El entonces embajador de Alemania en Madrid, Lothar Lahn, informó a su Gobierno de las palabras “casi de disculpa” que el Rey dedicó a los militares sublevados contra el Gobierno de Adolfo Suarez. En una reunión privada entre el Embajador y el Jefe del Estado que tuvo lugar en el Palacio de la Zarzuela el 26 de marzo, don Juan Carlos explicó a Lahn que los militares conjurados “sólo querían lo mismo a lo que todos aspiramos: el restablecimiento del orden, la disciplina, la seguridad y la calma”.
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El Embajador alemán cuenta, además, que el monarca planeaba interceder ante el Gobierno y ante la Justicia Militar para que Antonio Tejero y los demás involucrados “no les sucediera nada demasiado grave” como consecuencia del 23-F. Porque a fin de cuentas, cita el diplomático a don Juan Carlos, los golpistas “sólo querían lo mejor”. De acuerdo con las referencias publicadas ahora en Alemania, el Rey “no expresó indignación ni repulsa hacia los actores” del golpe.
Las informaciones que el Embajador envió a Bonn denotan cierta sorpresa ante la actitud del Rey frente al complot militar. Explica que el Jefe del Estado constitucional culpaba de la intentona militar al presidente del Gobierno democráticamente elegido, Adolfo Suárez. Refiere Lahn que el Rey le detalló cómo Suárez “despreció al Ejército”. Él le había aconsejado al Presidente que “tuviera en cuenta las peticiones de los militares”. Hasta que ellos “empezaron a actuar por su cuenta”.