Pixa
Sir.
Dia 1: Comienza el viaje. Bem Vindos a Madeira.
Tras el esfuerzo que ha supuesto levantarse de la cama en un día como hoy, 1 de enero de 2010, despues de una copiosa cena y un sueño difícil debido al malestar producido por un inoportuno catarro, a eso de las 7:30 horas de la mañana tomamos rumbo a la terminal 2 del aeropuerto de Madrid Barajas, para emprender vuelo con TAP Portugal rumbo a Lisboa. El vuelo está transcurriendo sin mayores problemas e incluso una simpática azafata nos obsequia con un copioso desayuno, en el que cabe destacar el bocadillo de salmón ahumado que está más que rico.
Una vez en Lisboa, a la carrera llegamos al vuelo de enlace rumbo al aeropuerto de Funchal. Misma compañía y casi mismo avión, pero distintas sensaciones. La presión en los oídos se hace sentir mucho mas intensamente que en el anterior vuelo, sumado a esto la congestión del catarro anteriormente mencionado, dan como resultado un dolor insoportable que me impide disfrutar del segundo desayuno, del cual mi fiel compañera da buena cuenta. De lo que no me impide es de disfrutar de las maravillosas vistas que nos ofrece el majestuoso cielo del Atlántico.
A eso de las 13:30 llegamos a Madeira, con la suerte de cara, ya que nuestras maletas son las primeras en aparecer por la cinta transportadora.
Acto seguido nos dirigimos a la compañía de alquilier de vehículos, donde nos informan de las condiciones del alquiler del vehículo, del modelo que nos ha tocado, un Renault Clio de 55cv y apenas 1200cc de motor, pero nos informan de algo que nos llena de dudas, y es que al contratar el seguro a todo riesgo, pagando 11€ diarios mas, tenemos que sujetarnos a una franquicia de 70€ en caso de daños serios al vehículo. Esperemos no tener que saber que es eso.
Tras revisar el vehículo, tomamos rumbo a Ponta do Sol, nuestra base de operaciones, donde nos alojamos en el hotel Baia do Sol, un sencillo hotel de cuatro estrellas que nos sorprende gratamente, tanto en la amplitud de sus instalaciones (piscina climatizada, mini-gimnasio, salas de masajes, parking gratuito, muy importante teniendo en cuanta que casi todo es zona azul en la isla, etcétera), como por la decoración y limpieza de las habitaciones, bastante grandes, por cierto.
Tras acomodarnos y reposar un poco del viaje, decidimos que no es día para salir a conducir sino para explorar nuestra base de operaciones. Decidimos salir a conocer los alrededores, y que mejor manera que hacerlo que caminando. Cogemos la cámara de fotos y nos dirigimos rumbo a lo desconocido. Dejando atrás esta vista de la playa que tenemos justo ante nuestros ojos nada más salir del hotel.
Nos dirigimos dirección Madalena do mar, Torciendo a la derecha en la primera calle ¡La única que hay!, para encontrarnos con una enorme cuesta que no tenemos mas remedio que subir si queremos llegar a algún sitio.
Tras subir bastantes metros en muy poca distancia, la fotografía del pueblo que se nos ofrece es preciosa.
Tras una corta pero intensa caminata, llegamos a un pequeño centro comercial, donde paramos a reponer fuerzas, y donde siguiendo los consejos de Devachan, me tomo una imperial de cerveza Coral, con un Sandes de Espada. Un delicioso sándwich de pescado que os recomiendo encarecidamente si pasáis por allí en algún momento.
Decidimos volver al hotel para preparar todo lo que vamos a hacer al día siguiente y donde decido tomar la tercera dosis de Frenadol del año, esta vez doble, a ver si se me quita el maldito catarro, y para intentar descansar, que falta nos hace.
Tras el esfuerzo que ha supuesto levantarse de la cama en un día como hoy, 1 de enero de 2010, despues de una copiosa cena y un sueño difícil debido al malestar producido por un inoportuno catarro, a eso de las 7:30 horas de la mañana tomamos rumbo a la terminal 2 del aeropuerto de Madrid Barajas, para emprender vuelo con TAP Portugal rumbo a Lisboa. El vuelo está transcurriendo sin mayores problemas e incluso una simpática azafata nos obsequia con un copioso desayuno, en el que cabe destacar el bocadillo de salmón ahumado que está más que rico.
Una vez en Lisboa, a la carrera llegamos al vuelo de enlace rumbo al aeropuerto de Funchal. Misma compañía y casi mismo avión, pero distintas sensaciones. La presión en los oídos se hace sentir mucho mas intensamente que en el anterior vuelo, sumado a esto la congestión del catarro anteriormente mencionado, dan como resultado un dolor insoportable que me impide disfrutar del segundo desayuno, del cual mi fiel compañera da buena cuenta. De lo que no me impide es de disfrutar de las maravillosas vistas que nos ofrece el majestuoso cielo del Atlántico.

A eso de las 13:30 llegamos a Madeira, con la suerte de cara, ya que nuestras maletas son las primeras en aparecer por la cinta transportadora.
Acto seguido nos dirigimos a la compañía de alquilier de vehículos, donde nos informan de las condiciones del alquiler del vehículo, del modelo que nos ha tocado, un Renault Clio de 55cv y apenas 1200cc de motor, pero nos informan de algo que nos llena de dudas, y es que al contratar el seguro a todo riesgo, pagando 11€ diarios mas, tenemos que sujetarnos a una franquicia de 70€ en caso de daños serios al vehículo. Esperemos no tener que saber que es eso.
Tras revisar el vehículo, tomamos rumbo a Ponta do Sol, nuestra base de operaciones, donde nos alojamos en el hotel Baia do Sol, un sencillo hotel de cuatro estrellas que nos sorprende gratamente, tanto en la amplitud de sus instalaciones (piscina climatizada, mini-gimnasio, salas de masajes, parking gratuito, muy importante teniendo en cuanta que casi todo es zona azul en la isla, etcétera), como por la decoración y limpieza de las habitaciones, bastante grandes, por cierto.

Tras acomodarnos y reposar un poco del viaje, decidimos que no es día para salir a conducir sino para explorar nuestra base de operaciones. Decidimos salir a conocer los alrededores, y que mejor manera que hacerlo que caminando. Cogemos la cámara de fotos y nos dirigimos rumbo a lo desconocido. Dejando atrás esta vista de la playa que tenemos justo ante nuestros ojos nada más salir del hotel.

Nos dirigimos dirección Madalena do mar, Torciendo a la derecha en la primera calle ¡La única que hay!, para encontrarnos con una enorme cuesta que no tenemos mas remedio que subir si queremos llegar a algún sitio.
Tras subir bastantes metros en muy poca distancia, la fotografía del pueblo que se nos ofrece es preciosa.

Tras una corta pero intensa caminata, llegamos a un pequeño centro comercial, donde paramos a reponer fuerzas, y donde siguiendo los consejos de Devachan, me tomo una imperial de cerveza Coral, con un Sandes de Espada. Un delicioso sándwich de pescado que os recomiendo encarecidamente si pasáis por allí en algún momento.
Decidimos volver al hotel para preparar todo lo que vamos a hacer al día siguiente y donde decido tomar la tercera dosis de Frenadol del año, esta vez doble, a ver si se me quita el maldito catarro, y para intentar descansar, que falta nos hace.