Aquí van mis dos centavos...
(
Thor: The Dark World, Alan Taylor, 2013)
Segundas partes siempre son las más arriesgadas pues les toca la difícil tesitura de tener que ofrecer algo nuevo y jugar a la vez con los personajes ya conocidos de forma que no sean cansinos, repetitivos. Aparte de tocarle al director de turno no caer en los errores de antaño y quedarse con lo que ya funcionaba y encima añadirle un tono, como mínimo, funcional. Pues bien, aquí no contamos con entramados Shakespearianos sino que todo está centrado en el tono aventurero, el más básico, para ir entremezclándolo todo con viajes aquí y allá entre Asgard y la tierra. El problema no está ahí, ni mucho menos pues incluso he podido notar que han prescindido por completo del contraste entre los dos mundos siendo simplemente un túnel, un canal que traspasar, una interacción bastante acertada.
¿Cuál es el problema? Que los personajes, casi todos, van a su bola. De una forma completamente incongruente y aparte de eso se recurre, una vez más, a una comedia absurda tirando a estúpida que si ya molestaba en la anterior entrega volvemos a contar con la amiga secundaria chirriante, estúpida, cargante e insoportable que aquí aumentan la dosis de patetismo y mayor presencia haciendo que todos y cada uno de sus momentos sean un porqué sí. Pero eso no es todo que aún hay más. No tenemos suficiente con ese personaje innecesario si no que aumentamos la dosis de enajenación con un Stellan Skarsgård loco de atar, salido de madre, desprovisto de toda vergüenza (ajena) y alocando su personaje como jamás creía poder ver. Y lo peor de todo es que su rol puede que resulte chistoso con sus pequeñas aportaciones a la película (pues su papel es casi una mera anécdota) pero con el paso del tiempo acabará demostrándose que su presencia es puro lastre.
Sigamos que no he acabado. Natalie Portman, quien se supone es un peso fundamental en la historia (y que en principio puede parecerlo) no es ya que no aporte nada con su presencia. Es que ella, en sí, como actriz, es nula, lastra con su mera presencia y se demuestra que Thor no necesitaba mantener una relación amorosa con alguien de la tierra para así forzar un entramado que ya da síntomas de cansancio. Sus diálogos, sus interacciones, sus acciones son pésimas y su romance es, desde luego, lo más soso en mucho tiempo. No me acaba de funcionar. Pero queda la guinda del pastel. Esa que a uno le hace morderse las uñas de rabia y pegarse cabezazos contra la pared ante lo desaprovechado que está el villano principal. Ya de por sí su rol no tiene presencia por mucha mítica y mística que parezca tener. Pero es que encima sus escenas son mínimas, casi un estornudo aquí y allá. No hay nada que rascar de él más allá que desea poseer el Éter. Pero no hay más. Nada más. Y eso es triste. Muy triste.
¿En qué se convierte Thor 2? Sin ir más lejos en un cúmulo de aburrimiento constante con apenas escenas esporádicas de correcto cine de aventuras y acción (la primera batalla, la escena de la pelea en prisión o el montaje paralelo sobre las posibilidades con Loki o incluso la batalla final son válidas por sí mismas pero son gotas de agua en un océano). Porque sí, "Thor, el mundo oscuro" tiene unas cuantas escenas de acción. Y bastante conseguidas. Con esa épica trágica que tan bien le pega al mundo Asgardiano. Pero están tan desperdigadas que todo lo demás, debido a ese intento de darle un tono entre diáfano y espontaneo, que la mítica y la épica acaba resintiéndose mucho. Para mi gusto demasiado. Y es una pena. Porque sigo creyendo que el mundo de Thor (tanto el universo en sí mismo como el personaje) funciona muchísimo más cuando la historia está centrada en ese mundo, no cuando interactúa con el presente y lo nuestro. Se convierte en una especie de marioneta, una especie de imposición.
Alan Taylor, alguien que procede del mundo de la tele, enfoca mal el tono, enfoca mal la estructura narrativa y desde luego enfoca mal el ritmo. Porque no se puede negar que esta entrega, por muy ruidosa que pueda parecer, por muy extrema y vitalista que pueda llegar a ser, no es tan grande como quieren hacerme creer. Casi dos horas de metraje le hacen mucho daño y le cuesta trabajo llegar a concebir con buen resultado algo que va a trancas y barrancas, que no atina con lo que quiere exponer y desaprovecha por completo lo que realmente importa de esta entrega y es la rivalidad, enfrentamiento y desconfianza entre los dos hermanos: Loki y Thor. Chris Hemsworth madura muy bien su Thor (mucho mejor en esta entrega) y Tom Hiddleston demuestra que no había nadie como él para interpretar al manipulador pérfido y villano por antonomasia Loki. Sin ir más lejos la mejor y más plausible escena la comparten ellos dos en un momento que se demuestra que de haber seguido ese rollo y ese tono estaría hablando de algo grande, mucho más oscuro de lo que quieren hacerme creer y mucho mejor planteado.
"Thor: El mundo oscuro" se tercia como una especie de Star Wars para iniciados (esas naves, ese Asgard palaciego, ese entramado de opereta) que cuenta con una batalla final entre lo épico y lo descacharrante en el mal sentido con la manía de romper el juego con comedia bufa que resta credibilidad (puedo llegar a notar cierta influencia de los propios Looney Tunes donde todo es posible y el mundo animado y el real no tienen tanta diferencia) pero que por desgracia no mantiene el pulso ni el ritmo, se convierte en algo completamente autómata, sin algo a lo que aferrarse como para defenderla y que no sabe por dónde navega. Su indefinido resultado hace que sea una de las entregas de la casa Marvel más sin sustancia de todo lo que ha ofrecido. Y es una pena cuando esto podría haber dado algo mucho más feroz e incluso mucho más épico de lo que quieren hacerme creer. Más aún cuando llega un punto donde los personajes importan poco, sus historias aún menos y contamos con un villano (y unos secuaces) que no dejan ni poso ni huella. Otra más al saco de las que poco me interesan.