Respuesta: El porqué de desayunar, comer, cenar y merendar con La Esteban
La verdad es que muchas veces todo esto da que pensar, pienso sobre una desevolución humana como sociedad en países como el nuestro. Cuando quizás ni nuestros abuelos tuvieron la oportunidad de ir al colegio, años después fue algo totalmente normal el derecho y el deber a recibir una educación reglada en materías comunes del saber humano que dan paso a otras. Gente murió a lo largo de los siglos para conseguir los derechos y deberes de los que ahora gozamos. Gente trabajó para que pudiesemos tener esos derechos, la gente paga multitud de impuestos para mantener el sistema educativo entre otros, y lo mejor que ahora mismo pasa en clase es que los hijos de su padre piensen en que para qué es necesario estudiar, para que es necesario tener conocimientos y saberes.
Para mí, desde mi muy limitada perspectiva, el vivir en la ignorancia y encima regodearse de la condición de ignorante presumiendo de ella es un enorme varapalo a las perspectivas de futuro. Es insultante, pues sencillamente el no saber, quizás es no vivir.
Hace tiempo ya, un cani, crack en los dardos, primo de la novia de un amigo tuvo a bien de acompañarnos al cine a ver Benjamin Button según creo recordar. Soy una persona que normalmente cuando va en Metro, aunque sean dos paradas lleva un libro, el libro que en ese momento estuviese leyendo, aunque sea un best seller. Soy bastante reconocible en ese aspecto. Me siento, leo tranquilamente y aunque sea una mierda de libro me lo leo y lo disfruto en la medida de las posibildades que el libro me ofrece y mi capacidad para meterme en él. Cual fue mi asombro cuando este sujeto me vio con un libro como si yo fuese un Alien. Ah ¿tú lees libros? A estas personas también les suele sorprender el grosor de cualquier libro medianamente decente, los que tardas días en leer. Esos libros que al contrario de dar pereza según vas avanzando y ves el grosor que te queda, te de pena de que se vayan acabando, queriendo tu mismo añadirle más y más páginas. Ah ¿tú lees libros? Por favor ¿qué mundo es este? Por supuesto que leo libros cuando me apetece, el hacerlo es a veces como respirar, es disfrutar, abstraerte del mundo tratando que el hijo de puta del asiento de al lado con su Melendi a todo volumen quede a millones de kilómetros de distancia para que tú puedas devorar y devorar hojas ajeno a todo lo demás, a todo lo que no interesa en lo que compone nuestra vacía rutina de coger el autobús o el Metro para cumplir nuestras obligaciones, en mi caso seguir estudiando.
Este sujeto solo sabía de motos. Debería ser un crack montando y desmontando motos de 50 cc para capullos como él, pero si el tipo se siente satisfecho de no haber leído jamás de los jamases un libro, ni siquiera un comic ¿qué podemos pensar de él? ¿Qué podemos pensar de un tipo que no sabe nada del pasado de su país? No sabe por qué ni para que respira, porque el ser humano es como es o que supuso la Revolución Francesa para el mundo en el que ahora vivimos o quien es García Marquez. ¿Qué se puede esperar de alguien que no disfrute de una buena película y diga que A todo Gas es la mejor película? ¿Qué podemos esperar de aquel para el cual el Museo del Prado es un Ovni y no un lugar donde quizás llorar ante la belleza de algunos cuadros? ¿Quién es ese que disfruta del Reggaeton como música y diga que Vivaldi le aburre?
Pero es lo que hemos creado, la ley del mínimo esfuerzo, la ley de no infundir valores en nuestros hijos, la ley de creer que la autorrealización personal es ser alguien más del montón, un puto borrego que no se pregunte por qué su Presidente es tan gilipollas o porque ahora le está jodiendo el jefe. Una persona acrítica, sin opinión. Eso no es vida, eso amigos míos es la muerte.