Toshiro Kurosawa
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Siguen las noticias sobre este desgraciado hecho que ha conmocionado al mundo, pero lo que es realmente indignante es la actitud de los paparazzi: hasta un millón de euros se ofrece ya por alguna foto de la hija de Fritzl o de alguno de los niños fruto de la relación; la policía y los médicos tratan de mantener alejado a todo el mundo pero está resultando imposible ante la avalancha de fotógrafos disfrazados y escondidos en las inmediaciones. No solo esto, sino que la casa de este individuo se ha convertido en un centro de atracción turística...
Uno de los titulares del artículo resulta de lo más descriptivo: sedientos de horror. La hija de Fritzl y los niños ya han sufrido lo indecible, dice muy poco sobre la condición humana que existan quienes quieren sacar partido de su desgracia de esta manera privándoles además de su intimidad y su anonimato.
Aquí el artículo íntegro.
Uno de los titulares del artículo resulta de lo más descriptivo: sedientos de horror. La hija de Fritzl y los niños ya han sufrido lo indecible, dice muy poco sobre la condición humana que existan quienes quieren sacar partido de su desgracia de esta manera privándoles además de su intimidad y su anonimato.
Sedientos de horror
Desde hace días, fotógrafos con potentes teleobjetivos y equipos de televisión de todo el mundo se apostaron alrededor del centro psiquiátrico. Coches con antenas satelitales sobre el techo estacionan delante del recinto para poder emitir en cualquier momento.
Los objetivos son siete. Siete personas que, según los médicos, necesitan tranquilidad. Que en los últimos años y décadas padecieron sufrimientos indescriptibles. Pero los pedidos de médicos y policías para que se respete la privacidad de Elisabeth, de sus cinco hijos y de su madre de 68 años, toparon hasta ahora con oídos sordos.
La prensa sensacionalista ofrece hasta un millón de euros por la primera imagen actual de la mujer que fue encerrada casi un cuarto de siglo por su padre.
Cinco de los seis hijos, fruto del incesto, viven ahora con su madre y su abuela en una vivienda en la clínica. Son atendidos por médicos, trabajadores sociales y psicoterapeutas. Las ventanas están algo oscurecidas desde fuera. Los 24 años con luz artificial sensibilizaron los ojos de Elisabeth y de los niños que vivieron con ella en el sótano.
Hasta en los árboles
"Lo que necesita la familia ahora es tiempo", advirtió el director de la clínica, Berthold Kepplinger. Hay que entender que no quieran presentarse en público. "Tras el terrible martirio que pasaron tienen derecho a la privacidad", agregó.
Pero los paparazzi no tienen en cuenta sus palabras. Cualquier medio vale para lograr una imagen de las víctimas. El personal de vigilancia contratado especialmente ya tuvo que expulsar a decenas de fotógrafos de los árboles en los que se habían instalado.
Eso no es todo: los paparazzi incluso se adentran con ropa de camuflaje en los bosques cercanos. Un fotógrafo se disfrazó de policía. Otros lograron entrar por la
puerta trasera o por el sótano a la clínica, donde fueron interceptados. El martes, un equipo completo llegó hasta las oficinas de la dirección de la clínica.
Pero no sólo la clínica es objetivo de los curiosos. La ciudad de Amstetten, sobre todo la "casa del horror", se convirtió en destino turístico. Los curiosos hacen un
desvío de la autopista para echar una mirada al edificio gris en cuyo oscuro sótano ocurrieron escenas inenarrables.
Ese turismo de catástrofe se encuentra con una población profundamente conmocionada. Para Elisabeth y su familia, el revuelo mediático no augura nada bueno. (Reuters-DPA-Especial)
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