Ayer me vi esta bizarrada llamada
Allan Quatermain en las minas del rey Salomón, producción de la nunca suficientemente celebrada
Cannon Group, de ese feliz año que fue 1985. La película es inclasificablemente mala. Intenta explotar el éxito de Indiana Jones importando para ello a un héroe de novela de aventuras, las célebres historias de H.R. Haggard, el cazador de elefantes Allain Quatermain (cualquier parecido entre el personaje literario original y el personaje aquí interpretado por Richard Chamberlain será mera coincidencia, recuerden, se trata de imitar a Indy).
¿Porqué la película es mala? BUF. Para empezar, no solo se trata de una
exploitation desvergonzada, sino que, lejos de disimularlo, usa la explotación como bandera, como "todo vale". La película está horriblemente escrita y mucho peor montada. Así, tras un prólogo supuestamente misterioso aparecen Quatermain y su "cliente" (una Sharon Stone sin gracia alguna) en medio de la selva, buscando al arqueólogo padre de esta. No hay presentación de personajes. No hay introducción de los mismos. Aparecen en la selva y en el minuto 1 se ven metidos en mil líos sin solución de continuidad, y SIEMPRE tratando de plagiar Indy a la menor ocasión. Desde una escenita cruzando la selva con perseguidores misteriosos incluidos, a la llegada a un poblado árabe o algo así, donde la Stone será raptada mediante un vergonzoso plagio de la escena del bazar de En busca del arca perdida, con la Stone embutida en una alfombra y malentendido de alfombras incluido, pasamos tiroteos, persecuciones en furgoneta y un rescate en un tren, con pelea sobre los vagones y saltitos a vida o muerte, caminatas a pie, alemanes malos, el antiguo amigo de Indy Jones, Sallah, como némesis de Quatermain y turco malo, malísimo, una pelea en dos aviones en marcha donde Richard Chamberlain salta de un avión a otro en pleno vuelo sin que a nadie se le caiga la cara de verguenza, o un encuentro con una amistosa tribu de caníbales que los mete en una olla gigante (donde, según las malas lenguas, habían meado varios miembros de la película al saber que la Stone estaría dentro, porque no la aguantaban). ¡Y todo esto en apenas la primera hora de la película!
La película es incoherente y con agujeros por todas partes, que vamos, da gusto. Ya no es solo que no nos presenten a los personajes, sino que el personaje de la Stone además de sumamente repelente, se debate entre arqueóloga aventurera y niña de papá, mimada y quejica. Otra cosa, las minas. Las famosas minas del rey Salomón, aquel que ordenó partir a un bebé por la mitad, que sabio era el cabrón. Aquí, en ningún momento explican NADA de la mina. Pasa la primera hora de la película, y sabes que hay unas minas con un tesoro porque... porque... bueno, porque tiene que haber un tesoro. No porque lo digan. En ningún momento se paran a explicarte la leyenda, solo hay infinitas discusiones porque la hija del arqueólogo cree en la existencia de las minas y Quatermain no.
En general, es una película tan adorable como irrepetible (porque aunque quisieran volver a hacer algo tan mal, dudo que pudieran). Con esa foto ochentera y ese score de Jerry Goldsmith, ese puto score que a base de repetición se te mete en la cabeza, glorioso, o las peleas absurdas entre el turco malo y el oficial alemán (malo también, claro, si sale un alemán TIENE que ser malo) interpretado por Herbert Lom y con ese acento alemán forzado en el doblaje...
Es una de esas películas que, si tenéis mi edad, vistéis una vez en un pase televisivo, o en VHS, pero apenas habéis vuelto a ver. Hubo secuela (se dice que rodada al mismo tiempo que la primera) sobre una ciudad de oro o algo así... me enfrentaré a ella la semana que viene, y en VHS
