Respuesta: Matrimoniadas
Con esto de las bodas parece que tengamos que poner a los padres siempre de cara a la pared, como si no fueran parte de nada...
Es que si te casas o no te casas y el cómo te casas es elección completamente tuya y tus padres, si te quieren lo único que deben hacer es respetar su decisión, tanto si les gusta como si no. Es tu boda, tu fiesta, no la suya, ellos ya tuvieron la suya y ahora deben respetar que tú lo celebres a tu manera.
Es cierto que los padres hacen muchos sacrificios para darles a sus hijos todo lo que necesitan, pero eso no implica que luego los hijos tengan que sacrificar continuamente su felicidad propia para satisfacer los caprichos de los padres. Educar significa guiar hacia la autonomía, lo que supone aceptar que tu hijo no es una versión más joven de ti, sino que es una persona autónoma con sus propios gustos e ideas (aunque esto por desgracia muchos aún no lo entienden) y que para esta persona complete su desarrollo personal es imprescindible dejarle que tome sus propias decisiones y respetarlas, te gusten o no.
No me gusta ser el centro de atención ni me siento cómodo en las grandes concentraciones de gente. Tampoco soy una persona muy familiar. Es normal que si en tu casa las reuniones familiares son una fiesta te guste juntar a los parientes, pero como en la mía suelen ser una batalla campal de insultos, reproches, faltas de respeto, berridos y sollozos, lo habitual es que me entre urticaria al pensar en las Navidades. No me ha gustado ninguna de las bodas a las que he asistido, a excepción de la de mi mejor amiga, y ni siquiera celebro mi cumpleaños porque no me gusta que la gente se deje pasta en regalos genéricos que no me van a gustar.
Con todos estos antecedentes es lógico pensar que no me voy a sentir a gusto en una celebración con cientos de comensales de los cuales una importante parte serían familiares con los que apenas tengo trato y que me van a estar dando la barrila durante toda la fiesta. Y si mi familia me quiere, no debería forzarme a celebrar una fiesta en la que me voy a sentir incómodo, menos cuando se supone que va a ser MI fiesta, uno de los momentos más importantes de MI vida. Y organizar una boda supone bastante más esfuerzo que "sacrificarse solo un día": implica invertir mucho tiempo, dinero y quebraderos de cabeza, a menudo en una proporción absolutamente desmedida.
Que oyes, que igual celebro el bodorrio por todo lo alto y lo acabo disfrutando, como le pasó al colega Scissorhands, pero en un tema como este casi prefiero tirar sobre seguro. Yo sé qué es lo que me gusta y lo que no, y pudiendo decidir entre una celebración íntima y minimalista y otra pomposa y multitudinaria me quedo sin dudarlo con lo primero. Si a mi pareja le gusta todo lo contrario que a mí, pues haremos un pacto para llegar a algo intermedio que nos satisfaga a los dos, al fin y al cabo, también es su fiesta. Pero los padres, a no ser que pongan la pasta para el evento (que no será mi caso, pues ni ellos tienen el dinero ni yo les permitiría que me lo pagasen), creo que poco tienen que decir sobre el asunto.
Por supuesto, lo mínimo es decirles a tus padres que te casas, pero luego lo de invitarlos o no ya entra dentro de cada uno. Por ejemplo, mi hermana no se habla con mi padre: ¿qué sentido tendría invitarle a su boda? Y como queda mal invitar a la madre y no al padre, casi mejor no invitar a nadie.
no acabo de entender el "prescindir" de la familia para estas decisiones. No hablo de transigir...pero sí de ceder y contentar. (...) Me parece un poco "egoista" mentar a la libertad cuando los que precisamente se han privado de libertad durante X años por criarnos son nuestros padres.
Si te llevas bien con tu familia y tenéis un clima de total confianza, es normal incluirla en los momentos importantes. Si no es el caso, lo natural es dejarla fuera.
El problema en algunas familias es que muchas veces no te dejan ser tú mismo, se empeñan meter las narices donde no les llaman y en que tienes que hacer las cosas a su manera, y si no les haces caso, se monta el pollo. En estos casos lo mejor es dejar la familia bien lejos.
¿Qué nuestros padres han hecho muchos sacrificios por nosotros? Sí. Pero yo también renuncié a mi vocación para estudiar lo que mis padres querían, para contentarles y evitar conflictos familiares. Al fin y al cabo ellos iban a pagar mis estudios, así que qué menos que darles el gusto. ¿Resultado? Una década perdida estudiando una carrera que no me llenaba y para la cual apenas existen salidas profesionales hoy en día. ¡Estupendo! Desde mi experiencia propia, renunciar a las metas propias por satisfacer a otros no compensa.
Cuando mis padres sean mayores y uno tenga demencia senil y otro osteoporosis y tenga que cuidarlos ya tendré la oportunidad de recompensarles por todos los sacrificios que en su día ellos hicieron por mi. Pero el día de mi boda me caso como a mí y a mi novia nos de la real gana, eso lo tengo claro.