Respuesta: Películas que vais viendo en casita
- Berlin: Die Sinfonie der Großstadt (Berlín, sinfonía de una ciudad, 1927), de Walter Ruttmann
Un día en la vida del Berlín de los años veinte, desde la llegada a la misma a primera hora de la mañana y el despertar de sus habitantes, hasta la noche llena de sonrisas y fiesta. Se trata de una postal cinematográfica con momentos preciosos como el inicio con las calles vacías, donde la aparición de un simple gato es capaz de empujarte más que otras cosas a la época que queda inmortalizada. Pero además de servir de bello viaje al pasado rodado con gusto, es inevitable pensar en lo que vino después y lo que les esperaría a esos niños que se alegran al reunirse con sus amigos en la puerta del colegio, o a las que ignoran a otra pequeña que se divierte con su coche de capota, o a los que miran unos pollos en el mercado. O a los judíos que pasean bajo la risa burlona de dos mujeres asomadas a la ventana, tocando su collar de perlas. Una escena, quiero pensar, fruto de la unión casual de dos planos aislados, pero que no deja de chocar bastante.
No tiene el despliegue técnico epatante del Hombre con la cámara, que dicen se inspiró en esta -o Ruttmann se inspiró en Vertov-, pero es un documento magnífico. Me hubiera gustado verla con la parte de la banda sonora original perdida de Edmund Meisel que consiguieron apañar, pero la versión que bajé tenía una (correcta) música de hace veinte años.
- U samogo sinego morya (Al borde del mar azul, 1936), de Boris Barnet y S. Mardanin
Otra película que empieza con imágenes de una potencia enorme, con diferentes planos del Mar Caspio bajo el sol. Son las olas que llevan a dos amigos náufragos a un pueblo costero donde conocen a una chica de la que quedarán prendados. Un relato donde el amor por ella hace tambalear una amistad, pero todo en un tono desenfadado, de casi constante inocencia y vitalidad. El problema es que mientras es muy precisa para dirigir a los actores en algunas escenas, en otras esa inocencia también en la dirección se torna algo ridícula, particularmente en el primer encontronazo entre los protagonistas. Una pega menor en una obra que, si bien a mí no me parece maestra como me habían hecho pensar, sí es muy destacable. Fantástica también, por ejemplo, una secuencia de tormenta en un barco, con una tensión extrañamente apoyada, o casi contrarrestada, por la solemne música.