(
Lethal Weapon, Richard Donner, 1987)
"
Soy demasiado viejo para esta mierda"
El cine de colegas, o también conocido como "Buddy movies", podría decirse que nació o tuvo acto de presencia con "Límite: 48 horas" de Walter Hill pero es bien sabido o es imposible negarlo que tuvo su impronta en la cultura cinéfila a partir de "Arma letal". Fue el título que recibiría unas cuantas entregas más debido al imparable éxito y también un sinfín de copias más o menos defendibles y otras tantas insufribles. Tuvo la coincidencia de salir un año antes que "Die hard" y durante mucho tiempo tuvo la mala suerte o la desfachatez según se mire de compararse cual era mejor o colocar una por encima de la otra (¿alguien se atrevería ahora?). Quizás en relación al ser hijas de un tiempo y de un género que sigue dando que hablar, al igual que el empleo nada sutil de aderezarlo todo con un humor marca de la casa e hija, también, de su tiempo.
A día de hoy es imposible negar que la película, la original, "Arma letal" cuenta con su correspondiente mítica, con su iconografía en la cultura pop y que aún estando olvidada (¿alguien le interesa a estas alturas una 5ª más allá de a Hollywood por falta de ideas en algún momento dado?) puede decirse que es un título que funciona bastante bien en su cine de acción mainstream, puro fuego de artificio donde coches impactan contra autobuses, explosiones sin escrúpulos, tiroteos en medio de las calles entre el bueno y el malo acabando en una pelea cuerpo a cuerpo que uno se replantea a qué viene esa calzada de incoherencia por mucho que en esa época gustase todo lo referente al cine de acción a mamporro limpio. Es una película que funciona mucho más por lo que expone que por lo que cuenta.
Es imposible que un guión así, a día de hoy, salvase el pescuezo de una criba muy complaciente. Está repleta de incongruencias, incoherencias, salidas de tiesto y mucha licencia argumental que a uno le cuesta asimilar cosas como que mercenarios decidan cargarse a la hija del amigo con un plan rocambolesco de drogas adulteradas para luego rematarlo en una escena patética, cargarse porque sí al "protector" sin tan siquiera darle un motivo a éste para apretar el gatillo, la falta de cordura de que Gibson porte chaleco antibalas cuando (se supone) está buscando la muerte constante en todo momento (¿como sabían estos y como sabía este el momento justo y el lugar adecuado donde estaría?), al igual que en un plis plas la pareja de policías desbarate por completo una entrega y el plan de malvados tan ruines con la licencia en estado puro del espectador. Al igual que todo lo referente a la familia de Glover huele a "Cosas de casa" de una forma muy rancia aunque sea muy entrañable.
Pero es imposible obviar que la película, a pesar de sus fallos en la trama, funciona muy bien como filme policiaco, sin ser panacea de nada y como espectáculo de un cine de acción que no se logra ver todos los días. La complicidad de la pareja protagonista está al día: Glover como el hombre comedido que intenta mantener el pulso y el juicio en todo momento mientras Gibson, encumbrado al estrellato como héroe de acción, funciona a la perfección como ese lunático con un trauma emocional que nada aporta pero que le da carta libre para cometer todas las enajenaciones transitorias posibles: esa cara de salido no se consigue todos los días. Con una colección de escenas que mantienen su pulso narrativo en pleno funcionamiento como la del francotirador, el salto del suicida, el duelo de tiros, la del desierto (la más llamativa de todas a pesar de contener la mayor incongruencia al dar con Gibson en un lugar totalmente lejano), la tortura en montaje paralelo o la escena mítica donde Gibson corre, melena al viento, por en medio de la carretera metralleta en ristre. Siempre he agradecido la presencia de Gary Busey como un roba escenas impagable aunque la tontería del mechero quede extremadamente bufonesco a día de hoy, al igual que la pelea final resulta cuanto menos paródica. Los 80 encerrados en casi 120 minutos.