Respuesta: El post de ROBERT ALDRICH
(
What Ever Happened to Baby Jane?, 1962)

Grotesca y maquiabélica obra maestra del terror psicológico infringido hasta cotas insospechadas. Un tandem de grandísimas estrellas dando pie a un duelo interpretativo donde el fin no es otro que llegar al sumun de la villanía y la destrucción de seres vulnerables y dolientes. Aldrich consigue una comedia negra negrísima, aderezada con los mejores ingredientes del suspense más dicharachero y a la vez más punzante. Es imposible no reírse con risa nerviosa ante cada uno de los platos preparados cual delicatessen menú por Bette Davis a su inválida hermana, una Joan Crawford impedida y que no puede hacer otra cosa que sufrir la condena eterna ante una cacelera que disfruta haciendo daño, de todo tipo, sin inmutarse.
Que las dos estrellas eran enemigas era sonado y cantado a los cuatro vientos pero darles sendos papeles y hacerlas compartir pantalla en la misma película es una de las elecciones más retorcidas y acertadas, cinematográficamente hablando, que se le haya podido ocurrir a un director. Aldrich consigue una historia convincente, segura de sí misma y logrando un tour de force maligno, poseedor de escenas terroríficas donde el mal no se esconde en desmembramientos, sangre y tripas, que va. Aquí el terror se esconde en la mente perversa de una niña prodigio (Baby Jane Hudson) convertida en una vieja olvidada, maltratada cual juguete roto y que no puede evitar tenerle una envidia enfebrecida, loca paranoica y desquiciada hacia su hermana Blanche Hudson.
No se puede negar que quien se lleva el gato al agua en este filme es Davis. Su sola presencia da escalofríos, su forma de cantar las canciones infantiles que la convirtieron en una niña objeto (ese "letters to dady") con la voz infantiloide da auténtico miedo y su actuación es sobervia. Sus transformaciones de odio (real y ficticio) hacia Crawford son tan reales, tan tangibles, tan dolientes que es imposible no convertirse en un icono en sí misma. Su rostro lo dice todo, su voz lo dice todo, su actuación lo dice todo. Es un personaje roto, es un personaje afectado, es el mal de la fama olvidada. Es la realidad en forma de grotesco roto ajado por una infancia desgraciada.
Pero no se puede negar que la otra cara de la moneda, la frágil Blanche de Crawford es un caramelo para los ojos. Esa escena donde la vemos temblando de miedo ante ese "plato", esa escena donde la vemos dando vueltas sobre sí misma ante el pavor que tiene a su propia hermana, quien la tiene secuestrada en su propio hogar, esa escena donde vemos como descubre que está siendo conducida a una muerte segura (esa cara tachada es brillante). Como Crawford intenta ganarse parte del afecto perdido por parte de Jane es magistral, como el miedo en su rostro es real, como el temor a morir de verdad no se puede fingir. Impagable es hostia doliente, o esas patadas que recibe por parte de su hermana cuando está tirada en el suelo (consiguiendo varios puntos de sutura. Crawford se vengaría poniéndose pesas en los pantalones para que Davis sintiese dolor en la espalda al arrastrarla).
Quizás hay algún fallo que otro como esos zooms para subrayar los elementos (el teléfono, el suelo, las escaleras) quedan un poquito desfasados o como la música subraya demasiado la tensión (claro que eran otros tiempos, otras maneras). Pero no se puede negar que "¿Qué fue de Baby Jane?" es única, siendo precursora en su género y como sirvió de base - plantilla para otros títulos posteriores.
Y cuando crees que no hay nada más que te pueda sorprender en la historia, cuando ya estamos en el final del trayecto Aldrich se guarda el mejor As en la manga dándonos el mayor mazazo imposible de creer y se convierte en un final de altura consiguiendo un filme perfecto, redondo y maravillosamente interpretado dando al traste todos nuestros sentimientos y elecciones respectivos a cada actriz-personaje. Medio minuto de nada sirve para conseguir el mayor impacto posible (impagable como el broche final sirve para trastocar por completo a Baby Jane Hudson, quien vuelve a sentirse arropada, una última vez, por todo ese público accidental en medio de la playa). Incluso el tonto de Victor Buono, que puede llegar a sacar de quicio al más pintado con su humor facial y su porte de hijo tonto sirve aquí como hilo conductor y puente a algo más sentimental que interpretativo.
Imprescindible.