Vamos con Granada. Ante todo quiero poner en antecedentes que yo ya conocía La Alhambra y, claro, eso hace pupa. ¿Por qué? Porque cuando la gente habla de Granada te habla siempre maravillas generales. La Alhambra, tiene dentro más chicha que comunidades autónomas enteras..., pero yo al ir pensaba que iba a encontrar una prórroga de aquello en su ciudad..., y nada más lejos de la realidad.
En cualquier caso, sólo por La Alhambra merece la pena ya más que casi todas las zonas sureñas, de eso no cabe duda. Pero yo ya la había visto..., y entonces me centré en la ciudad.
Coincide por completo con Cádiz en un ayuntamiento Maquiavelo que no cuida para nada sus calles. Todas están sucias, desgastadas, a falta de reforma y completamente invadidas de gente que tras fumar el paquete de tabaco, lo tira al suelo (no vi precisamente uno ni dos haciéndolo). El paraje era desolador.
Lo de los maestros de la tapa, dentro de la limitación de la tapa, es cierto de todo. El resto, un poco como todo el sur, de irregular a malo en términos generales. Aunque te fueras a Sierra Nevada (imprescindible visita, esto sí), Las Alpujarras desconocidas (aquí en cambio se puede prescindir) o algún otro pueblo de la provincia (que tampoco son nada del otro jueves). No había manera.
La ciudad, tiene una parte que no es monumental y que, al contrario de Córdoba, ha entrado muy bien en la civilización para vivir. La vida urbana se mueve con comodidad y la placita de al lado del Corte Inglés hace las delicias de las mamás. Esto no es un dato para el turista, pero eso sí que creo que lo tiene.
Por esa parte, tiene una visita estremecedora al Parque García Lorca. El parque no vale mucho en sí, pero pasearlo y encontrarte de bruces con la Huerta de San Vicente es una experiencia inigualable.
Pero la parte monumental es la que a mí, contra todo pronóstico, me desoló. Es cierto que siente uno un escalofrío al poder casi palpar las tumbas de Reyes católicos e hijos, pero la catedral no es precisamente una cima del panorama peninsular. Y encima pagas por entrar, a la capilla real y a la catedral aparte. Y para nada, a pocas catedrales que te hayas visto. El entorno, aparte de sucio y muy lleno de jóvenes que no cuidan muchos sus calles, es otra vez desolador. Edificios pegados que no te dejan ver la catedral por ningún lado..., no entiendo cómo se vendieron los terrenos para semejante desastre.
Pero es que la mitad de Granada está en cuestas infernales. Para ver el Albaicín y el Sacromonte tienes que hacerte muchas horas cuesta arriba...¡pero es que no hay nada que ver en condiciones! El Albaicín, salvo su famoso mirador (que no está más que lleno de top mantas), está completamente destrozado. Y el Sacromonte, pues qué os voy a contar yo. Toda la zona de la puerta Elvira te hace sentir sucio. Por dios, no hay un palmo de suelo sin papelotes. La Cartuja tiene un entorno universitario que rompe un poco el enclave y la Gran Via (ahí tenía el hotel) tiene poco que ver con la de Madrid. Pero llegué a la supuesta cima de allí, que es el famoso Paseo de los Tristes y su calle anterior..., y quedé francamente deprimido: hippies en el césped poniéndolo todo perdido, puentes que se caen a trozos, autobuses que se meten por sitios imposibles (matando casi a los peatones) y suciedad a granel. Sitio que ibas, sitio donde te encontrabas el mismo panorama.
Y me pasa como con Cádiz (bastante menos con Granada), que creo que si sus ayuntamientos no fueran tan "listos" sería un sitio disfrutable (aunque tampoco creo que sea nada para tirar cohetes).
Saludos.