Es una pena que ya no tengamos gente haciendo cine social (del de verdad, no del subvencionado) sobre los problemas cotidianos de nuestros días, porque las peripecias que he vivido hoy, tiemblo de gusto solo de pensar la película que con ellas habría podido hacer un Berlanga.
Por fortuna hoy con una app en el móvil y un ordenador, se ha reducido a prácticamente 0 la necesidad de ir a una sucursal bancaria. Yo llevaba sin ir a una (más allá del cajero) desde 2018. En 2018 mi banco decidió sisarme 28 euros trimestrales en concepto de comisiones por tarjetas y tuve que ir a reclamar. Desde entonces, no he vuelto a pisar un banco.
Hoy, se repite la jugada. Ahora son 36 euros los que me quitan de la cuenta en concepto de comisiones por tarjetas. Demuestran los bancos poca picardía, poco conocimiento de la psicología o poco interés, porque si en vez de 36 eurazos hubieran sido 5, quizá se los hubieran quedado. Ir al banco me supone entrar más tarde a trabajar, quedar el día antes con un compañero para que entre él antes y devolverle luego yo el favor cuando le convenga, y rogar por no perder la mañana. Si fueran unos pocos euros igual ni me compensaba perder el tiempo. Pero 36 euros son muchos euros.
Primero traté de pedir cita previa al número que indicaban, había que llamar para pedirla. Llamé 36 veces a lo largo de 2 días, pero jamás me cogieron el teléfono. Bueno, miento, una vez, solo una, lo descolgaron y a continuación lo colgaron. Total, que me planto allí sin más.
La sucursal abre a las 8:15 así que estoy allí a las 8:20. Es una oficina pequeña. Hay una mujer atendiendo en la caja, y dos mujeres atendiendo en mesas (solo con cita previa). Ya hay 3 personas delante de mí en la caja, y un chico en el cajero, que al parecer, no funciona, y está esperando a que la cajera le ayude.
De los 3 clientes que hay delante de mí, un señor mayor se va disgustado porque "esto me lo habéis hecho vosotros siempre y ahora me decís que no, pero ahora me decís que no porque os da a vosotros la gana, esto ha sido así siempre y tenéis que seguir haciéndolo vosotros". No sé a que se refería el buen señor, pero se fue enfadado sin que le hubieran hecho lo que él quería. Otra clienta delante de mí es una mujer que se enreda con la cajera en larguísimos trámites de firmas y papeleos.
Mientras espero me entero de un par de cotilleos de las mesas de cita previa. En realidad, aunque hay 2 atendiendo, solo una hace trámites: en la otra mesa, se les ha estropeado el ordenador y no saben cuando se arreglará. Así que solo está para "consultas". Si quieres hacer algo, tienes que esperar a que la otra mesa quede libre. En la otra mesa, a una mujer le hacen una documentación, pero se tiene que ir y volver otro día: hay que escanearle el DNI, pero el escáner tampoco funciona.
Se me van 20 minutos esperando. A las 8:40 ya hay 6 personas detrás de mí en la cola. Cuando finalmente me atienden, le pido a la cajera que me dé cita previa pare reclamar unas comisiones. Me dice que eso lo hace ella, así que le cuento la movida, pero es difícil, entre las mascarillas, y que la oficina está llena de gente hablando, entre sí o por el móvil, le entiendo 1 palabra de cada 3. Así que nada, a gritos. Al final salgo de allí y el chaval en el cajero que no funciona sigue esperando a que alguien le ayude, casi 40 minutos después.
Entiendo que hay poco personal, que las grandes sedes centrales bancarias quieren cambiar de modelo y que la oficina tradicional desaparezca, pero mientras tal cosa no ocurra, creo que les rentaría más tenerlas bien abiertas, o cerrarlas, pero este término medio impresentable, no. La imagen de poca, no ya profesionalidad, sino credibilidad, no creo que les venga bien. Uno no está seguro de si está en un banco del primer mundo, del segundo, del tercero, o del cuarto.
Comprendo que la gente que atiende en el banco no tiene responsabilidad alguna en las decisiones que convierten la funcionabilidad de su sucursal en una mierda, ni culpa de nada.
Por cierto, están los ánimos caldeados, ¿o qué? Cuando ya me estaba atendiendo la cajera, entra un chaval que al parecer intenta medio colarse diciendo "perdón, solo quería hacer una pregunta". De esto yo me entero a medias porque ya estoy atendido, y de repente se escucha un CRAC, en tres millas a la redonda. Me vuelvo, y veo a una señora mayor, que acaba de meterle un tochazo a mano abierta en plena espalda al chaval que quería colarse. Se hace un silencio sepulcral en el banco, y la mujer, imperturbable, le dice "sí, yo también estoy esperando para hacer una pregunta". El chaval se va para atrás, y me imagino que luego se va del banco, porque cuando yo salgo, ya no está en la cola.
Por fortuna hoy con una app en el móvil y un ordenador, se ha reducido a prácticamente 0 la necesidad de ir a una sucursal bancaria. Yo llevaba sin ir a una (más allá del cajero) desde 2018. En 2018 mi banco decidió sisarme 28 euros trimestrales en concepto de comisiones por tarjetas y tuve que ir a reclamar. Desde entonces, no he vuelto a pisar un banco.
Hoy, se repite la jugada. Ahora son 36 euros los que me quitan de la cuenta en concepto de comisiones por tarjetas. Demuestran los bancos poca picardía, poco conocimiento de la psicología o poco interés, porque si en vez de 36 eurazos hubieran sido 5, quizá se los hubieran quedado. Ir al banco me supone entrar más tarde a trabajar, quedar el día antes con un compañero para que entre él antes y devolverle luego yo el favor cuando le convenga, y rogar por no perder la mañana. Si fueran unos pocos euros igual ni me compensaba perder el tiempo. Pero 36 euros son muchos euros.
Primero traté de pedir cita previa al número que indicaban, había que llamar para pedirla. Llamé 36 veces a lo largo de 2 días, pero jamás me cogieron el teléfono. Bueno, miento, una vez, solo una, lo descolgaron y a continuación lo colgaron. Total, que me planto allí sin más.
La sucursal abre a las 8:15 así que estoy allí a las 8:20. Es una oficina pequeña. Hay una mujer atendiendo en la caja, y dos mujeres atendiendo en mesas (solo con cita previa). Ya hay 3 personas delante de mí en la caja, y un chico en el cajero, que al parecer, no funciona, y está esperando a que la cajera le ayude.
De los 3 clientes que hay delante de mí, un señor mayor se va disgustado porque "esto me lo habéis hecho vosotros siempre y ahora me decís que no, pero ahora me decís que no porque os da a vosotros la gana, esto ha sido así siempre y tenéis que seguir haciéndolo vosotros". No sé a que se refería el buen señor, pero se fue enfadado sin que le hubieran hecho lo que él quería. Otra clienta delante de mí es una mujer que se enreda con la cajera en larguísimos trámites de firmas y papeleos.
Mientras espero me entero de un par de cotilleos de las mesas de cita previa. En realidad, aunque hay 2 atendiendo, solo una hace trámites: en la otra mesa, se les ha estropeado el ordenador y no saben cuando se arreglará. Así que solo está para "consultas". Si quieres hacer algo, tienes que esperar a que la otra mesa quede libre. En la otra mesa, a una mujer le hacen una documentación, pero se tiene que ir y volver otro día: hay que escanearle el DNI, pero el escáner tampoco funciona.
Se me van 20 minutos esperando. A las 8:40 ya hay 6 personas detrás de mí en la cola. Cuando finalmente me atienden, le pido a la cajera que me dé cita previa pare reclamar unas comisiones. Me dice que eso lo hace ella, así que le cuento la movida, pero es difícil, entre las mascarillas, y que la oficina está llena de gente hablando, entre sí o por el móvil, le entiendo 1 palabra de cada 3. Así que nada, a gritos. Al final salgo de allí y el chaval en el cajero que no funciona sigue esperando a que alguien le ayude, casi 40 minutos después.
Entiendo que hay poco personal, que las grandes sedes centrales bancarias quieren cambiar de modelo y que la oficina tradicional desaparezca, pero mientras tal cosa no ocurra, creo que les rentaría más tenerlas bien abiertas, o cerrarlas, pero este término medio impresentable, no. La imagen de poca, no ya profesionalidad, sino credibilidad, no creo que les venga bien. Uno no está seguro de si está en un banco del primer mundo, del segundo, del tercero, o del cuarto.
Comprendo que la gente que atiende en el banco no tiene responsabilidad alguna en las decisiones que convierten la funcionabilidad de su sucursal en una mierda, ni culpa de nada.
Por cierto, están los ánimos caldeados, ¿o qué? Cuando ya me estaba atendiendo la cajera, entra un chaval que al parecer intenta medio colarse diciendo "perdón, solo quería hacer una pregunta". De esto yo me entero a medias porque ya estoy atendido, y de repente se escucha un CRAC, en tres millas a la redonda. Me vuelvo, y veo a una señora mayor, que acaba de meterle un tochazo a mano abierta en plena espalda al chaval que quería colarse. Se hace un silencio sepulcral en el banco, y la mujer, imperturbable, le dice "sí, yo también estoy esperando para hacer una pregunta". El chaval se va para atrás, y me imagino que luego se va del banco, porque cuando yo salgo, ya no está en la cola.