Un absoluto HORROR. Un puto crimen.
Lindelof en estado puro; o lo que es lo mismo, un juntar ocurrencias inconexas que no llevan a nada, eso de que exista una lógica interna que haga progresar la acción es una chorrada. El principio y el final pueden valer para un mal corto, con un montón de relleno de por medio. La moraleja o lo que coño sea es infumable del todo; que oye, que el mundo va así de mal porque la gente es PESIMISTA, no se esfuerza para tener IDEAS y crear UN MUNDO MEJOR, EH? Menuda empanada confusa y mareante, menudo “new age” de la peor estofa, con la misma profundidad que un tuit de Paulo Coelho.
Lástima del pobre Bird, un señor con un talento más que probado, que aquí está más perdido que un pulpo en un garaje y no sabe qué coño hacer con un texto insoportable, relamido, repelentito... empezando por la protagonista, una especie de genio de no se sabe muy bien qué, muy molona ella (tampoco se sabe muy bien por qué razón), moviéndose por la película con una suficiencia y con tal nivel de flipadez que sólo puede inspirar una profunda arcada de asco. En cuanto al Clooney y su subtrama romántica con el robot que pretende ser entrañable y termina siendo perturbadora, sórdida, no es más que otro pegote infame (como el 90% de la película).
Eso sí, muchos gadgets, cacharritos y tonteriítas que no falten. Lindelof, por mucho que haya otros dos tíos en medio. Un señor con una cierta habilidad para crear premisas atractivas, sugerentes... y una incompetencia absoluta para darles un mínimo desarrollo, y de un final coherente ya ni hablamos. Un vendedor de humo en toda regla y encima aplaudido como un gran guionista de su generación, cuando tiene más de publicista espabilado que otra cosa. El plano secuencia que se marca Bird durante la primera visión de la ciudad es, efectivamente, un espejismo de lo que podría haber sido algo digno y termina siendo una reverenda MIERDA, en definitiva.