Stan Winston solo dirigió la primera parte de Pumpkinhead (Pacto de sangre). La secuela la dirigió un tabernero de garrafón ochentero, Jeff Burr. Y la original me parece una pequeña joyita, con un monstruo muy logrado, pero además, interesantísimo, pues se nutre del odio y de la sed de venganza para seguir existiendo, mientras cumple sanguinarias venganzas de los que le han invocado. Lance Henriksen es un granjero que pierde a su hijo, única familia que le quedaba, atropellado por unos moteros. Tras acudir a la cababa de una bruja en un pantano de la AMérica profunda, trama un pacto con la ancestral criatura, el Pumpkinhead, leyenda local, que él sabe real, porque lo vio de niño. La secuela no la he visto, aunque su director es infame, así que poco espero. En EEUU la original tiene bastante culto, hay series de cómics e incluso videojuegos...
Y que grandes los cenobitas. Es una pena que la pelía sea tan deficiente a nivel técnico e interpretativo, pues todo lo que plantea el guión (previa novela) de Barker es interesantísimo. Unos seres que, lejos de ser unos villanos de pacotilla, solo aparecen al ser llamados, para proporcionar un dudoso placer a quien les invoca y luego, desaparecer. Lástima que las secuelas se cargaran todas las posibilidades.