más allá de las granjas de la abadía de Saint-Bénigne, el claustro de la Cartuja, blanco como el hábito de los discípulos de Saint-Bruno.
¡La Cartuja de Dijón! ¡El Saint-Denis de los duques de Borgoña! ¡Ah! ¿Por qué es necesario que los hijos tengan celos de las obras maestras de sus padres? Vaya ahora adonde estuvo la Cartuja, sus pasos chocarán allí bajo la hierba con piedras que fueron seguros de bóvedas, tabernáculos de altares, cabeceras de tumbas, losas de oratorias, piezas en donde el incienso humeaba, donde la cera ardió, donde murmuró el órgano, donde los duques vivientes doblegaron la rodilla, donde los duques muertos posaron la frente. ¡Oh! ¡Nada de la grandeza y de la gloria! ¡Se plantan calabazas en la ceniza de Felipe el Bueno! ¡Nada más de la Cartuja! Pero me equivoco. La portada de la iglesia y la pequeña torre del campanario están de pie. La torrecilla airada y ligera, rama de alelí en la oreja, se asemeja a un jovencito que arrastrara a un galgo; la portada martillada sería todavía una joya digna de colgar del cuello de una catedral. Hay, además, en el patio del claustro, un pedestal gigantesco cuya cruz está ausente y alrededor del cual aparecen en sus nichos seis estatuas de profetas, admirables de desolación. ¿Qué es lo que lloran? Lloran la cruz que los ángeles se llevaron al cielo.
"El destino de la Cartuja ha sido el de la mayor parte de los monumentos que embellecían a Dijón en la época de la anexión del ducado al dominio real. Esta ciudad no es más que la sombra de ella misma. Luis XI la había despojado de su poder, la revolución decapitó sus campanarios. No le quedan más que tres iglesias, de siete templos, de una santa capilla", de dos abadías y de una docena de monasterios. Tres de sus puertas están cerradas, sus poternas fueron demolidas, sus arrabales arrasados, su torrente de Suzón se precipitó a las alcantarillas, su población se fue abajo y su nobleza ha dado un vuelco. ¡Ah! Bien se ve que el duque Carlos y sus caballeros, que partieron hará pronto cuatro siglos para la batalla, no han vuelto.
"Y yo ambulaba entre esas ruinas como el anticuario que busca medallas romanas en los surcos de una ciudadela, después de una gran lluvia tempestuosa. Dijón, desaparecido, conserva todavía alguna cosa de lo que fue, como esos ricos galos a quienes se enterraba con una moneda de oro en la boca y otra en la mano derecha.
-¿Y el arte? -le pregunté.
-Estaba un día ocupado, ante la iglesia de Nuestra Señora, en observar a Jacquemart, su mujer y su hijo, que martillaban las doce. La exactitud, la pesadez, la paciencia de Jacquemart serían el certificado de su origen flamenco, aun cuando se ignorara que daba las horas a los buenos burgueses de Courtray, cuando el saqueo de esta ciudad en 1383. Gargantúa escamoteó las campanas de París; Felipe el Atrevido el reloj de Courtray; cada príncipe tiene su talla. Un estallido de risa se escuchó arriba, y distinguí en un ángulo del gótico edificio, una de esas figuras monstruosas que los escultores de la Edad Media aseguraron por los hombros a los aleros de las catedrales; una atroz figura de condenado que, presa de sus sufrimientos, sacaba la lengua, rechinaba los dientes y se torcía las manos. Era ella la que se había reído.
-¡Usted tenía una paja en el ojo! -exclamé.
-Ni paja en el ojo ni algodón en la oreja. La figura de piedra se había reído, reído con una risa gesticulante, horrible, infernal; pero sarcástica, incisiva, pintoresca.
Tuve vergüenza, en mi interior, de haber atendido tan largo tiempo a un maniático. Sin embargo, estimulé con una sonrisa al rosacruz del arte para que prosiguiera su divertida historia.
-Esta aventura -continuó- me hizo reflexionar. Pensé que, puesto que Dios y el amor eran las primeras condiciones del arte, lo que en el arte es sentimiento, Satanás podría bien ser la segunda de esas condiciones, lo que en el arte es idea. ¿No es el diablo quien ha construido la catedral de Colonia?
"Heme aquí en busca del diablo. Palidezco sobre los libros mágicos de Cornelius Agrippa, y degüello la gallina negra del maestro de escuela, mi vecino. No más diablo allí que en el rosario de una beata. Sin embargo, él existe. San Agustín ha legalizado con su pluma la filiación: Dæmones sunt génere animalia, ingenio rationabilia, ánimo passiva, córpore aerco, témpore eterna. Esto es positivo. El diablo existe. Habla en la cámara, litiga en el palacio, especula con el agio en la bolsa. Se le graba en viñetas, se le pone en novelas, se le viste en los dramas. Se le ve en todas partes, como lo veo a usted. Es para depilarle mejor la barba que los espejos de bolsillo fueron inventados. Polichinela ha errado a su enemigo y al nuestro. ¡Oh! ¡Que no lo haya matado con un golpe de bastón en la nuca!
"Bebí el elixir de Paracelso en la noche, antes de acostarme. Tuve un cólico. Por ninguna parte se veía al diablo con sus cuernos y su cola.
"Todavía una contrariedad: la tempestad, esa noche, mojaba hasta los huesos a la vieja ciudad acurrucada en el sueño. Como vagaba yo a tientas, no viendo ni gota, por las anfractuosidades de Nuestra Señora, es lo que podrá explicarle un sacrilegio. No hay cerradura de la cual el crimen no tenga la llave. ¡Tenga piedad de mí! Necesitaba una hostia y una reliquia. Una claridad agujereó las tinieblas; muchas otras se mostraron sucesivamente, de modo que pronto distinguí a alguien cuya mano, provista de un largo encendedor, distribuía la llama a los candeleros del altar mayor. Era Jacquemart, que, no menos imperturbable que de costumbre, bajo su remendado atavío de hierro, terminó su labor, sin parecer inquietarse ni aun apercibirse de la presencia de un testigo profano. Jacobina, arrodillada en las gradas, conservaba una inmovilidad perfecta, en tanto la lluvia manaba de su falda de plomo trabajada al estilo brabantino, de su gorguerita de palastro encajonada como una puntilla de Brujas, de su rostro de madera barnizada como las mejillas de una muñeca de Nuremberg. Yo le balbuceaba una humilde pregunta sobre el diablo y el arte cuando el brazo de la Maritornes se aflojó con la precipitación súbita y brutal de un resorte, y, al ruido cien veces repercutido del pesado martillo que empuñaba, la multitud de abades, caballeros, bienhechores, que pueblan con sus góticas momias las bóvedas góticas de la iglesia, afluyó procesionalmente alrededor del altar deslumbrante de esplendores vivos y alados del pesebre de Navidad. La virgen negra, la virgen de los tiempos bárbaros, con una altura de un codo y su trémula corona de hilo de oro, con su veste rígida de almidón y de perla, la virgen milagrosa ante la cual chisporrotea una lámpara de plata, saltó abajo de su pedestal y corrió sobre las baldosas con la velocidad de una perinola. Avanzaba desde las naves profundas, a brincos graciosos y desiguales, acompañada de un pequeño San Juan de cera y lana, que, abrasado por una chispa, se fundió azul y rojo. Jacobina se había armado de unas tijeras para recortar el occipucio de su niñito envuelto en pañales; un cirio iluminó a lo lejos la capilla del bautisterio, y entonces. . .
-¿Y entonces?
-Y entonces, el sol que lucía por el ojo de una cerradura, los gorriones que picoteaban mis cristales y las campanas que refunfuñaban una antífona en la nube, me despertaron. Había tenido un sueño.
-¿Y el diablo?
-No existe.
-¿Y el arte?
-Existe.
-Pero ¿dónde?
-¡En el seno de Dios! -y sus ojos, en los que nacía una lágrima, sondeaban el cielo. Nosotros no somos, señor, más que los copistas del Creador. La más magnífica, la más triunfante, la más gloriosa de nuestras obras efímeras no es más que la indigna falsificación, que el centelleo extinguido de la menor de sus obras inmortales. Toda originalidad es un aguilucho que no rompe la cáscara de su huevo más que en las regiones sublimes y fulminantes del Sinaí. ¡Sí, señor, he buscado mucho tiempo el arte absoluto! ¡Oh delirio! ¡Oh locura! ¡Mire esta frente arrugada por la corona de hierro de la desgracia! ¡Treinta años! Y el arcano que impetré de tantas vigilias pertinaces, al que inmolé juventud, amor, placer, fortuna, el arcano yace inerte e insensible, como el vil guijarro, en la ceniza de mis ilusiones. La nada no vivifica a la nada.
Se levantó. Le testimonié mi conmiseración con un suspiro hipócrita y banal.
-Este manuscrito -agregó- le dirá cuántos instrumentos han ensayado mis labios antes de llegar al que da la note pura y expresiva, cuántos pinceles usé sobre la tela antes de ver nacer en ella la vaga aurora del claro obscuro. Ahí están consignados diversos procedimientos, nuevos quizás, de armonía y de color, único resultado y única recompensa que obtuvieran mis elucubraciones. Léalo. Me lo devolverá mañana. Las seis dan en la catedral; ellas expulsan al sol que se esquiva a lo largo de esos lisos. Voy a encerrarme para escribir mi testamento. Buenas noches.
-¡Señor!
¡Bah! Estaba lejos. Me quedé tan quieto y confuso como un presidente a quien su escribano hubiérale apresado una pulga que cabalgara en su nariz. El manuscrito se titulaba: Gaspar de la Noche. Caprichos a la manera de Rembrandt y de Callot.
Al día siguiente era sábado. Nadie había en la Arcabuz; algunos judíos festejaban el día del sábado. Recorrí la ciudad pidiendo informes acerca de M. Gaspar de la Noche, a cada transeúnte. Unos me respondían: "¡Oh! ¡Usted bromea!"; otros: "Eh! ¡Que le tuerzan el pescuezo!" Y todos al instante me dejaban plantado. Abordé a un viñador de la calle San Filiberto, muy pequeño y jorobado, que se contoneaba en su puerta riéndose de mi confusión.
-¿Conoce usted al señor Gaspar de la Noche?
-¿Qué es lo que quiere de ese muchacho?
-Quiero devolverle un libro que me prestó.
-¿Un libro mágico?
-¿ Cómo? ... ¡Un libro mágico! ... Dígame, por favor, su domicilio.
-Allá abajo, donde cuelga ese pie de cierva.
-Pero, esa casa. . . usted me indica la del señor cura.
-Es que acabo de ver entrar allí a la morena que le lava sus albas y sus corbatines.
-Y eso ¿qué tiene que ver?
-Eso quiere decir que el señor Gaspar de la Noche se engalana algunas veces como una joven y bonita muchacha para tentar a los devotos. Es testimonio de esto su aventura con San Antonio, mi patrono.
-Déjese de bromas malignas y dígame dónde está el señor Gaspar de la Noche.
-Está en el infierno, si es que no se ha ido a otra parte.
-¡Ah!. . . ¡Acabo de comprender! Entonces... Gaspar de la Noche será...
-¡Claro! ... !El diablo!
-¡Gracias, mi amigo! ... Si Gaspar de la Noche está en el infierno, que se ase ahí. Yo imprimo su libro.
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[FONT=Times New Roman, Times, serif]Aloysius Bertrand

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En el entierro de un amigo

Tierra le dieron una tarde horrible
del mes de julio, bajo el sol de fuego.
A un paso de la abierta sepultura,
había rosas de podridos pétalos,
entre geranios de áspera fragancia
y roja flor. El cielo
puro y azul. Corría
un aire fuerte y seco.
De los gruesos cordeles suspendido,
pesadamente, descender hicieron
el ataúd al fondo de la fosa
los dos sepultureros...
Y al reposar sonó con recio golpe,
solemne, en el silencio.
Un golpe de ataúd en tierra es algo
perfectamente serio.
Sobre la negra caja se rompían
los pesados terrones polvorientos...
El aire se llevaba
de la honda fosa el blanquecino aliento.
—Y tú, sin sombra ya, duerme y reposa,
larga paz a tus huesos...
Definitivamente,
duerme un sueño tranquilo y verdadero.

Antonio Machado.

Para aquellos amigos que se me han ido antes de tiempo en estos veranos y en estos julios. Ya son demasiados; y pesan en la memoria.
 
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“Del suspiro de sus almas, no hay duda. Ella se llamaba ¿cómo se llamaba? Era hemosa como el sol, solo que el sol no la soportaba. Era sagrada como una rosa, como una divinidad, pero la cruz la hería. Sus ojos verdes parecían lagos benditos, pero el agua sagrada quemaba su piel. Su pelo era rojo y largo como el fuego, pero el fuego devoraba su alma… Era una princesa de la noche, una criatura oscura en la lumbre de la leyenda. Era su inspiración. Era quien derramo y deglutió su sangre, la absorbió, desde su cuello por su boca, hasta su alma, hasta bañar su propio corazón con sus magnificas insinuaciones. Y lo volvió como ella. Ladrón de la noche, entre las sombras, devorador de esperanzas, siempre, siempre, en busca de inspiración. Cuando ella no estaba ¿qué hacer? Buscar más inspiración. Doncellas hermosas, jóvenes, como rosas, lilas, en un sacro jardín, hechas de versos, a las que seducir, y de las que beber, como fuentes de Castalia, degustar, y con esa sangre escribir, los versos sobre el cuaderno que hacían suspirar los corazones del mundo.”

James Kandisnki
 
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Señor, Señor, ¿por qué consientes
que te nieguen ateos?
¿Por qué, Señor, no te nos muestras
sin velos, sin engaños?
¿Por qué, Señor, nos dejas en la duda,
duda de muerte?
¿Por qué te escondes?

¿Por qué encendiste en nuestro pecho el ansia
de conocerte,
el ansia de que existas,
para velarte así a nuestras miradas?
¿Dónde estás, mi Señor; acaso existes?

¿Cómo del poso eterno de las lágrimas,
del mar de las angustias,
de la herencia de penas y tormentos
no has despertado?
Señor, ¿por qué no existes?
¿Dónde te escondes?

Te buscamos y te hurtas,
te llamamos y callas,
te queremos y Tú, Señor, no quieres
decir: ¡vedme, mis hijos!

Una señal, Señor, una tan sólo,
una que acabe
con todos los ateos de la tierra;
una que dé sentido
a esta sombría vida que arrastramos.
¿Qué hay más allá, Señor, de nuestra vida?

Yo te llamé, grité, lloré afligido,
te di mil voces;
llamé y no abriste,
no abriste a mi agonía;
aquí, Señor, me quedo,
sentado en el umbral como un mendigo
que aguarda una limosna;
aquí te aguardo.

Tú me abrirás la puerta cuando muera,
la puerta de la muerte,
y entonces la verdad veré de lleno,
sabré si Tú eres
o dormiré en tu tumba.



Miguel de Unamuno
 
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NO TE DETENGAS


No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
"Emito mis alaridos por los techos de este mundo",
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros "poetas muertos",
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los "poetas vivos".
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas ...



LO QUE SOY DESPUÉS DE TODO

¿Qué soy, después de todo, más que un
niño complacido con el sonido
de mi propio nombre? Lo repito una y otra
vez,
Me aparto para oírlo -y jamás me canso de
escucharlo.​
También para ti tu nombre:
¿Pensaste que en tu nombre no había otra
cosa que más de dos o tres inflexiones?

Walt Whitman​

Walt+Whitman.jpg












 
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Sonetos de Amor (William Shakespeare)

CXLVI

Pobre alma, centro de culpable limo
a la que burla, indócil, quien la ciñe,
¿por qué adentro sufrir afán y hambre
si pintas lo exterior de alegre lujo?
Si el contrato es tan breve, ¿por qué gastas
ornando tu morada pasajera?
¿Tendrá por fin tu cuerpo sustentar
al gusano que herede tu derroche?
Vive, alma, a expensas de tu servidor;
que aumenten sus fatigas tu tesoro;
y cambia horas de espuma por divinas.
Sé rica adentro, en vez de serlo afuera.
Devora tú a la Muerte y no la nutras,
pues si ella muere, no podrás morir.
 
Respuesta: Encuesta en Verso

Poemas de Oscar Wilde

Tædium vitæ

Matar mi juventud con dagas impacientes; ostentar
la librea extravagante de esta edad mezquina;
dejar que cada mano vil se hunda en mi tesoro;
trenzar mi alma al cabello de una mujer
y ser sólo lacayo de Fortuna. Lo juro,
¡no me agrada! Todo eso es menos para mí
que la delgada espuma que se inquieta en el mar,
menos que el vilano sin semilla
en el aire estival. Mejor permanecer alejado
de esos necios que con calumnias se mofan de mi vida,
aunque no me conocen. Mejor el más humilde techo
para abrigar al peón más abatido
que volver a esa cueva oscura de riñas, donde mi alma blanca
besó por vez primera la boca del pecado.

Mi voz

En este mundo inquieto, moderno, apresurado,
tomamos todo aquello que nuestro corazón deseaba -tú y yo,
y ahora las velas blancas de nuestro barco están arriadas
y agotada la carga del navío.

Por ello, prematuras, empalidecen mis mejillas,
pues el llorar es mi contento huido
y el dolor ha apagado el rosa de mi boca
y la ruina corre las cortinas de mi lecho.

Pero toda esta vida atiborrada ha sido para ti
solamente una lira, un laúd, el encanto sutil
del violoncello, la música del mar
que duerme, mímico eco, en su concha marina.

 
Respuesta: Encuesta en Verso

Yes, we can

El mensaje

Devuélveme mis ojos largamente descarriados,
pues es ya mucho el tiempo que han estado sobre ti;
mas ya que tales males allí han aprendido,
tales conductas forzadas
y apasionamiento falso,
que por ti
nada bueno
pueden ver, quédatelos para siempre.

Devuélveme mi corazón inofensivo,
que pensamiento indigno no podría mancillarlo,
pero si el tuyo le enseñara
a burlarse
del amor;
a quebrantar
palabra y juramento,
quédatelo, porque mío no será.

Pero devuélveme mi corazón, mis ojos,
que pueda ver y conocer tu falsedad;
que pueda reírme y gozar
cuando te angusties,
cuando languidezcas
por aquel
que no querrá,
o, como tú ahora, falso sea.


John Donne

DONNE2.jpg

 
Respuesta: Encuesta en Verso

Me encanta un poema de John Donne, escrito cuando Galileo, Kepler y compañía mandaron a tomar vientos la cosmología de Aristóteles. No puedo imaginar la sacudida mental y cultural que tuvo que producir a los hombres de su época.


Y la nueva filosofía lo pone todo en duda,
el elemento del fuego se ha apagado;
el sol se ha perdido, y la tierra, y el juicio de los hombres

ya no puede guiarlos en su búsqueda.
Y los hombres confiesan libremente que el mundo ya no es lo que era,

cuando en los planetas, y en el firmamento
ellos buscan tanta novedad, y luego ven que esto

se desmenuza otra vez en sus átomos.
Todo está en pedazos, toda coherencia ha desaparecido;

todo es simple suministro, y es todo relación…
Y en estas constelaciones se alzan entonces

nuevas estrellas, y las antiguas desaparecen ante nuestros ojos.


John Donne, 1611
 
Respuesta: Encuesta en Verso

[FONT=Arial,Helvetica]LUCIA[/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1](J. M. Serrat)[/SIZE][/FONT]

[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]Vuela esta canción [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]para ti Lucia [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]la mas bella historia de amor [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]que tuve y tendré. [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]Es una carta de amor [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]que se lleva el viento [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]pintado en mi voz [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]a ninguna parte [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]a ningún buzón. [/SIZE][/FONT] [FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]No hay nada mas bello [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]que lo que nunca he tenido [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]nada mas amado [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]que lo que perdí. [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]perdoname si [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]hoy busco en la arena [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]una luna llena [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]que arañaba el mar... [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]Si alguna vez fui un ave de paso, [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]lo olvide para anidar en tus brazos. [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]si alguna vez fui tierno y fui bueno, [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]fue enredado en tu cuello y tus senos. [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]Si alguna ve fui sabio en amores, [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]lo aprendí de tus labios cantores. [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]si alguna vez amé, [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]si alguna día [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]después de Amar, Amé, [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]fue por tu amor, Lucia. [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]Tus recuerdos son [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]cada día mas dulces, [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]el olvido solo [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]se llevó la mitad, [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]y tu sombra aun [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]se mete en mi cama [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]con la oscuridad, [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]entre mi almohada [/SIZE][/FONT]
[FONT=Arial,Helvetica][SIZE=-1]y mi soledad.[/SIZE][/FONT]
 
Respuesta: Encuesta en Verso

FELICES VOSOTRAS HOJAS, CUANDO ESAS MANOS DE LIRIO…


Felices vosotras hojas, cuando esas manos de lirio,
que sostienen mi vida con su poder de causar muerte,
os cojan y os ciñan con las bandas suaves del amor,
como a cautivos que ante el vencedor tiemblan.
Y felices versos, a los que con luz de estrellas,
esos ojos de lámpara a veces se dignen mirar
y leer las penas de mi espíritu angustiado,
escritas con lágrimas en el cerrado libro del corazón sangrante.
Y felices rimas bañadas en el sagrado arroyo,
del Helicón de donde brota,
cuando contemples esa bendita mirada de mi Ángel,
a mi alma largo tiempo le faltó alimento, a mi cielo júbilo.
Hojas, versos y rimas, buscan agradar tan sólo a ella,
pues si a ti te agradan, por nadie más cuidados tengo.


Edmund Spencer


revision.jpg
 
Respuesta: Encuesta en Verso

[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]El Flautista de Hamelin [/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]
I
[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]
El poblado de Hamelin está en Brunswick
[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Cerca de la famosa ciudad de Hanover[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]El río Weser, ancho y profundo[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Moja sus paredes en el lado sur;[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Un hermoso cuadro nunca visto;[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Pero, cuando empezó mi canción,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Hace casi quinientos años,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]¡Que lástima!, ver sufrir a la gente[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Por culpa de esos bichos.[/FONT]

[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]II[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]
¡Ratas!
[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Se peleaban con los perros y mataban a los gatos,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y mordían a los bebes en sus cunas,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Comían los quesos de los moldes,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y chupaban la sopa directamente de los cucharones de los cocineros,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Partían los barriles de sardinas saladas,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Anidaban en los sombreros domingueros de los hombres,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y arruinaban las charlas de las mujeres[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Ahogando sus voces[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Con gritos y chillidos[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]En cincuenta diferentes sostenidos y bemoles.[/FONT]

[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]III[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]
Al fin el pueblo en bloque
[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Se congregó en la municipalidad:[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]"¡Que quede claro!", gritaron, "¡nuestro intendente es un inútil;[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y nuestro consejo un escándalo![/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]¡Pensar que nosotros compramos ropas elegantes[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Para imbéciles que no pueden determinar[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Lo mejor para librarnos de esta plaga![/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]¿Ustedes creen que porque son gordos y viejos,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Van a encontrar sus funciones más fáciles?[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]¡Arriba señores! ¡Den a sus cerebros una sacudida[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y encuentren el remedio que nos está faltando,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]O tengan por seguro que los mandaremos a empacar!"[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Con esto el intendente y el consejo[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Quedaron bajo una terrible consternación.
[/FONT]

[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]IV[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]
Una hora se reunieron en consulta
[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y al final el intendente rompió el silencio:[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]" Por una moneda he de vender mi traje;[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]¡Cómo desearía estar lejos de aquí![/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Es fácil ordenarle a uno que se sacuda el cerebro—[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Estoy seguro que mi pobre cabeza volverá a dolerme,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Ya la he estrujado, y todo en vano.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]¡Ah, que daría por una trampa, trampa, trampa!" [/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Justo cuando decía esto, ¿qué pudo pasar?[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Un suave golpe en la puerta de la cámara.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]"¡Por Dios!", gritó el intendente, "¿que sucede?"[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif](Sentado entre los miembros del consejo,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Se lo veía pequeño, aunque terriblemente gordo;[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Sin brillo en sus ojos, no más húmedos[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Que una ostra demasiado larga y abierta,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Salvo cuando su panza sufría turbulencias[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Frente a un plato de tortuga verde y gelatinosa)[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]"¿Son solo unos pies que se arrastran en la alfombra?[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]¡Cualquier cosa que suene como una rata[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Hace que mi corazón lata violentamente!"[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]

[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]V[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]
"¡Entre!"— Gritó el intendente, incorporándose:
[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]¡Y así entró la figura más extraña![/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Su saco largo, tan raro, que iba de los pies a la cabeza[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Era mitad amarillo y mitad rojo,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y él mismo era alto y flaco,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Con ojos azules, penetrantes, cada uno como un botón,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Su pelo claro y suelto, su piel oscura,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]sin patilla en las mejillas, y sin barba en el mentón,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y labios donde las sonrisas iban y venían;[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Sobre sus amigos y parientes, nadie pudo conjeturar: [/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Ni nadie pudo tampoco admirar lo suficiente[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Al hombre alto y su antigua vestimenta.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Uno dijo: "¡Es como si mi tatarabuelo,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Marchando al compás de las trompetas del Día del Juicio Final,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Hubiera hecho este camino desde su colorida tumba!"[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]

[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]VI[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]
El se aproximo a la mesa del Consejo:
[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y, "Con permiso Su Señoría", dijo, " yo estoy capacitado,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]A través de un hechizo secreto, para atraer[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]A todas las criaturas que viven bajo el sol,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Que se arrastran, o nadan, o vuelan, o corren,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Atraerlas detrás mío, en una forma que nunca se ha visto.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y yo principalmente uso mi hechizo[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]En criaturas que dañan a la gente,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]En el topo, el sapo, el tritón y en la víbora;[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y todo el mundo me conoce por el flautista."[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]( Y en este punto ellos notaron alrededor de su cuello[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Una bufanda a rayas rojas y amarillas,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Que armonizaba con su saco hecho del mismo paño,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y en una punta de la bufanda colgaba una flauta;[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y notaron también, sus dedos, que se movían sin pausa[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Como impacientes por tocar[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]En la flauta, que colgaba a baja altura[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Sobre su vestidura anticuada)[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]" Y aunque," dijo, " parezco un pobre flautista,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]El pasado junio, liberé al Reino de Tartaria,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]De un enorme enjambre de jejenes;[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Alivié en Asia al Nizam[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]De una monstruosa camada de murciélagos:[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y en cuanto a lo que atormenta sus mentes,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]¿Si logro eliminar las ratas de la ciudad,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Me darán ustedes mil monedas?"[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]" ¿Mil? ¡Cincuenta mil!"--fue la exclamación[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Que dieron asombrados, el Intendente y su Consejo.

[/FONT]

[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]VII[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]
El flautista se paró en la calle,
[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Sonriendo primero con una pequeña sonrisa,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Como sabiendo la magia que duerme[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]en su modesta flauta;[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y entonces como un músico experto,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Frunció sus labios para soplar la flauta,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y sus agudos ojos verdeazules parpadearon,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Como una llama de vela rociada con sal;[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y antes de que la flauta diera tres notas,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Se escuchó como si un ejército murmurase;[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y el murmullo se fue haciendo un estruendo;[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y el estruendo se convirtió en un fuerte retumbo;[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y hacia afuera de las casas las ratas se revolcaban.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Ratas grandes, ratas pequeñas, ratas flacas, ratas fornidas,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Ratas marrones, ratas negras, ratas grises, ratas tostadas,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Serias viejas aplicadas, alegres jóvenes juguetonas,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Padres, madres, tíos, primos,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Con sus colas paradas y sus bigotes erizados.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Familias por decenas y docenas,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Hermanos, hermanas, maridos, esposas--[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Siguieron al flautista con gran entusiasmo.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Calle tras calle él sopló avanzando,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y paso a paso ellas lo siguieron bailando.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Hasta que llegaron al río Weser,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]¡Donde todas se zambulleron y murieron![/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]—Salvo una quién, valiente como Julio Cesar,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Cruzo a nado y sobrevivió para llevar[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]( Como el conquistador Romano con su manuscrito)[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]A 'Ratalandia', su hogar, el siguiente comentario:[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Que decía así, "A la primera nota de la flauta[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Escuché un sonido como de tripas que se agitan,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Como de manzanas, maravillosamente maduras[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Cayendo dentro de un lagar de cidra,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y de un abrir de frascos de pickles,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y de entornar de tapas de conservas,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y de un descorchar de frascos de aceite,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y de un romper las cubiertas de los barriles de manteca,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y de parecer, en fin, como si una voz[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif](Mas dulce que la voz del arpa)[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Dijera, ¡Oh ratas, disfruten![/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]¡El mundo se ha convertido en una gran cocina![/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]¡Entonces coman, masquen, tomen sus viandas,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Desayuno, almuerzo, cena, refrigerio![/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Formando todo un compacto jugo azucarado,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y justo cuando estaba por alcanzar[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Ese compacto barril de delicias,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Que brillando como el sol [/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Parecía decirme: '¡Vení, perforame!'[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]—Me vi arrastrada por el río Weser." [/FONT]


[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]VIII[/FONT]

[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Deberías haber escuchado a la gente de Hamelin[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Tocar la campana hasta magullar el campanario.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]"Vayan", gritó el intendente, "¡Y tomen palos largos,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Remuevan los nidos y tapen los agujeros![/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Consulten carpinteros y albañiles,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Que no quede ni rastro en nuestro pueblo[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]de las ratas!"— Cuando, de repente, el flautista[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Apareciendo en el mercado con su carita pícara[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Dijo: "¡Primero, si no se ofenden, las mil monedas!"[/FONT]


[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]IX[/FONT]

[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]¡Mil monedas! El intendente se puso verde;[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y lo mismo hicieron los del Consejo.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Las cenas administrativas hacían estragos[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Con los vinos Claret, Mosella, Borgoña y del Rhin,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y con solo la mitad de ese dinero[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Repondrían los barriles de su bodega.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]¡Pensar en pagarle esa suma a un vago[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Que viste un saco de gitano rojo y amarillo![/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]"Además," dijo el intendente, con un guiño cómplice,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]"Nuestro negocio terminó en el borde del río;[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Hemos visto el hundimiento de los bichos,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y lo que está muerto, creo, no puede volver a la vida.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]De todas formas nosotros no somos gente de retroceder,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Ante la obligación de darte algo de beber,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y un poco de dinero para que pongas en tu bolsillo;[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Pero de las monedas que hablamos,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]De ellas, como bien sabés, fue un chiste.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Además, las pérdidas que sufrimos nos han vuelto ahorrativos.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]¡Mil monedas!, por favor, Vení, ¡llevate cincuenta!"
[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]X[/FONT]

[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]El flautista ofendido gritó[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]"¡Esto es una estafa! ¡y no tengo tiempo para esperar![/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]He prometido visitar a la hora de la cena[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Bagdad, y he aceptado la invitación[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Del cocinero principal, hombre rico, que me agradece [/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]El haber exterminado unos escorpiones, [/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Que invadieron la cocina del Califa.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Con él, no necesité regatear,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y en cuanto a ustedes, ¡no crean que me daré por vencido![/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]La gente que hace que me enoje[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Puede lograr que sople en otra dirección."

[/FONT][FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]XI[/FONT]

[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]"¿Cómo?" gritó el intendente, "¿Pensas que voy a aguantar[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Que me traten peor que a un Cocinero?[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]¿Insultado por un vago irrespetuoso[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Que lleva una flauta inútil y un vestido colorinche? [/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]¿Nos estás amenazando, muchacho? ¡Adelante,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Soplá tu flauta hasta que revientes!"

[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]XII[/FONT]

[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Una vez mas el flautista se paró en la calle[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y nuevamente sobre sus labios[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Puso su flauta larga, su caño suave y recto;[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y antes de soplar tres notas (tan dulces y[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Suaves notas; nunca el genio de un músico[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Dio melodía tan embelesada)[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Hubo un susurro que se pareció a un bullicio[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]De alegre muchedumbre empujando, saltando, cantando,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Pequeños pies golpeando, zapatos de madera martillando,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Pequeñas manos aplaudiendo y pequeñas lenguas parloteando,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y como gallinas en el campo cuando se desparrama la cebada,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Salieron los niños corriendo,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Todos los chicos y las chicas,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Con sus mejillas rosadas y sus rulos rubios,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Sus ojos brillantes y sus dientes como perlas,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Saltando ligero, con gritos y risas,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Corrieron alegres detrás de la maravillosa música.
[/FONT]

[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]XIII[/FONT]

[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]El Intendente estaba duro, y el Consejo mudo[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Como si se hubieran convertido en bloques de madera,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Incapaces de moverse o de gritarles[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]A los chicos que alegremente saltaban,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]—Solo podían seguir con los ojos[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Esa feliz muchedumbre que seguía al flautista.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]El Intendente estaba sorprendido[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y los miembros del Consejo solo atinaban a golpearse el pecho,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Mientras el flautista se desviaba de la calle principal,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Hacia donde el río Weser agita sus aguas[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]¡Justo frente al camino que seguían sus hijos![/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Sin embargo, el flautista cambiando de rumbo,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Dirigió sus pasos hacia el monte Koppelberg,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y detrás de él los pequeños saltando;[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Al ver esto los padres se sintieron aliviados.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]"¡El nunca podrá cruzar la gran montaña![/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]¡Se verá forzado a apagar su música,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y podremos ver a nuestros niños detenerse!"[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Pero cuando ellos alcanzaron la ladera,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Un maravilloso y extenso portal se abrió,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Como si una caverna repentinamente se hubiera cavado,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y el flautista avanzó, seguido por los pequeños,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y cuando ya todos estuvieron adentro,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]La puerta de la montaña se cerró de golpe.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]¿Dije todos? ¡No! Uno que era rengo, quedó atrás,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Al no poder bailar como los otros todo el largo del camino;[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y después de unos años, si alguien le reprochaba [/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Por su tristeza, él solía decir,—[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]"¡Desde que mis compañeros se fueron, es el pueblo el que está triste![/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y además no puedo olvidar que quedé privado[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]De las placenteras vistas que ellos ven,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Esas que el flautista me prometió a mi también,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Porque yo los guío, dijo el flautista, a una alegre tierra,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Muy cerca, aquí nomás,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Donde el agua fluye y crecen frutales,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Las flores alegran con sus colores[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y todo es extraño y nuevo:[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Aquí los gorriones son más brillantes que los pavos reales[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y los perros más veloces que los venados,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Las abejas han perdido sus aguijones,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y los caballos nacen con alas de águilas:[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y justo cuando me aseguraba [/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Que mi renguera se curaría pronto[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]La música se detuvo, y yo también,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y entonces quedé solo, contra mi voluntad,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Para seguir ahora rengueando como antes,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]¡Sin escuchar nada mas de aquel hermoso país!"

[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]XIV[/FONT]

[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]¡Pobre, pobre Hamelin![/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]¡Les vino a la cabeza a muchos vecinos[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Aquel texto que dice que es mas fácil,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Que un camello pase por el ojo de una cerradura[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]A que un rico pase por la entrada del cielo![/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]El Intendente mandó, Este, Oeste, Norte y Sur,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Bajo palabra, una oferta al flautista,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]En todas partes grupos de hombres lo buscaron,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Para ofrecerle oro y plata,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Si solamente regresaba por donde se fue,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Trayendo a todos los chicos detrás de él.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Pero cuando se dieron cuenta que era en vano,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Que el flautista y los niños se habían ido para siempre,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Lanzaron un decreto por el cual,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Todos los abogados debían fechar los documentos[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Con la siguiente fórmula:[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]"A tantos meses y días de lo que sucedió aquí[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Desde el veintidós de julio,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]De mil trescientos setenta y seis".[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y también, para recordar la ruta donde[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]los niños fueron vistos por última vez,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]la llamaron "La Calle del Flautista".[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Nadie podrá en este lugar tocar flauta o tambor,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Bajo pena de perder su trabajo.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]No sufrirían tampoco que tabernas o posadas[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Sobresalten con algarabía una calle tan solemne,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y frente al lugar de la caverna,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Escribieron la historia en una columna,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y en la gran ventana de la iglesia pintaron[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Lo mismo, para dar a conocer al mundo,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Como sus hijos fueron robados.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y todo sigue allí, hasta hoy día.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y tampoco debo omitir,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Que en Transilvania hay una tribu,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]De gente muy especial, que tanto asombra a sus vecinos,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y asegura que sus extravagantes maneras y vestidos,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Son herencia de sus padres y madres que se han elevado,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Desde una prisión subterránea[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]En la cual fueron encerrados,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Por una potente música, hace muchos años.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Venían de Hamelin de la tierra de Brunswick,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Sin saber el cómo ni el porqué del traslado.[/FONT]

[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]XV[/FONT]

[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Entonces, Carlitos, tengamos, vos y yo, [/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Cuentas claras con todos los hombres— ¡especialmente flautistas![/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y, cuando un flautista nos libere de ratas y ratones[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Si nosotros le prometimos algo, ¡cumplamos nuestra promesa![/FONT]

Robert Browning


robert-browning.jpg
 
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Señor...


Señor,
usted no lo sabe
y sin embargo sus arrugas,
tersándome la mañana,
me han obligado a iniciar una huelga de novios
desde que lo conozco.

Y hoy
-mientras los dos nos mirábamos de reojo, cada uno
en un extremo de la barra-,
mi guedeja más anarquista
ha optado definitivamente por afiliarse a sus ojos



http://aguaenelagua.iespana.es/poesolos/usted.htm
 
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Señor...


Señor,
usted no lo sabe
y sin embargo sus arrugas,
tersándome la mañana,
me han obligado a iniciar una huelga de novios
desde que lo conozco.

Y hoy
-mientras los dos nos mirábamos de reojo, cada uno
en un extremo de la barra-,
mi guedeja más anarquista
ha optado definitivamente por afiliarse a sus ojos



[url]http://aguaenelagua.iespana.es/poesolos/usted.htm[/URL]

Ya que te has pasado por aquí, quedate. :ok
 
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Acuérdate de mí

Llora en silencio mi alma solitaria,
excepto cuando está mi corazón
unido al tuyo en celestial alianza
de mutuo suspirar y mutuo amor.

Es la llama de mi alma cual lumbrera,
que brilla en el recinto sepulcral:
casi extinta, invisible, pero eterna...
ni la muerte la puede aniquilar.

¡Acuérdate de mí!... Cerca a mi tumba
no pases, no, sin darme una oración;
para mi alma no habrá mayor tortura
que el saber que olvidaste mi dolor.

Oye mi última voz. No es un delito
rogar por los que fueron. Yo jamás
te pedí nada: al expirar te exijo
que vengas a mi tumba a sollozar.

Lord Byron

Adiós

¡Adiós! si dicha se concede al hombre
de una plegaria en premio, ésta tu nombre
elevará hasta el trono del Señor.
Promesas, quejas, llanto, fueran vanos;
más que el lloro, exprimido, ya sangrante,
de ojos sin luz, tenaz remordimiento
esta palabra dice... ¡Adiós! ¡Adiós!

Secos están mis ojos, extinguida
mi voz, pero al dejarte, de mi vida
se adueña para siempre un gran dolor.
Aunque el pesar y la pasión torturan
mi corazón, quejarse no le es dado...
Yo sólo sé que en vano hemos amado...
Sólo puedo sentir... ¡Adiós! adiós.

Lord Byron

Al cumplir mis 36 años

¡Calma, corazón, ten calma!
¿A qué lates, si no abates
ya ni alegras a otra alma?
¿A qué lates?

Mi vida, verde parral,
dio ya su fruto y su flor,
amarillea, otoñal,
sin amor.

Más no pongamos mal ceño!
¡No pensemos, no pensemos!
Démonos al alto empeño
que tenemos.

Mira: Armas, banderas, campo
de batalla, y la victoria,
y Grecia. ¿No vale un lampo
de esta gloria?

¡Despierta! A Hélade no toques,
Ya Hélade despierta está.
Invócate a ti. No invoques
más allá

Viejo volcán enfriado
es mi llama; al firmamento
alza su ardor apagado.
¡Ah momento!

Temor y esperanza mueren.
Dolor y placer huyeron.
Ni me curan ni me hieren.
No son. Fueron.

¿A qué vivir, correr suerte,
si la juventud tu sien
ya no adorna? He aquí tu
muerte.

Y está bien.
Tras tanta palabra dicha,
el silencio. Es lo mejor.
En el silencio ¿no hay dicha?
y hay valor.

Lo que tantos han hallado
buscar ahora para ti:
una tumba de soldado.
Y hela aquí.

Todo cansa todo pasa.
Una mirada hacia atrás,
y marchémonos a casa.
Allí hay paz.



Lord Byron


Lord_Byron_coloured_drawing.png






 
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Me pasaré de vez en cuando, aunque no soy mucho de poesía ;)

Mi hermana tenía una Antología de la lírica amorosa muy buena, y le di un buen repaso. Por ejemplo me gustaba éste poema de Rubén Darío:

Metempsicosis

Yo fui un soldado que durmió en el lecho
de Cleopatra la reina. Su blancura
y su mirada astral y omnipotente.
Eso fue todo.

¡Oh mirada! ¡oh blancura! y oh, aquel lecho
en que estaba radiante la blancura!
¡Oh, la rosa marmórea omnipotente!
Eso fue todo.

Y crujió su espinazo por mi brazo;
y yo, liberto, hice olvidar a Antonio.
(¡Oh el lecho y la mirada y la blancura!)
Eso fue todo.

Yo, Rufo Galo, fui soldado y sangre
tuve de Galia, y la imperial becerra
me dio un minuto audaz de su capricho.
Eso fue todo.

¿Por qué en aquel espasmo las tenazas
de mis dedos de bronce no apretaron
el cuello de la blanca reina en broma?
Eso fue todo.

Yo fui llevado a Egipto. La cadena
tuve al pescuezo. Fui comido un día
por los perros. Mi nombre, Rufo Galo.
Eso fue todo.
 
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Apuro sediento tu tierno gemido...

Apuro sediento tu tierno gemido,
tu intimidad que me embriaga
y ardiente, la lengua del dulce deseo,
pasión cuyo vino no sacia.
Pero corta con ese relato,
oculta, calla tu sueño:
su llama que quema yo temo,
tengo miedo de saber tu secreto.

Alexander Pushkin

Fue en su patria, bajo aquel cielo azul... Fue en su patria, bajo aquel cielo azul
ella, la marchita rosa...
Al fin murió, un hálito eras tú,
sombra adolescente que nadie toca;
pero una línea hay entre nosotros, es un abismo.
Intenté, en vano, avivar mi sentimiento:
la muerte dijeron los labios con oscuro cinismo,
y, yo la atendí indiferente.
A quién amé entonces con alma fervorosa,
a quién le di mi amor en vilo,
con tanta infinita, amante tristeza,
con callado martirio, con delirio.
¿Qué fue del amor y la pena? Ay en el alma mía
para la ingenua, la pobre sombra,
para el feliz recuerdo de los perdidos días,
no tengo lágrimas, ni música que la nombra.



Alexander Pushkin


Yo la amé... Yo la amé,
y ese amor tal vez,
está en mi alma todavía, quema mi pecho.
Pero confundirla más, no quiero.
Que no le traiga pena este amor mío.
Yola amé. Sin esperanza, con locura.
Sin voz, por los celos consumido;
la amé, sin engaño, con ternura,
tanto, que ojalá lo quiera Dios,
y que otro, amor le tenga como el mío.



Alexander Pushkin


aleksandrpushkin_1_.jpg

 
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Oda al gato

Los animales fueron
imperfectos,
largos de cola, tristes
de cabeza.
Poco a poco se fueron
componiendo,
haciéndose paisaje,
adquiriendo lunares, gracia, vuelo.
El gato,
sólo el gato
apareció completo
y orgulloso:
nació completamente terminado,
camina solo y sabe lo que quiere.

El hombre quiere ser pescado y pájaro,
la serpiente quisiera tener alas,
el perro es un león desorientado,
el ingeniero quiere ser poeta,
la mosca estudia para golondrina,
el poeta trata de imitar la mosca,
pero el gato
quiere ser sólo gato
y todo gato es gato
desde bigote a cola,
desde presentimiento a rata viva,
desde la noche hasta sus ojos de oro.

No hay unidad
como él,
no tienen
la luna ni la flor
tal contextura:
es una sola cosa
como el sol o el topacio,
y la elástica línea en su contorno
firme y sutil es como
la línea de la proa de una nave.
Sus ojos amarillos
dejaron una sola
ranura
para echar las monedas de la noche.

Oh pequeño
emperador sin orbe,
conquistador sin patria,
mínimo tigre de salón, nupcial
sultán del cielo
de las tejas eróticas,
el viento del amor
en la intemperie
reclamas
cuando pasas
y posas
cuatro pies delicados
en el suelo,
oliendo,
desconfiando
de todo lo terrestre,
porque todo
es inmundo
para el inmaculado pie del gato.

Oh fiera independiente
de la casa, arrogante
vestigio de la noche,
perezoso, gimnástico
y ajeno,
profundísimo gato,
policía secreta
de las habitaciones,
insignia
de un
desaparecido terciopelo,
seguramente no hay
enigma
en tu manera,
tal vez no eres misterio,
todo el mundo te sabe y perteneces
al habitante menos misterioso,
tal vez todos lo creen,
todos se creen dueños,
propietarios, tíos
de gatos, compañeros,
colegas,
discípulos o amigos
de su gato.

Yo no.
Yo no suscribo.
Yo no conozco al gato.
Todo lo sé, la vida y su archipiélago,
el mar y la ciudad incalculable,
la botánica,
el gineceo con sus extravíos,
el por y el menos de la matemática,
los embudos volcánicos del mundo,
la cáscara irreal del cocodrilo,
la bondad ignorada del bombero,
el atavismo azul del sacerdote,
pero no puedo descifrar un gato.
Mi razón resbaló en su indiferencia,
sus ojos tienen números de oro.

Pablo Neruda
 
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Cómo llamar a un gato

Ponerle nombre a un gato es harto complicado,
desde luego no es un juego para los muy simplones.
Pueden pensar ustedes que estoy algo chiflado
cuando digo que al menos ha de tener tres nombres.
Lo primero es el nombre que le damos a diario;
como Pedro, Alonso, Augusto o Don Bigote;
Como Víctor o Jorge o el simpático Paco.
Todos ellos son nombres bastante razonables.
Los hay más bonitos y que suenan mejor
para las damas y los caballeros,
como Admetus, Electra, Démeter, o Platón,
pero todos son nombres demasiado discretos.
Y un gato ha de tener uno más especial,
que sea peculiar, algo más digno.
¿Cómo, si no, va a alzar su rabo vertical
o atusar sus bigotes y mantenerse altivo?
De nombres de este tipo os puedo dar un quórum
como son Mankostrop, Quoricopat o Qaxo,
también Bamboliurina o, si no, Yellylorum,
son nombres que jamás compartirán dos gatos.
Pero a pesar de todo, nos queda un nombre más,
y ése es el que tú nunca podrás adivinar,
el nombre que los hombres jamás encontrarán.
Que SÓLO EL GATO LO SABE y no confesará.
Si un gato ves en meditación,
el motivo nunca te asombre.
Su mente está en contemplación
de la Idea Una de su nombre.
Su inefable, efable,
efainefable,
único, oscuro, inescrutable Nombre.


T. S. Elliot


eliot.jpg
 
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VAGANDO

En gansos mares y ligueras goletas
en plagas y costras sin fin
a borto de una gárgara de nuez
feliz como el judio berreante
he vagado en busca de Doris King.

Entre árboles de leva y sólidos ediles
entre baños de oveja y arrozuelos
a gachas de un macaco enano
he vagado febril como un chucho
en busca de una bizca de sueño.

Por tórtolas caladas y mollejas de piedra
por riquetsias y mitos de dril
en un hebraico barrigón fajado
he vagado cual calcetín con humedad
buscando el malo de Bernie Smith.

John Lennon

john_lennon.jpg
 
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